Se aproximan los meses de julio y agosto, los que tradicionalmente se consideran en Cuba los más calurosos del año. En este 2024 está por ver si superarán las cifras registradas en mayo último, el más cálido a nivel mundial, con una temperatura media global del aire en la superficie 0,65°C, superior a la media de 1991-2020, y 0,19°C superior al récord previo para un mes de mayo, señalado en el 2020.

Y en estos períodos ocurre frecuentemente el golpe de calor, que se produce cuando la temperatura corporal aumenta rápidamente y una persona no puede enfriarse.

Esta situación puede poner en riesgo la vida si ocasiona daños en el cerebro y otros órganos vitales, y puede deberse a la realización de actividades extenuantes cuando hace calor o a permanecer en un lugar caluroso durante demasiado tiempo.

Por lo general, el golpe de calor no dura más de 6 horas, pero si se prolongara podría provocar daños severos. Se trata de la forma más grave de lesión por calor y puede ocurrir si la temperatura del cuerpo alcanza los 104 °F (40 °C) o más.

En cuanto a los síntomas, incluyen la piel roja, caliente y seca, pues se agota la transpiración, y la respiración y frecuencia cardiaca aceleradas. Pueden también presentarse dolores palpitantes de cabeza y alteración del estado mental y del comportamiento, incluidos vértigos, mareos, desorientación, delirios, confusión y pérdida del conocimiento.

Requiere tratamiento de urgencia, pues puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos. El daño empeora cuanto más se retrasa la solución, lo que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones graves o la muerte.

Para contrarrestar el golpe de calor lo más efectivo es sumergirse en agua fría, pues se ha demostrado que la manera más eficaz de reducir la temperatura corporal central de forma rápida es tomar un baño en el que se mantenga el agua fría o helada.

Debe adoptarse medidas de inmediato para enfriar a la persona afectada, entre ellas llevarla a la sombra, quitarle el exceso de ropa, colocarla en una bañera con agua fría o en una ducha fresca, rociarla con una manguera de jardín, pasarle un paño húmedo, abanicarla y colocarle compresas de hielo sobre la cabeza, el cuello, las axilas y la ingle.

Vale estar prevenido, y conocer cómo enfrentar estas reacciones del cuerpo humano.

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