Matanzas, para el ensayo
de una historia vieja y nueva,
hablo a solas con la Cueva
del Indio, sobre Yucayo.
Cuando conocí al poeta Gobiel Cruz, autor de Entre metro y rima, el bardo se erguía sencilla y naturalmente con toda la autoridad de los grandes decimistas matanceros. En alguno de aquellos conciertos de música campesina que tenían lugar en la sala White de los años 70, descubrí al poeta de gesto pausado y valoración oportuna.
Gobiel Cruz Villalonga nació el 8 de diciembre de 1933, en el asentamiento de Babiney, próximo a Unión de Reyes. Temprano conoció los rigores del trabajo de campo, donde participaba del corte de caña entre otras labores agrícolas. Desde entonces mostró actitudes para la improvisación poética.
En la década del 50 del pasado siglo, con solo 17 años ya se destacaba el repentista, quien también cultivó la décima escrita.
… yo sé de los babineyes
después de la lluvia gorda,
y de la carreta sorda
al llamado de los bueyes.
Poco después canta en una emisora local de radio. Al triunfo de la Revolución se desempeña en diversos oficios y simultáneamente como artista aficionado. Es a partir de su evaluación artística obtenida en 1968, cuando el creador matancero actuará como poeta profesional. Desde entonces, su obra poética alcanza mayores reconocimientos.
Pronto comparte escenarios con poetas consagrados como Ángel Valiente, Gustavo Tacoronte y Sergio Mederos. Más tarde llega a cantar con las nuevas promociones de poetas como Jesusito Rodríguez, Omar Mirabal y Alexis Díaz Pimienta, entre otros muchos creadores.
Precisamente Alexis Díaz, destacado poeta estudioso de la décima improvisada y escrita, lo caracteriza con singulares detalles: …“Gobiel Cruz, posiblemente el más naborinado de los poetas matanceros, de canto sosegado y creación conceptuosa”.
…El Cornito se despeja
en un canto que no acaba,
verdea la cañabrava
y el sol, de rojo cerquillo
despierta en el amarillo
fragante de la guayaba.
Además de la clásica espinela, Gobiel dominó el soneto, escribió enamorados versos alejandrinos y aún cultivó otras estrofas. Así también utilizó la rima asonante en varias composiciones poéticas. Dueño de un estilo personal, cantó al amor y a la realidad social con particular acento.
En esta noche de luna clara
que es tan propicia para el amor,
estoy soñando con tu mirada
y siento frío en el corazón.
Fundador de grupos representativos de la música campesina matancera, escritor de programas radiales como Rumores de tierra adentro y Guateque dominical, de la emisora provincial, se distinguió por su obra poética y su magisterio.
Fue de trato afable, guayabera impecable y un tabaco que parecía escurrírsele entre los dedos, y admiré su observación atenta y la reflexión profunda.
Hombre cordial, tuvo la delicadeza de confeccionar una colección mecanografiada con los versos de Pedro Pérez Pijeira, el Sinsonte de Torales, que obsequió a mi madre, hija del sinsonte, al conocer de la muerte del rimador cabeceño.
En cierta ocasión cantaba Irán Caballero con Oniesis Gil, en el patio colonial que hoy ocupa la Asociación Hermanos Saíz. Gobiel y yo compartíamos asiento en la fuente que adorna el lugar y entre décimas intercambiábamos impresiones. Entonces me aseguró: ¡Qué imágenes logran estos muchachos!
El Primer Lugar del Premio Cucalambé 1972 lo obtuvo con Alianza, donde canta la unidad histórica del obrero y el campesino cubanos.
Antes de brillar la sierra
fuimos por un mismo atajo
tú: el obrero sin trabajo,
yo: el campesino sin tierra.
Merecedor de incontables reconocimientos, distinguen entre ellas la Viajera Peninsular, otorgada por la Casa Naborí; el Diploma de Honor del Instituto Superior de Arte y el Premio Memoria Viva, que entrega el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.
Fallecido el 5 de julio de 2020, su impronta permanece en el público y los cultivadores del género, que admiran su verso y le agradecen la mano amiga y la sugerencia maestra. (ALH)