Los Juegos Florales realizados por el Liceo Artístico y Literario de Matanzas también fueron un espacio para promover la ciencia y el conocimiento.
El Liceo Artístico y Literario de Matanzas se fundó en 1859 y se inauguró de forma solemne el 17 de febrero de 1860. En los Estatutos (1860), se planteó que entre los objetivos de la institución estaba “Promover certámenes públicos de literatura y bellas artes”. Lo mismo hizo el Reglamento del Liceo Artístico y Literario de Matanzas (1861), donde se estableció que los Juegos Florales se celebrarían anualmente, “Con el fin de estimular la juventud a las tareas científicas, artísticas y literarias…”.
Los primeros Juegos Florales
La convocatoria inicial para efectuar un certamen público en el Liceo de Matanzas se dio a conocer el 8 de septiembre de 1860. El mismo debía realizarse en noviembre del año siguiente. Estos Juegos Florales se clausuraron con toda pompa el 9 de noviembre de 1861 con una grandiosa ceremonia de premiación. En ella estuvo presente Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien repartió los lauros a los galardonados.

Entre los temas científicos puestos en concurso estuvo: “Si la isla de Cuba es, como se dice, rica e ilustrada, cuáles son las pruebas; y si no las hay, resultando de su investigación su pobreza y atraso, cuáles son las causas y los remedios”. Otro planteó: “Si se verificase la fusión de los caminos de hierro de la Habana con los de Matanzas y Cárdenas ¿cuáles serían las ventajas o perjuicios que reportarían estos dos últimos puertos?”.
Por último, también se debía considerar la siguiente propuesta: “Si el cultivo de la caña es considerado en esta isla el ramo de la agricultura que mayores utilidades ofrece, y en Europa se venden a igual precio el mascabado y el algodón, qué cambios experimentaría la clase pobre del país, dedicándose a la siembra del algodonero, y que ventajas reportarían del cultivo de ese arbusto el comercio de Cuba y de toda la nación?”.
Con la medalla de oro se alzó Domingo del Monte Portillo, autor de un ensayo acerca de la fusión de los ferrocarriles de La Habana y Matanzas. Un trabajo sobre la riqueza e ilustración de Cuba alcanzó el segundo premio, escrito por Sixto de Guereca. Se presentó otro sobre el primer tema propuesto, que fue descalificado y uno sobre el tercero, que trató sobre el cultivo del algodón en Cuba, considerado poco relevante. No hay referencias sobre sus autores. El jurado que evaluó las memorias presentadas estuvo compuesto por Manuel del Portillo y Jorge de la Calle. El trabajo premiado se publicó en la memoria Juegos Florales del año 1861 (1861).
Otros Juegos Florales se efectuaron el 5 de abril de 1863, sin que haya trascendido nada de ciencia. Uno de los premios entregados en esta ocasión fue una “Elegía a José de la Luz y Caballero”, de Casimiro del Monte. También se proyectaron los de 1864, pero no se efectuaron. Entre los temas propuestos estuvieron: “La educación de la mujer en Cuba y medios para perfeccionarla” y “Ventajas de la física”.
Presencia de la Sección de Ciencias
Una vez que se fundó la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas en el Liceo de Matanzas, el 2 de noviembre de 1864, la presencia de la ciencia en los Juegos Florales se hizo sistemática.
El primer evento de este tipo en que participó la Sección de Ciencias fueron los de 1865. El 21 de enero de ese año se eligieron los temas científicos que concursarían, aprobándose los siguientes: “De los medios para establecer un ingenio modelo y de las ventajas que proporcionaría al país su establecimiento” y “¿Cuál de los métodos zootécnicos conocidos es preferible para el mejoramiento de la raza pecuaria?”.
Además, se aprobó el titulado: “Redactar un compendio de historia de la Isla, que puede ser útil como obra de texto para las escuelas y colegios”. Por último, también se incluyó: “¿La educación física en Cuba está en armonía con la educación intelectual? Si no lo está, ¿cuáles medios deben ponerse en práctica para conseguir esa armonía?”
Para valorar los trabajos presentados se conformó una comisión integrada por Sebastián A. de Morales, Manuel Presas y Joaquín Barnet. Las memorias premiadas se dieron a conocer en octubre y los autores galardonados se presentaron públicamente el 4 de noviembre. Estos fueron, Idelfonso Estrada Zenea, que obtuvo medalla de plata y el habanero Andrés C. Vázquez, que alcanzó un accésit, ambos con memorias sobre el último tema.
El autor del “compendio de historia de la Isla”, recibió un premio especial a propuesta del jurado. Debe tratarse de Emilio Blanchet, quien al año siguiente publicó en Matanzas un Compendio de historia de Cuba (1866). No se recibieron trabajos sobre los otros temas. En la clausura de estos Juegos Florales, Manuel Presas pronunció un discurso.
