En 1884 el cardenense Néstor Ponce de León publicó un Diccionario Tecnológico, considerado un modelo entre las obras de su tipo.
En junio de 1884, en la revista La América, de Nueva York, José Martí publicó la nota “El Diccionario Tecnológico Inglés-Español y Español-Inglés. Por Néstor Ponce de León”, donde afirmó:
“En distintos periódicos de Sudamérica que acaban de llegarnos, leemos calurosos encomios del excelente libro que con este título publica en Nueva York el Sr. Néstor Ponce de León.
Razón tienen los diarios sudamericanos: el Diccionario de Ponce de León será pronto reconocido como una obra indispensable en la biblioteca de todo hombre moderno”.
Este libro, que ya el Apóstol había calificado de “excelente” en 1883, ha sido considerado un modelo en su género, así como una indispensable obra de consulta en su tiempo. El título completo es Technological dictionary. English-spanish and spanish-english of words and terms employed in the applied sciences, industrial arts, fine arts, mechanics, machinery, mines, metallurgy, agriculture, commerce, navigation, manufactures, architecture, civil and military engineering, marine, military art, railroads, telegraphs, etc, etc.
El primer tomo, impreso por entregas en 1884, correspondió a “English-Spanish” y el segundo abarcó los términos en “Spanish-English”. Tuvo otras ediciones en 1893, 1906, 1920 y 1939, lo cual reflejó la calidad que tuvo como libro de consulta, así como la amplia utilización que se hizo de esta obra durante décadas.

En la “Advertencia”, que inició el primer tomo del Diccionario Tecnológico, Néstor Ponce de León, describió el método utilizado para conformar su obra:
“He tomado por base el Diccionario tecnológico inglés, francés y alemán de Tollhausen, indudablemente el mejor que existe, y lo he traducido; a este he agregado todas las voces técnicas contenidas en los treinta y tres diccionarios cuyos títulos al pie copio, y además las que he encontrado en un gran número de tratados, manuales &. sobre las materias que con mi asunto se relacionan, y en un número aún mayor de catálogos industriales publicados tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos”.
En 1910, Andrés J. R. V. García publicó un Suplemento al Diccionario Tecnológico español-inglés e inglés-español de Néstor Ponce de León, destinado a ser una actualización de la obra original. En el «Prólogo», declaró este autor:
«Tantas son las palabras científicas de ingeniería y otros términos técnicos que han venido a usarse desde que la importante obra de Ponce de León fue presentada al mundo anglo español como Diccionario Tecnológico prácticamente completo -y en verdad así fue- que ha sido necesario suplementar esa obra con una compilación de tantos de dichos términos como hasta ahora han sido aceptados en el dominio de la tecnología española e inglesa».
«Este es un punto que se ha tenido constantemente presente al preparar esta obra, la cual no hay pues que considerarla como una colección de voces omitidas del diccionario al cual es primariamente un suplemento: considerarla así sería censurar inmerecidamente a un habilísimo autor y su inestimable obra; el objeto ha sido más bien producir una nomenclatura nueva, suplementaria no sólo a la gran obra de Ponce de León, sino a otros diccionarios tecnológicos en las lenguas española e inglesa».
Elogios y valoraciones
Desde su publicación, el Diccionario Tecnológico de Néstor Ponce de León recibió múltiples elogios. En julio de 1884, también en las páginas de La América, José Martí volvió a insistir en los valores que contenía este libro:
“Este: ¿qué libro es este? En tierras en que se habla el castellano, como el alma tiene más de mariposa que de bestia famélica, y vive de mieles; y el suelo da lo que se necesita, y lleno el espíritu de generosidad y ternura, del suelo se necesita poco,—han escaseado las ciencias, hijas de las necesidades humanas, que obligan a la pesquisa y a la observación, y de cierta disposición tranquila de la mente, que entre ojos negros y palmeras de sombra calurosa, no anda casi nunca desocupada. Hambre e invierno son padres de ciencias. Por lo que no hay que buscar en castellano muchos vocablos científicos,—y el industrioso y erudito cubano, Néstor Ponce de León, hace bien en ingerir, con discreción y propiedad, la lengua corriente y necesaria de la industria y el comercio en el idioma español, para expresar los estados del alma muy propio y rico, pero lastimosamente escaso de la verbología moderna. Y como no se ha de decir que para vivir entre los hombres es bueno desconocer su lengua, sino aprender a hablarla, y hoy los hombres se han apeado del caballo de batalla, y se están montando sobre arados y ruedas dentadas, es libro de mucho alcance y servicio el Diccionario Tecnológico, que con miras y materias más vastas que las de todos los diccionarios de ciencias o artes hasta ahora conocidos, escribe desde su librería de Broadway, el cubano Ponce de León”.

