La primera imagen de Camilo Cienfuegos que acude a mi mente siempre que se habla del Héroe de Yaguajay, es la del joven rebelde que cabalgaba al frente de una caballeriza campesina por la misma calzada de Tirry que hoy ostenta su nombre.
Era julio de 1959 y Camilo encabezaba a cientos de bravos campesinos con rumbo a La Habana, para celebrar el primer 26 de julio luego de la victoria revolucionaria. El acto constituía una magnífica expresión de la alianza obrero campesina propugnada por la naciente Revolución.
Las hazañas de Camilo se comentaban en la casa, atentos por la radio clandestina a los sucesos heroicos de la sierra y el llano, junto a los gloriosos nombres de Fidel, Raúl y el Che Guevara. Pero un hecho singular llamaría la atención sobre el guerrillero de largas barbas, sombrero alón y natural sonrisa.
Era la noche del 8 de enero de 1959, justo cuando el líder de la Revolución dirige sus palabras a la nación desde el principal campamento militar de la tiranía, luego de la entrada triunfal del ejército rebelde a la capital del país.
Mientras Fidel expone la significación del pueblo en la victoria y la fuerza invencible de la opinión pública, pregunta sonriente:
– ¿Voy bien, Camilo?
– Vas bien, Fidel- responde Camilo, acompañado de los aplausos y vítores del pueblo que sellan el instante como una demostración de confianza, lealtad y compromiso revolucionarios.
En su breve tránsito como protagonista de los destinos de la Patria, Camilo Cienfuegos Gorriarán, había calado hondo en la conciencia y admiración del pueblo cubano.
Su carácter jovial, firmeza de principios y valentía extraordinaria dejaron una impronta indeleble del Señor de la Vanguardia.
Muy joven, el humilde sastre emigró a los Estados Unidos para ayudar económicamente al sustento familiar. Asentado en México conoció a Fidel y con él salió de Tuxpán en la expedición del yate Granma decidido a liberar la patria sangrientamente esclavizada.
La Sierra Maestra, la invasión del centro del país al frente de la Columna No.2 Antonio Maceo, la histórica victoria de Yaguajay, la ocupación del campamento de Columbia, se registran entre las inolvidables acciones guerrilleras del Comandante Camilo Cienfuegos.
Al triunfo de la Revolución fue nombrado jefe del estado Mayor del Ejército Rebelde, al que consideró como el pueblo uniformado. Atento a la preparación combativa y la superación cultural de las tropas, su voz enérgica y combativa defendió al proceso en todas las tribunas de cualquier amenaza a la unidad y la firmeza revolucionarias.
Su lealtad a Fidel no le permitió enfrentarlo siquiera en el fraternal encuentro beisbolero de los barbudos, donde actuó como receptor de los lanzamientos del Líder Histórico de la Revolución Cubana.
Este 28 de octubre, se cumplen 65 años de su desaparición física. Vencida la maniobra perpetrada en Camagüey por algunos oficiales traidores, dispuso el regreso a La Habana en un pequeño avión que desaparecería en el mar sin dejar rastros en medio de una noche tormentosa.
Vas bien Fidel, repite el pueblo cubano desde un recodo de la historia. Entonces cada 28 de octubre lleva flores al mar para rendir homenaje a su inolvidable Comandante Camilo Cienfuegos. (ALH)