El sol cubano no es solo postal turística. Es implacable, y cuando abusa de su reinado entre mayo y septiembre, escribe historias en la piel con tinta invisible y peligrosa.

Mientras el termómetro sube y las playas se llenan, un enemigo silencioso –el cáncer de piel– aprovecha el despiste, el descuido, la vanidad del bronceado perfecto. Y los números, fríos como el aire acondicionado con que soñamos en julio, gritan una alerta que no podemos seguir ignorando, ni aquí en nuestra Isla, ni en el mundo.

Empecemos por el panorama general, porque el cáncer de piel no es una isla dentro del archipiélago oncológico. La doctora Janet Lamadrid García, jefa del Departamento de Anatomía Patológica del Instituto de Oncología y Radiobiología, nos pone los pies en la tierra con datos contundentes.

Entre 2010 y 2019, la incidencia de cáncer en Cuba aumentó un preocupante 22%. Traducido a vidas: cada año se suman, en promedio, 934 nuevos casos en hombres y 764 en mujeres. Hoy, se diagnostican alrededor de 55 000 nuevos casos anuales. El cáncer es ya la segunda causa de muerte en el país, solo superada por las enfermedades cardiovasculares.

¿Y la piel? Aquí el dato es revelador: si excluimos el cáncer de piel no melanoma –que tiene la mayor incidencia absoluta para ambos sexos–, entonces lideran próstata y pulmón en hombres, y mama y pulmón en mujeres. Pero ese «excluir» es crucial. La piel no melanoma es, con diferencia, el tipo de cáncer más frecuente que enfrentamos. Y su principal agresor tiene nombre y apellido: la radiación ultravioleta (UV) del sol.

Hablemos claro, sin tecnicismos que confundan. El cáncer de piel es básicamente una rebelión celular, un descontrol en las fábricas de nuestra epidermis. Los tipos más comunes son tres, cada uno con su carácter.

El primero de ellos es el Carcinoma basocelular. El «tranquilo» pero terco. Es el más frecuente (¡por mucho!). Crece lento, localmente, como un topo insistente. Rarísima vez hace metástasis, pero si lo dejas, puede causar destrozos importantes donde está. Su causa principal: el sol acumulado, año tras año.

El segundo es el Carcinoma Espino celular. El «ascendente» y más agresivo. Aparece frecuentemente en zonas muy expuestas: cara, cuello, orejas, labios, dorso de manos. Sí puede metastatizar si no se coge a tiempo. También hijo del sol abusivo, sobre todo de quemaduras repetidas.

Y el tercero, el Melanoma. El «guerrillero» peligroso. Aunque es el menos frecuente de los tres, es el más temido. Puede aparecer en cualquier parte (¡incluso donde no da el sol!), surge de los lunares o de la nada, y tiene una altísima capacidad de metástasis si no se diagnostica pronto. Es el que más vidas cobra. El sol intenso e intermitente -quemaduras, especialmente en la infancia y adolescencia- es un factor de riesgo clave.

Y aquí el dato que quema: en Cuba, se reportan cada año más de 5 000 nuevos casos de cáncer de piel, con una tendencia claramente al alza. Piensa en eso mientras ves las colas en Varadero al mediodía y razona que hay cinco mil historias que empezaron, muchas veces, con un «por un ratito no pasa nada».

La doctora Lamadrid apunta dos grandes culpables globales, válidos también para Cuba, el envejecimiento poblacional, ya que vivimos más, y el daño solar es acumulativo. Nuestra piel tiene memoria, y la de un cubano de 70 años ha visto mucho, mucho sol; y los estilos de vida, porque aquí entran factores como la obesidad, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, reconocidos por la especialista como factores de riesgo para el cáncer en general.

Pero para el cáncer de piel, el rey indiscutible es la exposición a la radiación ultravioleta (UV). Es el principal factor desencadenante para los tres tipos de cáncer de piel. Esa radiación daña el ADN de las células cutáneas. Con el tiempo, y con daño acumulado suficiente, las células pueden empezar a multiplicarse sin control: cáncer.

Julio y agosto en Cuba no son meses, son estados de ánimo… y de piel. El sol alcanza su máxima intensidad. Los rayos UV, esos invisibles asesinos, son más directos y potentes, especialmente entre las 10:00 a.m. y las 4:00 p.m. (o incluso hasta las 5:00 p.m.). Es en este período cuando la tentación de la playa o la piscina es máxima.

Y además, la idea de «ponerse moreno» sigue siendo, equivocadamente, sinónimo de salud o belleza para muchos. El uso del protector solar se ve como un estorbo, un gasto o simplemente se olvida, y las quemaduras solares (ese enrojecimiento doloroso que muchos hemos sufrido) se multiplican.

Prevenir el cáncer de piel es posible y está, mayoritariamente, en nuestras manos. Las armas son sencillas, accesibles y eficaces:

En primer lugar, ¡huye del sol al mediodía! Evita la exposición directa entre las 10:00 a.m. y las 4:00 p.m. Es la regla de oro. ¿Playa o campo? Madruga o espera a la tarde. El sol de la mañana temprano y el de la tarde son menos agresivos.

Busca la sombra como si fuera un tesoro. Un árbol frondoso puede bloquear entre el 60-70% de los rayos UV. Sombrillas de playa, preferiblemente oscuras (sí, el negro atrapa más el calor, pero también bloquea más los UV que los colores claros).

Debes usar camisas de manga larga y pantalones ligeros de algodón o telas con protección UV (si puedes acceder a ellas). La trama tupida protege más. Y además debes usar protector solar, gafas y gorros.

El verano cubano es una fiesta, un regalo de la naturaleza. Pero bailar bajo el sol sin protección es jugar a la ruleta rusa con la piel. El aumento del cáncer de piel, con más de 5 000 nuevos casos anuales y en ascenso, es una realidad que grita por mayor conciencia. Las causas están claras: el sol implacable y nuestros hábitos de exposición. Las consecuencias pueden ser devastadoras, especialmente si llega tarde el diagnóstico.

Pero aquí está la esperanza: cerca del 40% de los casos de cáncer (no solo piel) podrían evitarse cambiando estilos de vida, según revistas científicas de prestigio. Para el cáncer de piel, ese porcentaje podría ser aún mayor. La prevención es simple, accesible y efectiva: sombra, ropa, sombrero, gafas y protector solar usado bien y a menudo. Y el ojo avizor: revisarse y acudir al médico ante cualquier señal.

En Cuba existen recursos, tecnología y profesionales capaces en la primera línea de batalla en el diagnóstico y tratamiento. Pero la primera trinchera, la de la prevención, está en cada uno de nosotros, en cada familia, en cada playa.

Disfrutemos del verano, del mar, del campo, pero con inteligencia y protección. Que el recuerdo de esta etapa estival no sea una quemadura, sino una sonrisa sana bajo la sombra de un buen sombrero.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *