Para muchos la mejor final en la historia del fútbol. Para millones de argentinos, el día más feliz. Foto: FIFA.

Zona de Gol: del fútbol a las estrellas, de Maradona a Messi, la Copa es de Argentina

Argentina, esa Argentina de Mario Alberto Kempes, de Diego Armando Maradona, es campeona del mundo, nuevamente. Como en el 78 y en el 86, tuvo un hombre que tomó la bandera y llevó a su equipo a la cima. Hizo dos goles, jugó un partido notable y hoy le devuelve a Sudamérica la Copa del Mundo. Para él, toda la gloria.

Es sudor, Messi. Es la camiseta empapada de Di María, que te abraza, la bandera mojada que le acerca De Paul. Es el beso tibio de la vida de Aimar, que lo ama. Es sudor, Messi, se ve por la televisión. Lo vi allá en el Lusail Stadium, cuando Argentina perdió el primer partido y la rabia quiso derribar a este rascacielos de apenas 1.69 metros que eres. Es sudor, Messi, que te regala el Kun Agüero mientras das la única vuelta olímpica por la que soñaste durante tantos años.

El título devino celebración en toda Latinoamérica, mientras los argentinos posponen las horas de sueño para celebrar la Copa. Foto: FIFA.

Una novela en tres actos para la Copa del Mundo

Sublime en el último tramo Kylian Mbappé, autor de tres goles. Apoteósico Messi, que selló dos. Tras Brasil 2014, el destino le concedió un partido de vuelta para glorificar hasta el infinito a un futbolista único. Porque único es quien a los 35 años, tras una carrera en la que se exigió ser Messi todos los días, se reencarna en aquel Leo que jugaba por una bicicleta animado por la abuela Celia.

La treintena tenía el rey Pelé en su majestuoso Mundial de 1970. Si Maradona fue la mano de algún dios, Messi es su zurda, por más que en la final también marcara con la derecha en la prórroga. Un cuarto tiempo extenuante, con la afición, de un lado y de otro, al borde del colapso. No había respiro. Un duelo cósmico, propio de la mejor final de la historia. Y eso que a Francia le costó comparecer en Lusail. No lo hizo durante 80 minutos.

Hasta que Mbappé prendió la mecha, pareció que la selección gala hubiera abdicado en el calentamiento. De entrada, a la final llegó su fantasma mientras Mbappé no entró en combustión. A la espera del genio francés, en Catar solo había un alma: la argentina. Solo había un nervio: el argentino. Y solo había un fútbol: el argentino. Ni Antoine Griezmann, tan munificente siempre, daba señales.

En el partido, también vibró la presencia de Diego. Foto: Fabrizio Romano.

El fútbol y sus instantes. Dos tuvo Francia, suficientes para poner a rebufo a su adversario en el tramo final. Los galos, espabilados por Mbappé y agitados por Marcus Thuram y Kolo Muani, acabaron por encapotar a los albicelestes. Un final de partido tremebundo, ya con Mbappé desatado, con Messi cabizbajo a ratos, pero con cuerda todavía como para poner en vuelo a Hugo Lloris con la salva de un zurdazo. El duelo, emotivo como pocos, ya con la Francia mosquetera que no había pasado revista durante 80 minutos.

Messi-Mbappé: el duelo del trono

El relato iba de Messi a Mbappé. Un guión del mejor estilo hollywoodiense. Con un choque de manos entre los dos afiliados del PSG comenzó la prórroga. ¡Y qué prórroga! Ocasiones por todos los lados tras la Copa del Mundo, con los muchachos exprimidos como limones. La tuvo Lautaro, y Kolo Muani. Y un paradón del Dibu.

Argentina ganó su tercera estrella de Copa Mundial. Foto: Tomada de Facebook.

La gente, los neutrales o no tan fanáticos, suplicaban por que no se acabara. Fue fútbol en su expresión divina. La magia de los dioses latía en Catar. Casi lo finiquita Messi con un gol con la zurda a resguardo. Por tener, tiene el nuevo ente, hasta una pierna derecha. Con ella batió a Lloris tras un rechace del meta a tiro de Lautaro Martínez.

La pelota entró con suspenso. Lógico en un encuentro tan intrigante. No hacía mucho calor en Doha, pero las gradas eran un hervidero. En partidos así juegan los hinchas, por supuesto. A Messi le replicó, quién si no, Mbappé. El niño maravilla ya no piensa en el futuro. Ya escribe su nombre con la tinta de las leyendas.

Su estacazo lo bloqueó Gonzalo Montiel con un codo. El francés, chacal en el penalti. Y a penaltis se lo jugaron. De entrada, bingos de, quiénes si no, Mbappé y Messi. Acertó Dibu ante Kingsley Coman y falló Aurélien Tchouameni. Lio, el nieto de la Celia, el sucesor de Maradona, el astro rosarino, agitaba en los cielos. Y la tricampeona Argentina, colaba el mejor gol en la Luna.

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Acerca Carlos Manuel Bernal López

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