El arte digital es cualquier forma de arte que emplee tecnología digital como parte del proceso creativo y de representación. (…) ¡Sí, el mundo cambia, y con él las maneras de producir y procesar contenidos

Video Mapping realizado al Memorial José Martí de la Habana

Como por arte de magia el mundo se transforma. Navegas en la red de redes, impactan las tecnologías, te atrapan y te conectan con un mundo paralelo que parecía imposible o lejano. Pero no; está más cerca de nosotros de lo que imaginamos.

Crear contenidos audiovisuales nos convoca a repensar los diálogos, imágenes, sonidos y silencios, a partir del vertiginoso desarrollo de la inteligencia artificial (IA) y su impacto en la sociedad. ¿Somos consumidores o consumidos por el arte digital contemporáneo? Lo cierto es que, en las últimas décadas, la mencionada manifestación transgrede la cultura audiovisual y genera novedosas formas de expresión.

Para comprender mejor de qué hablamos entendamos por “arte digital” a cualquier forma de arte que emplee tecnología digital como parte del proceso creativo y de representación. Su evolución está ligada al desarrollo de las tecnologías informáticas, multimediales y de la comunicación. ¡Sí, el mundo cambia, y con él las maneras de producir y procesar contenidos!

Quizás usted piense que es poco probable, pero desde una personal computer (PC), con el empleo de IA “el arte digital” explora seductores horizontes. Su impacto en el cine, la música, los videojuegos y las artes visuales, ya avalan su capacidad de transmitir instantaneidad, agilidad, evolución, entretenimiento y de simplificar procesos que ralentizaban la comunicación. Pero, cómo entender en pleno siglo XXI, la revolución cultural a la que convocan las nuevas tecnologías. Son inagotables las potencialidades artísticas que hoy resurgen e interactúan, lo que nos dice cuán conectados estamos a un universo de saberes.

Génesis del arte digital, una metáfora viva

Frieder Nake, científico alemán pionero en el arte digital

En la década de 1960, el arte digital gana reconocimiento con los primeros experimentos en programación y computación gráfica. La obra “Computer Nude” de Frieder Nake (1965) es uno de los primeros ejemplos documentados de arte generado por una PC. En los años 90, con el auge de la tecnología de la información y las comunicaciones esta manifestación gana en legitimidad. Más tarde softwares como Photoshop y la modelación en 3D popularizan el arte digital. Pocos imaginaron que la explosión “Digital Art” en el museo de Arte Moderno en 1999 marcaría un hito en su reconocimiento institucional.

De ahí que, democratizar las herramientas digitales facilita la accesibilidad de artistas de todo el orbe y con ello la permisibilidad de elaborar conceptos y compartir obras sin necesidad de grandes inversiones y lapsos de tiempo. Una explosión diversa y creativa en la producción artística llega al público con la bondad de que este interactúe en un entorno de multiplataformas.

Arte digital entre luces, colores y formas

Video Mapping realizado al histórico Cuartel Moncada de Santiago de Cuba

El arte digital demuestra “minuto a minuto” sus potencialidades para crear espacios, escenarios, mundos imaginarios y personajes realistas. La disciplina emerge como una materia significativa dentro de la cultura audiovisual y diversifica las prácticas, conceptos, percepción y formas de consumo. La incorporación de efectos visuales generados por IA también cambia el panorama de las narrativas cinematográficas. Cientos de películas ya emplean este proceder como mecanismo de desarrollo, logrando productos de calidad. Da lo mismo un viaje a la luna, que al desierto. Pudieras estar en la boca del volcán o en las profundidades del océano Pacífico. Todo filmado desde un simple cuarto con posibilidad de recorte o pantallas que reproduzcan las imágenes necesarias para la grabación.

Por otra parte, la animación en 3D y la producción de videojuegos, se consolidan como una forma de arte interactivo. Estas plataformas van más allá de su función lúdica y de entretenimiento, se convierten en entornos inmersivos y un fenómeno cultural, donde se comparten experiencias, análisis y críticas.

¡Y qué decir de la influencia que ejerce el arte digital en el mundo de la música! Los conciertos de hoy día promueven, más que nunca, un espectáculo visual donde el público disfruta experiencias multisensoriales. Con la música se combinan los movimientos, las luces, los colores, las formas y crean una atmosfera que atrapa la atención de espectadores.

Vale destacar que hace algunos años resultaba una utopía interactuar con el arte digital. La relación directa entre humanos y tecnologías emergía como un fenómeno poco creíble; aunque se vislumbraba en un futuro el anhelo de construir ese enlace. Lo cierto es que, con procederes como la realidad virtual o la realidad aumentada, desaparecen las brechas entre el sueño y el contexto real. Exposiciones en museos, ventas on-line y aplicaciones móviles generan una interacción donde, el ente social, es parte activa de la narrativa. Según Laurel (1993) este vínculo redefine la relación entre el artista y el público.

Sin dudas, el arte digital experimenta un auge sin antecedentes en la historia de la humanidad. La reproducción de obras, la masificación de las manifestaciones, la creación de plataformas para producir y difundir los contenidos, así como las innovaciones que desafían las concepciones hasta ahora entendidas crean nuevos horizontes. ¿Será que, en un futuro no muy lejano, el arte será cada vez más digitalizado?

Estos enfoques abarcan un abanico de prácticas en la era contemporánea. El arte digital llega como una técnica y herramienta para abrir el camino a transitar por los profesionales de las más variadas manifestaciones. Lograr una fotografía con calidad visual y casi perfecta ya no es un problema cuando a través de cámaras y softwares de edición potencian su manipulación instantánea.

Otras manifestaciones apuntan a las riquezas que aportan el videoarte o el arte digital participativo. El primero, trabaja con la imagen en movimiento como materia de expresión. Es decir, puede incluir proyecciones de materiales o cortometrajes artísticos. La segunda, exige la colaboración del público para completar su esencia. 

Difusión del arte contemporáneo digital ¿Futuro incierto?

Quienes se insertan en el mundo de la competencia de mercado y las marcas conocen bien los desafíos que enfrenta el arte digital. No por casualidad se financian campañas publicitarias de Nike, Coca-Cola, cerveza Heineken o algunos productos de belleza. Marcas icónicas del mercado exploran nuevas visuales, donde la tecnología digital atrapa, convence y motiva.

Vender con inteligencia y conectar con los públicos de otra manera suma valores. No solo se transforma la estética, sino el mensaje del producto. La idea es clara: transmitir emociones profundas a partir de experiencias. De esta forma el arte penetra en las percepciones que se tiene hasta entonces del producto y se crean conceptos e identidad.

Unido a ello, el arte digital revoluciona las narrativas y la interacción con el público. Dichas plataformas admiten que los usuarios tomen decisiones que inciden en el desarrollo de la historia. Quizás en una producción seriada, a través de la interacción público-tecnologías, puede cambiar el curso de una narrativa lineal. En este sentido también existen videojuegos donde el internauta elige el camino a seguir a lo largo de su participación y a partir de su gusto estético.

Con los nuevos soportes y técnicas las historias pueden incluir imágenes, animaciones, música y efectos de sonido, creando nuevas experiencias en los usuarios. A través de su capacidad de difusión el arte puede ser compartido y distribuido a nivel mundial interactuando con diferentes culturas y contextos. Cada oportunidad se enlaza como sistema, una cadena que conduce cada eslabón. La interacción del arte digital facilita una retroalimentación instantánea. En minutos, un material audiovisual puede alcanzar millones de vistas, comentarios, ajustes y sugerencias.

En resumen, el arte digital no solo transforma la forma en que se cuentan las historias, sino que redefine la relación entre el creador y el público, y fomenta una interacción más personalizada. Además, entre los artistas, permite el contacto con estilos visuales que no serían posibles en medios tradicionales.

Arte digital para todos y rico en vitaminas

Hoy consumimos el arte como un frasco de complejo vitamínico. Muchos por necesidad o entretenimiento, algunos para alimentar la salud mental y cultura, pocos por mera casualidad y otros en busca de nuevas experiencias. Lo cierto es que las riquezas que produce la multimedialidad en el arte digital transforman la manera en que los artistas crean, distribuyen y experimentan el arte.

La integración de diferentes medios y tecnologías enriquecen los valores y estándares de calidad. Las obras pueden producirse en un espacio lleno de mensajes donde confluyen los textos, audios, imágenes, animaciones y videos para fomentar emociones. Un arte estático ya no tiene futuro en el escenario contemporáneo digital. Vale destacar que, la tecnología permite hoy a los artistas el empleo de nuevas técnicas, que se hacen necesarias en la competitividad del mercado.

La multimedialidad en el arte digital ofrece un vasto campo de oportunidades creativas y conceptuales, sin embargo, también plantea importantes cuestionamientos sobre la autenticidad, el valor y el papel del artista. Ahora bien, frente a este escenario novedoso, atractivo y desconocido para muchos, vale preguntarse. ¿Cómo redefinir la autenticidad de una obra en un mundo donde pueden ser replicadas y modificadas fácilmente? ¿Cómo valorar una obra digital frente a una tradicional? ¿Cuánto afecta la tecnología a la práctica artística? ¿Se convierte el artista en un mero programador?

La percepción del arte digital evoluciona significativamente. Si bien al principio fue visto como un medio menor o efímero, hoy es considerado una forma válida y relevante de expresión. La aceptación del arte digital en museos y galerías, así como su inclusión en ferias de arte contemporáneo, refleja un cambio en la percepción cultural, aunque todavía existe un largo camino por explorar.

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