Manchester se vistió de celeste. Los ciudadanos salieron del trabajo, colgaron los overoles y se regalaron una tarde de fútbol. Fue en familia, con abuelos que le contaron a sus nietos que jamás imaginaron soñar con la realidad de hoy. También fue en televisiones HD y en radio, lo mismo en grupos que en bares. Fue en la cancha eterna, donde 140 generaciones de futbolistas salieron a la calle a festejar la inmortalidad deportiva.
El 23 de noviembre de 1880 nació el Manchester City, con el nombre St. Mark´s. Ahí partió la historia de un club marcado por el esfuerzo de su gente y por la eterna aspiración de competir contra el otro gigante de la ciudad de apellido United.

Los “ciudadanos” siempre se identificaron como el club de los trabajadores, el club de aquellos que deben sudar el doble para conseguir lo mínimo y trabajar más domingos para igualar la cancha.
Fue un equipo que ganó su primer título en 1904 y su primera Liga de Honor en 1936. Pero también conoció los potreros y en el fútbol moderno se resignó a ser el hermano chico de Manchester. Sus hinchas nunca se dieron el lujo de soñar con títulos, hasta que un magnate de los Emiratos Árabes apareció en el cuento. En 2008, los petrodólares compraron el club y todo cambió para bien.

La copa es celeste, como el Manchester City
Gracias al dinero extranjero pudieron experimentar la justicia de una vida que les debía éxito. El mérito, el esfuerzo y el sudor se empezaron a convertir en campeonatos, trofeos y épicas. La más recordada de todas, el infartante gol de Sergio Agüero para robarle el título al Manchester United.
Hace más de un lustro que dominan Inglaterra y fijaron la mirada en el premio mayor: la Champions. En 2021 rozaron la gloria al jugar la final. No obstante, perdieron contra el Chelsea y esa herida quedó abierta. Dos años después lograron cerrarla.
Thank you so much to every single one of you out there braving this awful weather to show your support! 🩵
You are all amazing! 🙌 pic.twitter.com/BC1g5bLtNs
— Manchester City (@ManCity) June 12, 2023
Con un equipo plagado de estrellas, bordaron su primer astro europeo. Fue el dinero, fue Guardiola y el gol de Rodrigo que destruyó las gargantas ciudadanas y activó los lagrimales.

Sin jugar su mejor partido, el Manchester ganó el juego y se volvió, para siempre, campeón de Europa. El pequeño club de Manchester tocó las puertas de la inmortalidad. Los fundadores de 1880 salieron de la faena celestial, se juntaron en un bar y levitan de alegría. Son campeones, algunos dirán que lo compró el dinero, pero los hinchas del City solo sienten justicia. Y cuando vuelvan a trabajar, serán un poco más felices. Serán eternamente felices. (ALH)