Otros Juegos Florales se celebraron en 1866. El jurado encargado de evaluar los trabajos científicos fue electo por la Sección de Ciencias y la Junta Directiva del Liceo el 2 de octubre de 1866. Lo integraron José M. Casal y Sebastián A. de Morales en economía política y pedagogía, y Manuel Presas, Joaquín Barnet y Esteban Llorach en ciencias. El 4 de noviembre se presentó la memoria premiada: “Estado de la educación de las niñas, causas que se oponen a que los colegios destinados a ellas produzcan todos los efectos apetecibles, y averiguar los remedios”.
Los temas puestos a concurso en la edición de 1867, se escogieron el 30 de enero de ese año. En economía fue propuesta la presentación de memorias sobre: “Conveniencia de separar el trabajo agrícola del fabril en nuestra industria azucarera; medios más expeditivos de llevar a cabo esta innovación, y resumen de las ventajas que esta pueda aportar a la agricultura y el comercio de esta isla”, “¿Cuál de los cultivos existentes en Cuba puede y debe preponderar sobre los otros?” y “Analizar los inconvenientes de nuestra servidumbre doméstica y proponer los medios de mejorarla”.
En el caso de la historia natural, las temáticas versaron sobre la fauna cubana: “¿A qué especie de mamífero debe referirse el animal llamado ‘perro mudo’ por los descubridores e historiadores primitivos de América?” e “Historia natural de las especies de jutías de la isla de Cuba”. Hay que destacar que la cuestión relativa al llamado “perro mudo”, se solucionó más de un siglo después. Lo hizo el destacado paleontólogo cubano Oscar Arredondo en “El perro mudo y su errónea identificación por Andrés Poey en 1851” (1982).
El resto de los temas estaban relacionados con investigaciones realizadas por la Sección de Ciencias. En química: “Análisis y aplicaciones de las gomas, resinas y gomo-resinas de las principales especies vegetales de la Isla de Cuba”. En física: “Siendo indudable que la luz artificial fatiga la vista de los que con ella trabajan leyendo o escribiendo en este clima, dar una explicación satisfactoria de las causas, y exponer el medio de remediar este mal”. Por último, en medicina debía profundizarse en: “Influencia de la vacuna sobre la economía humana considerada como profiláctica de la viruela, y medios más seguros de obtenerla, conservarla y propagarla”. Este último tema fue un reflejo de la destacada labor de la Sección durante la epidemia de viruelas de inicios de ese año.
Al parecer no se presentó ningún trabajo, o si se hizo no resultó premiado. Incluso, la fecha de entrega, fijada inicialmente para el 4 de septiembre, se extendió por un mes por la poca cantidad de concursantes. Los jurados de estos Juegos Florales estuvieron conformados por Sebastián A. de Morales y Manuel Presas en historia natural; Joaquín Barnet y Agustín Pinto en química y física, y por Domingo Cartaya y Manuel M. Carrerá en medicina. La parte pública se efectuó el 4 de noviembre de 1867, conjugando, como siempre, lo artístico con lo científico. Fueron clausurados por Domingo Cartaya, en ese momento director del Liceo.
El 17 de febrero de 1868 se escogieron los temas para los Juegos Florales de ese año. Fueron, en historia natural: “Flora fanerogámica de una localidad cualquiera de esta isla”; en física: “Un tratado elemental de física”; en química: “Un tratado elemental de química adecuado a las necesidades del país, y en particular a las agrícolas”; y en medicina: “Memoria sobre traqueotomía en casos de croup”. En historia natural se designó como jurados a Sebastián A de Morales y Manuel Presas, en física Manuel Carrerá y Ramón M. Estévez, en química José López Benavides y Joaquín Barnet, y en medicina Esteban Llorach y Agustín Pinto. Se presentaron un total de 14 trabajos y fueron premiados tres, pero no se conocen sus títulos.
El final
Estos fueron los últimos Juegos Florales realizados por el Liceo Artístico y Literario de Matanzas, en los que participó la Sección de Ciencias. En los primeros meses de 1869 se clausuró el Liceo por las autoridades. Había comenzado la Guerra de los Diez Años y no eran tiempos para debates científicos y certámenes literarios.
En la clausura, realizada el 4 de noviembre, era evidente la decadencia que envolvía al Liceo de Matanzas. Así lo expresó su presidente, Domingo Cartaya, en su discurso de clausura:
“Tal parece, Señores, que la época angustiosa que venimos atravesando hace ya algún tiempo, ha extendido su influencia sobre nuestros Juegos Florales; y que la misma atmósfera pesada que ha gravitado sobre nuestras cabezas, ha descargado su peso, si no sobre nuestra inteligencia, a lo menos sobre nuestro entusiasmo. El espíritu, eminentemente sensible, se recoge y concentra en ciertos días, y aunque acaso madure entonces más frutos en silencio, los esconde sin duda y aguarda tiempos mejores para darlos a luz”.
Después de 1878 se reintentó refundar la Sección de Ciencias, pero esto no sucedió. El Liceo de Matanzas, después de 1881, celebró algunos Juegos Florales, pero en ellos no hubo presencia de la ciencia.
En la historia de los Juegos Florales que celebró el Liceo de Matanzas hasta 1868, la ciencia tuvo un lugar destacado. Esta fue una faceta más de la actividad realizada por la Sección de Ciencias que ha trascendido en el tiempo. (ALH)
