Reconocida figura de la historiografía cubana, Ramiro Guerra Sánchez fue, además, uno de nuestros más esclarecidos maestros. A propósito de un nuevo aniversario de su nacimiento, el 31 de enero de 1880, se debe evocar su obra como un manantial inagotable de cubanía.
El maestro
En 1900 Ramiro Guerra ganó, por concurso de oposición, una plaza de maestro de instrucción pública. A raíz de este hecho fue seleccionado para incorporarse al Curso Especial para Maestros Cubanos de la Universidad de Harvard, Estados Unidos. También fue superintendente de escuelas en Pinar del Río y superintendente general de escuelas de la República de Cuba.
Además del compromiso práctico como maestro, comenzó a publicar artículos sobre educación. Así lo hizo desde 1903, como redactor de la revista Cuba Pedagógica, labor que continuó después en la Revista de Instrucción Pública.
Al ser creadas las escuelas normales en 1918, obtuvo por oposición la cátedra de estudios pedagógicos y fue designado director de la Escuela Normal para Maestros de La Habana. Años después se desempeñó como profesor de geografía e historia de Cuba en la Universidad de La Habana.
Miembro destacado de la Sociedad de Estudios Pedagógicos, en esta institución presentó el informe Un programa nacional de acción pedagógica, publicado en 1922. En él, sostuvo sólidos conceptos sobre el valor de la escuela para la sociedad cubana: “…el primer deber de la escuela cubana en la época actual es contribuir a la consolidación de la República y, con ella, a la independencia, la libertad y la paz”.
En una ocasión posterior declaró que el fin de la escuela era “…formarle hijos fuertes, laboriosos, fieles y entusiastas a la República”. Otra idea, de urgente actualidad, la sostuvo en 1950: “…los problemas de la enseñanza no son de la exclusiva incumbencia de los pedagogos, profesores y maestros, sino también de pensadores, sociólogos, economistas y ciudadanos en general, por lo que es saludable el libre debate de esas cuestiones”.
Su bibliografía forma parte significativa del patrimonio educativo cubano. En ella se incluyen libros como La defensa nacional y la escuela (1923), Pedagogía para las escuelas normales (1952), Martí en las primeras décadas de la escuela primaria republicana (1952), Fundación del sistema de escuelas públicas de Cuba: 1900-1901 (1954), Rehabilitación de la escuela pública: un problema vital de Cuba (1954) y La educación primaria en el siglo XX (1955).
Fiel a su esencia de educador comprometido fue, con una avanzada edad, asesor de la Campaña de Alfabetización en 1961.
El historiador
Las experiencias adquiridas como maestro fortalecieron la dedicación de Ramiro Guerra a la investigación histórica. Siempre insistió en la importancia de la historia para la formación de la conciencia nacional y la educación de las generaciones nacidas después de 1902. En este sentido su obra fue, igualmente, gigantesca.
Considerado, junto a Fernando Ortiz y Emilio Roig de Leushenring, uno de los renovadores de la historiografía cubana, supo vincular la historia con los procesos sociales y económicos de cada época. Así lo demostró en Azúcar y población en las Antillas (1927), uno de sus textos fundamentales y más reconocidos.
Publicó libros que hoy se consideran clásicos, como Historia de Cuba (1921), En el camino de la independencia (1930), La expansión territorial de los Estados Unidos (1935), Manual de historia de Cuba (1938) y Guerra de los Diez Años, 1868-1878 (1950-1952). Coordinó la publicación, en diez tomos, de la Historia de la Nación Cubana (1952). También aportó Nociones de historia de Cuba (1948), texto para la escuela pública con numerosas ediciones.
Obras como Mudos testigos; Crónica del ex cafetal Jesús Nazareno (1948) y Por las veredas del pasado (1957), recogen su perdurable contribución a los estudios historiográficos locales, en los cuales vinculó los recuerdos familiares con el devenir nacional.
Rodeado del respeto de su pueblo, falleció en La Habana el 29 de octubre de 1970, a los noventa años. (ALH)
Ramiro Guerra, una de las figuras cimeras de nuestra Historiografía, merece ser releído en la actualized.Muchas gracias, Dr. C Luis Ernesto Martínez por este acercamiento a su vida y obra. Homenaje digno.