Aunque vivió casi la mitad de su vida fuera de su patria, Néstor Ponce de León realizó una ardua labor de promoción y defensa de la cultura cubana, digna de los mayores elogios.
Néstor Ponce de León y Laguardia nació en el ingenio Merced, cerca de la matancera ciudad de Cárdenas, el 26 de febrero de 1837. Cursó estudios primarios en La Habana y en el Real Colegio de Humanidades. Se graduó de Licenciado en Jurisprudencia en la Universidad de la Habana en 1858.
Desde joven sobresalió por su desempeño como escritor y editor. Estuvo entre los fundadores de las publicaciones culturales Brisas de Cuba (1855) y Revista Crítica de Ciencias, Literatura y Artes (1868). También fue redactor de La Verdad (1869) y colaborador en El Ateneo, El Correo de la Tarde, El Siglo y La Opinión.
Tras el inicio de la Guerra de los Diez Años, emigró a Estados Unidos en 1869. Destacado por su labor revolucionaria, se le embargaron los bienes, fue condenado a muerte y se le prohibió regresar a Cuba. En esa ciudad tuvo responsabilidades en la Junta Central Revolucionaria y dirigió el periódico La Revolución, su órgano de prensa.
Un editor cubano en Nueva York
Radicado en Nueva York, rápidamente alcanzó notoriedad debido a su labor cultural. Creó una famosa imprenta, librería y biblioteca, que fue lugar de reunión de los emigrados cubanos. En esa ciudad fue redactor de la revista El Educador Popular.
Escribió una Historia de la isla de Cuba, que quedó inédita e incompleta. Sólo fueron publicados el prólogo y el primer capítulo en 1911, por la Revista de la Biblioteca Nacional. Tradujo del alemán El intermezzo (1866), de Heinrich Heine y del inglés, el Manual de enseñanza objetiva o instrucción elemental para padres y maestros (1899), de Norman A. Calkins.
Con el pseudónimo “Un Emigrado Cubano”, dio a conocer unos Apuntes históricos sobre la representación de Cuba en España y la Junta de Información celebrada en Madrid en 1866 y 67 (1867). Publicó The book of blood (1871), libro donde denunció los crímenes de los españoles contra los cubanos independentistas.
Una de sus obras más celebradas fue el Diccionario tecnológico inglés-español, y español-inglés (1883-1893). Para José Martí este libro era “…indispensable en la biblioteca de todo hombre moderno”.
Dedicado a estudiar la figura de Cristóbal Colón, legó volúmenes imprescindibles, como Los precursores de Colón (1888) y The Caravels of Columbus (1893). Sin embargo, su texto más importante fue The Columbus Gallery. The discoverer of the new world, as represented in portraits, monuments, statues, medals and paintings. Historical description (1893).
En defensa de la cultura cubana
En la Imprenta y Librería de Néstor Ponce de León se publicaron obras señeras de la cultura cubana. Hay que mencionar los dos tomos de las Obras poéticas (1875), de José María Heredia, compilación realizada por su suegro, el bibliógrafo Antonio Bachiller y Morales. Se destacan además la primera parte del Diccionario biográfico cubano (1878), de Francisco Calcagno, así como la segunda edición de la biografía Vida de Don José de la Luz y Caballero (1879), escrita por José Ignacio Rodríguez.
Prestó un inestimable servicio a la literatura nacional, al dar a conocer la famosa novela antiesclavista Francisco (1880), escrita por Anselmo Suárez y Romero en 1838. Lo mismo puede decirse de otros libros que publicó, como el drama La muerte de Plácido (1875), de Diego Vicente Tejera y las Poesías (1893), de Ignacio María de Acosta.
Para el conocimiento de la historia nacional, Ponce de León publicó el importante texto La República de Cuba (1873), de Antonio Zambrana, con prólogo de Enrique Piñeyro. Además, Convenio del Zanjón (1878), de Ramón Roa. Uno de los libros más célebres que salieron de sus prensas fue Guía de la ciudad de Nueva York (1872), escrito por Antonio Bachiller y Morales, que tuvo una segunda edición en 1876.
Tras el fin del dominio español sobre Cuba, Néstor Ponce de León regresó su patria. Como premio por sus innegables méritos fue nombrado director y conservador de los Archivos Nacionales. En esta responsabilidad presentó un informe para la creación del Museo Histórico Cubano y de la futura Biblioteca Nacional. Enfrascado en la tarea de contribuir al porvenir de Cuba libre le sorprendió la muerte, en La Habana, el 17 de diciembre de 1899.