En los verdes campos de Matanzas el aire está impregnado del dulce aroma de la anticipación, mientras la región se prepara para el evento anual de los azucareros: la zafra. Durante generaciones, esta antigua tradición ha sido el alma de la economía cubana, y Matanzas ha sido uno de sus centros vitales.
El proceso comienza mucho antes de que se corte el primer tallo de caña de azúcar. Es un esfuerzo que dura todo el año, una delicada danza entre la naturaleza, la economía, la escasez de recursos, la innovación y el ingenio humano.
Mientras los campos bañados por el sol se preparan para la próxima cosecha, los azucareros de Matanzas trabajan arduamente para garantizar una temporada abundante y próspera, y una industria resiliente al bloqueo, la ausencia de piezas de repuesto, y las limitaciones con el transporte y el combustible.
Plantar las semillas del éxito
El primer paso en la preparación, y para el éxito futuro de la zafra azucarera, es la siembra de caña. Es la garantía de la materia prima esencial para la producción del dulce. Esto suele tener lugar entre septiembre y noviembre, ya que el clima tropical de la región es ideal para el cultivo de la gramínea.
Trabajadores calificados, con conocimientos ancestrales, transmitidos de generación en generación y perfeccionados por institutos de investigación científica como la EPICA, plantan meticulosamente la caña, tarea que requiere precisión y dedicación, más allá de fertilizantes, herbicidas y otros químicos para impulsar los rendimientos. La calidad de la cosecha depende de la experiencia de estos agricultores.
Una vez que la caña de azúcar está en la tierra, comienza el juego de espera. Durante todo el año, los campos son cuidados con esmero. El riego, la fertilización y el control de plagas son tareas esenciales. El clima único de Matanzas, con abundante sol y lluvias ocasionales, contribuye al crecimiento de una caña de azúcar exuberante y saludable.
A medida que el año llega a su fin, se acerca el momento de la arrancada de los ingenios. Miles de obreros se reúnen en los campos para cortar y transportar la caña de azúcar, una tarea que requiere mucha mano de obra y que constituye la columna vertebral de la cosecha.
Luego, la caña de azúcar madura se transporta a los centrales azucareros para su procesamiento. Y ahí, el papel de la tecnología es vital para el éxito.
La modernización también ha dejado su huella en la industria azucarera. Matanzas ha sido testigo de la integración de la tecnología, con cosechadoras mecanizadas y sistemas de procesamiento automatizados que han aumentado la eficiencia y la productividad. Esta infusión de innovación preserva las tradiciones del pasado y al mismo tiempo acoge las demandas del futuro.
Retos y oportunidades
La industria azucarera en Matanzas ha sido durante mucho tiempo una piedra angular de la economía local. Las exportaciones de azúcar, tanto en forma cruda como refinada, contribuyeron significativamente al bienestar financiero de la región. La zafra azucarera no sólo trae prosperidad económica sino que también crea oportunidades de empleo para las comunidades locales.
A pesar de su significado histórico e importancia económica, la industria azucarera enfrenta desafíos, incluida la fluctuación de los precios internacionales y la competencia.
El gobierno y el Grupo Empresarial AzCuba han estado trabajando activamente en estrategias para modernizar y diversificar la industria, con miras a la sostenibilidad y mantener la posición de Cuba como un actor clave en el mercado mundial del azúcar. Esas estrategias incluyen proyectos de inversión extranjera, líneas de créditos y mejor organización y distribución de los recursos.
Mientras continúan los preparativos para la zafra azucarera en Matanzas, la gente aquí se enorgullece de su papel como guardianes de una rica tradición. La zafra no es sólo una cosecha; es una celebración de la herencia cubana, una afirmación del perdurable espíritu agrícola del país y una promesa de dulces días por venir. (ALH)