Tiempo después, en carta a Néstor Ponce de León, fechada el 27 de enero de 1886, José Martí hizo otro un elocuente elogio de este libro. Es muy probable que el Apóstol lo utilizara para las traducciones que acometía en la editorial Appleton. Por esta razón le aseguró:
“Lo que soy yo he de poner por encima de mi cabeza en toda ocasión a su Diccionario, porque no hay pregunta difícil que no me responda. Ese Diccionario, Néstor, es una obra de caridad”.
También en 1884, en el libro Las letras españolas en los Estados Unidos, sin poder esconder la vocación independentista del autor cardenense, el escritor Antonio Flores, comentó:
“D. Néstor Ponce de León, hijo político de D. Antonio Bachiller y Morales, es el primer bibliófilo español en los Estados Unidos, mal que le pese cuanto a español sabe. Con ser abogado y literato se ha consagrado, sin embargo, al tecnicismo de las ciencias aplicadas, a lo cual se debe el Diccionario tecnológico que comenzó a publicar en 1883 y que contiene los términos ingleses y españoles y frases usadas en las artes industriales y bellas artes, en la mecánica, maquinaria, minería, ferrocarriles, telégrafos, ingeniería civil y militar &.”.
En 1885, en las páginas de la Revista Cubana, Enrique José Varona, valoró el Diccionario Tecnológico de la siguiente forma:
“Si alguna prueba se necesitara de la ductilidad y flexibilidad de as lenguas, y de lo inútil y contraproducente de la obra de las academias, que pretenden tratarlas como viejos organismo petrificaos, nos la pondría en la mano este interesante y valioso trabajo del señor Néstor Ponce de León. Las necesidades crecientes de nuestro siglo, científico e industrial por excelencia, han inundado las lenguas modernas de nuevos términos o de nuevas acepciones de los ya usados, de locuciones y derivaciones de reciente uso, cambiando casi por completo el vocabulario de las transacciones mercantiles y de las relaciones industriales, cuya influencia en el lenguaje corriente no cabe desconocer. Como es natural el pueblo inventor a dado el nombre a sus inventos, y de allí ha sido necesario que lo tomaran los extraños; de donde ha resultado la más abundante compenetración de términos extranjeros en la masa propia de cada lengua. Por diversas causas este resultado no puede ser uniforme y da lugar a continuadas dudas por parte de los que los emplean, ya por ignorar s el vocablo tiene un equivalente autorizado, ya por desconocer la forma mejor con que se haya nacionalizado. El poner término a estas indecisiones, que redundan por lo menos en perjuicio del idioma, es la obra de los lexicógrafos; y este es el importante servicio que ha de prestas el Diccionario de nuestro distinguido compatriota, desde el punto de vista literario. En cuanto a su utilidad para los que mantienen relaciones de negocios o profesionales con los países de habla inglesa y española respectivamente, no necesita encarecimiento. Como es un diccionario de equivalentes, encontrarán siempre a la mano la traducción exacta que necesiten, sin pérdida de tiempo, ni temor de confusión. El autor ha adoptado un plan metódico y sencillo que permite al lector familiarizarse al punto con el libro; y ha desplegado una laboriosidad tal y ha demostrado tanta abundancia de información, que inspira plena confianza en el resultado que presenta. Es una obra destinada a constituirse en autoridad, en todos los casos dudosos”.

Desde Colombia, el escritor cubano Rafael María Merchán opinó también de forma positiva sobre el libro en 1886. Lo hizo en el ensayo “La Habana intelectual vista desde los Andes”, donde afirmó:
“En New York, Néstor Ponce de León prosigue su Diccionario tecnológico inglés-español y español-inglés, que tanta falta hace en castellanos; obra destinada a mejorarse en ediciones futuras, y digna de estímulo por su objeto y por la labor inmensa que ha requerido”.
En relación con el Diccionario Tecnológico de Néstor Ponce de León, escribió en 1916 el lingüista cubano Juan Miguel Dihigo:
“No es de olvidarse, tratándose del idioma inglés, el Diccionario tecnológico inglés-español del Sr. Néstor Ponce de León y cuya utilidad no es necesario indicar, pues rápidamente se nota, cómo tampoco la competencia y buena orientación del autor, ya que todos es bien conocido el dominio que de este idioma tuviera este culto cubano, que residiendo en tierra extranjera por muchos años supo siempre dar brillo a Cuba con sus producciones muy valiosas”.

El autor
Néstor Ponce de León Laguardia (1837-1899) fue un escritor y publicista cubano, nacido en Cárdenas. Estudió derecho en la Universidad de La Habana. Durante su juventud fundó la revista Brisas de Cuba y colaboró en El Correo de la Tarde, El Siglo, La Opinión, El Ateneo. También dirigió El País, La Verdad y Revista Crítica de Ciencias, Literatura y Artes. Emigró a Estados Unidos en 1869, donde colaboró activamente con la causa de la independencia de Cuba. Estableció una reconocida imprenta en Nueva York, donde editó revistas como El Educador Popular y valiosos textos.

Sostuvo una entrañable amistad con José Martí, quien visitó frecuentemente su biblioteca particular. Al concluir el dominio español en Cuba fue nombrado director y conservador de los Archivos Nacionales. También promovió la creación de un Museo Histórico Cubano y de la Biblioteca Nacional. Publicó The Book of Blood (1871), Los precursores de Colón (1888), The Caravels of Columbus (1893) y The Columbus Gallery (1893), entre otros libros históricos y científicos.
Dentro de la amplia labor cultural que desarrolló Néstor Ponce de León en Nueva York, siempre en defensa de la historia y la literatura cubanas, sobresalió el Diccionario Tecnológico. Con ese libro, se ganó un lugar de privilegio en la historia de la traducción en Cuba. Fue una obra modelo, que sentó cátedra y puso en alto el nombre de este laborioso y dedicado hijo de Cárdenas. (ALH)
Néstor Ponce de León: un cardenense al servicio de la cultura cubana