El pueblo jagüeyense nunca olvidará la epopeya gloriosa de abril de 1961, días que estremecieron el país y el mundo, cuando se salvó la Patria, la Revolución,
el futuro de Cuba y también de América Latina.
La victoria de Playa Girón fue posible gracias al empeño, la resistencia y la valentía de los combatientes cubanos y el apoyo del pueblo desde la retaguardia. El municipio de Jagüey Grande constituyó en aquel abril de 1961 bastión fundamental para el triunfo en la defensa de la Revolución.
La agitación, el desvelo, la solidaridad y la contribución fueron lo cotidiano durante aquellos días en esta localidad del sur matancero. Los pobladores se incorporaron a la atención a heridos y evacuados, elaboración de alimentos, avituallamiento y funcionamiento de hospitales, cocinas, lavanderías, y otras instalaciones; a las donaciones y recopilación de bienes necesarios, y además, entregaron su sangre, cuidaron las calles y aseguraron el transporte y las comunicaciones.
La historiadora del Museo Comandancia de las FAR, Ereida Domínguez González, comentó que las comunicaciones vía telefónica fueron fundamentales para alcanzar la victoria con la mayor brevedad posible.
«El aseguramiento de este servicio permitió que se pudieran transmitir las noticias hasta la capital cubana, lugar donde se encontraba el Comandante en Jefe. Por este medio se impartieron las primeras orientaciones sobre las operaciones que se debían realizar. Además, se solicitaron refuerzos de tropas, armamentos, municiones y otros pertrechos, alimentos, atención médica, medicamentos y materiales sanitarios para atender heridos. La existencia de comunicaciones posibilitó la dirección permanente de Fidel Castro sobre la batalla».
En la Comandancia del Central Australia, relata la investigadora, por orden del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, fue colocado el teléfono de magneto que se empleó en la conducción de la batalla. Fue instalado entre las 6:00 y 7:00 de la mañana del día 17 en contacto directo con el Estado Mayor General de las FAR, en La Habana.
«Cuando el capitán José Ramón Fernández arribó a Australia para organizar el Puesto de Mando, ya Fidel lo esperaba del otro lado del teléfono para proporcionar orientaciones y conocer la situación en la zona.» (ALH)