El 6 de abril de 1863 abrió sus puertas al público matancero el Teatro Esteban. Renombrado como Sauto en 1899, en su historia hay que mencionar la ciencia.
La historia del Teatro Sauto está muy ligada al desarrollo científico de Matanzas. La idea de fundarlo surgió en medio de una vorágine constructiva y su edificio es fiel exponente de la arquitectura en la ciudad.
Ingenieros, arquitectos, maestros en distintas profesiones técnicas, se hicieron numerosos en el ámbito matancero a mediados del siglo XIX. Esto consolidó, hacia 1856, la intención de establecer un teatro con todas las condiciones requeridas.
Pedro Esteban, gobernador de Matanzas, apoyó la idea desde el inicio. Una de las primeras medidas fue crear una sociedad de accionistas, que escogió la Plaza de la Vigía para emplazarlo.
Se presentaron a concurso varios planos de la nueva construcción. En la evaluación y selección del plano definitivo participó Francisco de Albear, un reconocido científico habanero, creador del acueducto que lleva su nombre.
El proyecto escogido fue el propuesto por el ingeniero, arquitecto y diseñador italiano Daniel Dall’Aglio. Buena parte de las bondades acústicas que posee el teatro se deben a su esmerada labor. Por esta y otras razones es considerado uno de los arquitectos más destacados que han laborado en Cuba.
En la construcción del edificio se acudió a soluciones ingeniosas para nivelar el terreno. Fue necesario enterrar pilotes de júcaro y gran cantidad de piedras, lo cual garantizó su cimentación.
Nada de eso hubiese sido posible sin los saberes creadores de las decenas de personas que participaron. Carpinteros, albañiles, herreros, pintores, constructores y otros hábiles obreros, dejaron su huella anónima en el bello inmueble.
Hechos y personajes
Numerosas personalidades matanceras apoyaron la construcción del Teatro Esteban. Por sobre todas se destacó Ambrosio Sauto, relevante boticario de la ciudad, con una obra sostenida como farmacéutico.
Gracias a este hecho nuestro teatro tiene la singularidad de contener en su nombre, desde febrero de 1899, el homenaje a un hombre de ciencia.
Testigo de su época, fueron varios los adelantos tecnológicos que se estrenaron en el Sauto. A partir de 1874, aunque de forma esporádica, fue utilizada la luz eléctrica en varias funciones. El 8 de abril de 1899 se efectuó allí la primera presentación del cinematógrafo Lumiere en Matanzas.
Con el paso del tiempo, además de las propias de su objeto social, se realizaron actividades vinculadas a la ciencia. Por ejemplo, en 1904 se hizo una velada en honor a los miembros de la Tercera Conferencia de Beneficencia y Corrección.
Cincuenta años después, el 23 de enero de 1954, en su escenario se sucedió otro acontecimiento relevante. Ese día, en un acto apoteósico, la joven poetisa Carilda Oliver Labra y el insigne maestro y naturalista Salvador de la Torre y Huerta, recibieron la Medalla de Matanzas.
En el Teatro Sauto se rinde homenaje, cada mes de enero y como parte de las celebraciones por el Día de la Ciencia Cubana, a los investigadores matanceros más destacados del año. Quedan así, unidos para siempre, el afán científico y el amor por el arte en Matanzas.
Interesante historia. La voy a conservar, pues me sirve para las clases la lectura, compresión y análisis de textos, además, contribuye al conocimiento de los estudiantes sobre este emblemático lugar de la cuidad de Matanzas