El cáncer llegó a cambiar su vida. Francesco Acerbi era un jugador más del promedio, entregado a la noche y los excesos, convencido de que su físico era suficiente para rendir con lo justo y pasar una buena vida.
Pero el cáncer testicular lo sorprendió profundamente y el temor que significa enfrentar una enfermedad modificó su existencia. Lo superó y después recayó, y con voluntad de acero le volvió a ganar.

Una noche, despertó con una crisis de pánico, asustado de su propia sombra. Fue el punto de inflexión. Cambió sus hábitos y cambió su vida. Jugó en el Sassuolo y en la Lazio, y ahí recibió un llamado a la selección italiana de fútbol, coronándose campeón de la Eurocopa 2020 con la Azzurri. En 2022 llegó al Inter y, con 37 años en el cuerpo y una historia de superación en la espalda, rompió todos los esquemas y se fue hacia el área para buscar un empate épico frente al mismísimo Barcelona FC.
Se plantó como centro-delantero y remató con la fuerza de alguien que no quiso rendirse, que superó el cáncer y que se demostró a sí mismo que no existen imposibles.
Francesco Acerbi le dio el empate de oxígeno al Inter, que a la larga fue la antesala de la clasificación a la final. Ya no está enfermo, ya no le teme a su sombra y en el ocaso de su carrera está en su mejor momento, conquistando la inmortalidad que él mismo se prometió.