En 1865 el nombre de la poetisa camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda quedó unido para siempre al del naturalista alemán Juan Cristóbal Gundlach.
La Phoebis avellaneda es una bella especie de mariposa endémica de Cuba. La descubrió el naturalista alemán radicado en Cuba, Juan Cristóbal Gundlach (1810-1896). Su nombre científico hace referencia a Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), relevante figura de las letras cubanas. Esta historia refleja la estrecha relación entre literatura y ciencia.

Poemas a la mariposa
En abril de 1838 Gertrudis Gómez de Avellaneda, dando muestras de una exquisita sensibilidad por la naturaleza, escribió un primer poema titulado “A una mariposa”. Apareció en el volumen Poesías de la señorita Dª. Gertrudis Gómez de Avellaneda (1841), publicado en Madrid:
“Fugaz mariposa,
Que de oro y zafir
Las alas ostentas,
Alegre y feliz.
¡Cual siguen mis ojos
Tu vuelo gentil,
Que al soplo desplegas
Del aura de abril.
Ya rauda te lanzas
Al bello jardín,
Ya en rápidos giros
Te acercas a mí.
Del sol a los rayos
Que empieza a lucir,
¡Con cuanta riqueza
Te brinda el pensil!
Sus flores la acacia
Desplega por ti,
Y el clavel fragante
Su ardiente rubí.
Abre la violeta
Su seno turquí,
La anémona luce
Su vario matiz.
Ya libas el lirio,
Ya el fresco alelí,
Ya trémula besas
El blanco jazmín.
Mas ¡ay! cuan en vano
Mil flores y mil,
Por fijar se afanan
Tu vuelo sin fin!….
Ay! que ya te lleva
Tu audaz frenesí
Do ostenta la rosa
Su puro carmín.
Temeraria, tente!
¿Do vas infeliz ?….
No ves las espinas
De punta sutil?
Torna a tu violeta,
Torna a tu alelí,
No quieras, incauta,
Clavada morir”.

En este mismo libro puede leerse, además, el poema “A una mariposa. Soneto”, escrito un año después, en 1839. También ha sido citado en la bibliografía sobre la relación de Gertrudis Gómez de Avellaneda con Gundlach, aunque no volvió a ser incluido en las obras de la escritora. El contenido de este segundo poema es el siguiente:
“Hija del aire, nívea mariposa,
Que de luz y perfumes te embriagas,
Y del jazmín al amaranto vagas,
Como del lirio a la encendida rosa;
Tú que te meces cándida y dichosa
Sobre mil flores que volando halagas,
Y una caricia por tributo pagas
Desde la más humilde a la orgullosa;
Sigue, sigue feliz tu raudo vuelo,
Placer fugaz, no eterno, solícita,
Que la dicha sin fin solo es del cielo:
Fijar tu giro vagaroso evita,
Que la más bella flor que adorna el suelo
Brilla un momento y dóblase marchita”.

Sin embargo, en la edición titulada Poesías de la excelentísima señora Dª. Gertrudis Gómez de Avellaneda de Sabater (1850), que se editó también en Madrid, sólo apareció el primero de los poemas anteriores. Lo mismo sucedió con Obras literarias de la señora Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Colección completa (1869-1871), que contó con cinco tomos. En el primero, que tiene como fecha 1869, apareció únicamente la composición de 1838.

En este caso, al igual que en la edición póstuma Poesías líricas de la señora Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda (1877), la autora hizo numerosas modificaciones al poema original, que quedó de la siguiente forma:
“Fugaz mariposa,
Que de oro y zafir
Las alas despliegas,
gozosa y feliz.¡Cuál siguen mis ojos
Tu vuelo gentil,
Cuando reina te alzas
Del bello jardín!Si le dan riquezas
La aurora y Abril
—De albores y aromas—
Todo es para ti.Te rinde la dalia
Su vario matiz;
Su altiva hermosura
Te presenta el lis.Perfumes la viola
—Que evita el lucir—
Te manda en las alas
Del aura sutil.Ya libas el lirio,
Ya el fresco alhelí,
Ya trémula besas
El blanco jazmín.¡Mas, ¡ay!, cuan en vano
Mil flores y mil
Por fijar se afanan
Tu vuelo sin fin!…¡Ay!, que ya te lleva
Tu audaz frenesí,
Do ostenta la rosa
Su puro carmín.¡Temeraria, tente!
¿Do vas, infeliz?…
¿No ves las espinas
Punzantes salir?¡Torna a tu violeta!
¡Torna a tu alhelí!
No quieras ¡incauta!
Clavada morir”.
A estas poesías hay que agregar que en el poema “A él”, aparecen unos versos también dedicados a la mariposa que se sacrifica hasta morir, en este caso a causa de la luz:
“Así vi a la mariposa
Inocente, fascinada,
En torno a la luz amada
Revolotear con placer.
Insensata se aproxima,
Y le acaricia insensata,
Hasta que la luz ingrata
Devora su frágil ser”.
Al igual que “A una mariposa”, poema de 1838, en las ediciones de 1869 y 1877 ambas estrofas fueron modificadas, hasta quedarse en sólo dos versos:
“¿Y quién no ha mirado gentil mariposa
Siguiendo la llama que la ha de abrasar?….”.
Estos poemas, así como las múltiples menciones a la mariposa en la obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda, destacan la utilización de la belleza de ese insecto como recurso literario.
La nueva especie de mariposa
Durante uno de los viajes de exploración que realizó por el Oriente de Cuba, Juan Cristóbal Gundlach descubrió una nueva especie de mariposa cubana. Esto sucedió en 1857. En 1865 el entomólogo alemán August W. Herrich-Schäffer la dio a conocer al mundo, con el nombre científico de Callidryas avellaneda, propuesto por Gundlach. En 1929 esta especie fue ubicadadentro de otro género y se estableció la denominación actual: Phoebis avellaneda.
Un hecho fortuito había ocurrido en 1860, que determinó que el naturalista alemán dedicara su hallazgo a la escritora camagüeyana. Durante un baile de recepción, celebrado en el Palacio de los Capitanes Generales de La Habana, se habían conocido Gertrudis Gómez de Avellaneda y Juan Cristóbal Gundlach. Los presentó el botánico y economista español Ramón de la Sagra, en aquel momento de visita en Cuba, donde había residido décadas atrás.
Es imposible saber los detalles del encuentro, pero es evidente que la Avellaneda impresionó gratamente a Gundlach. Pudieron influir el vestido que ella lucía, sus corteses maneras y hasta su belleza. No obstante, es muy probable que su fama bien ganada de mujer voluntariosa y decidida, motivó el homenaje que recibió por parte del científico alemán.

Sobre la descripción de esta mariposa, escribió Gundlach en el primer volumen de Contribución a la entomología cubana (1881):
“Esta especie parece ser propia de la Isla de Cuba, y es muy rara en la parte occidental, pero común en la oriental, pues la he encontrado en 1857 abundante en la jurisdicción de Bayamo. En la parte occidental la he observado en Limonar, en la jurisdicción de Colon en el ingenio Fermina, y en la Ciénaga de Zapata”.
“Nada sé sobre su transformación. El insecto perfecto tiene las mismas costumbres que la especie precedente. Ambos sexos difieren mucho en ambas caras. El macho es por encima amarillo, con un punto negro en la nervura que cierra la célula discoidal de las alas anteriores; entre éste y la base hay una mancha irregular acarminada. Las alas posteriores reciben, cuanto más hacia el borde externo, tanto más marcado el color acarminado, siendo el mismo borde de un color rojizo. La hembra se parece en todo a la hembra de la especie precedente; pero el fondo de las alas anteriores es más amarillo. Por debajo no solamente difieren ambos sexos, sino que no tienen ni semejanza con la especie precedente. Kirby está, pues, en un error, habiéndola marcado con el mismo número».
«El macho es rojizo, con una mancha larguita transversa, oscura, con dos puntos plateados, tres manchitas oscuras en el borde anterior apical, una faja o línea interrumpida en el medio y en zig-zag; dos líneas transversas y unas manchitas que indican una tercera línea en las alas posteriores también oscuras. En estas alas se ven dos manchitas plateadas centrales. La hembra es por debajo casi unicolor ferruginoso-rojo, con un borde ancho algo gris por átomos blancuzcos. Se ven indicados los puntos y fajas que tiene el macho, y los puntos o manchitas plateadas centrales son bien claros y más visibles. Entre las alas 100 mil”.
La mariposa no fue el único insecto cubano que motivó el genio poético de Gertrudis Gómez de Avellaneda. En agosto de 1861, mientras se encontraba en la ciudad matancera de Cárdenas, escribió otro poema de inspiración entomológica. Lo tituló “A un cocuyo” y se publicó ese mismo año en la revista habanera Cuba Literaria. También concibió, en este caso vinculadas a especies de aves, las poesías “A un ruiseñor” y “A mi gilguero”, lo que demuestra su vocación por la naturaleza.

Una mariposa cubana, de exquisita belleza y singular rareza, fue el motivo que unió literatura y ciencia en dos figuras relevantes de la historia de Cuba. De esta forma quedaron unidos para siempre los nombres de Gertrudis Gómez de Avellaneda y Juan Cristóbal Gundlach. (ALH)