Cuba demostró alta capacidad de preparación y de respuesta antes, durante y posteriormente al azote del huracán Melissa, que combinó su poder destructivo entre los fortísimos vientos y récords de lluvias e inundaciones que ojalá no se repitan.
pitaciones están por conocerse las cifras definitivas luego del acopio y procesamiento de toda la información, pero la inquietud periodística pudo más que la espera para aportar a nuestros lectores las valoraciones de quien siempre me llevo enseñanzas por su locuacidad y experiencia, el MSc. Argelio Fernández Richelme, director de Hidrología e Hidrogeología del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH).
¿Eran evitables los desbordamientos de ríos en la cuenca hidrográfica del río Cauto?
“Las inundaciones iban a ocurrir de todas formas, a partir del comportamiento que tuvo el meteoro con intensas lluvias. Hay que precisar que las avenidas no las provoca el vertimiento de los embalses Cauto del Paso y los que se encuentran aguas arriba del río hicieron su función de represar hasta que los altos escurrimientos lo impidieron y luego continuaron reduciendo los caudales de las avenidas”.
¿De no existir esas presas qué hubiera pasado?
“No quiero ni pensarlo. Los catastróficos efectos del ciclón Flora son inolvidables. Fue el detonante para que Fidel impulsara la voluntad hidráulica a fin de tener agua frente a intensas sequías y evitar o reducir los daños por inundaciones. Y con Melissa comprobamos una vez más la valía de esa política, que llevó al país de tener al triunfo de la Revolución unos 13 pequeños reservorios, para almacenar un volumen total inferior a los 50 millones de metros cúbicos (m³), a disponer hoy de 242 presas capaces de retener más de 9 mil millones de m³.
“Parte de esa infraestructura creada en la zona oriental ha permitido acopiar más de 655 millones de m³ con las lluvias de Melissa. Lo malo es que fueron extraordinarias y provocaron grandes inundaciones en la cuenca hidrográfica del río Cauto, la más grande del país. En ella confluyen varios embalses, que en determinado momento cortan el flujo del líquido en algunas zonas. Así pasó con este evento hasta que se sucedieron llenados y vertimientos que inexorablemente fueron a dar a la presa Cauto del Paso, la cual ya estaba aliviando por sus compuertas. Hubo un escurrimiento masivo que provocó inundaciones de gran magnitud.
“De no existir Cauto del Paso, el agua hubiese fluido todo el tiempo sin regulación ni transformación”.
¿Qué decían los modelos de pronóstico?
“Emitimos pronósticos hidrológicos diarios a partir del 24 de octubre y hasta el 26 los modelos para predecir la evolución meteorológica indicaban precipitaciones moderadas, tanto los que utiliza el Instituto de Meteorología (Insmet), producidos por su Centro de Física de la Atmósfera, como los internacionales que también emplean.

“Hubo un cambio grande en la predicción de 26 para 27, lo que conllevó ampliar el radio de evacuación de las personas. Y es que en algunas zonas se empezaron a manejar valores de lluvias astronómicos ascendentes a 700 milímetros (mm); en un extenso territorio se preveía que los acumulados superarían los 400 mm para 48 horas y yo decía, el modelo tiene que estar equivocado. Pero no, fue real. Nuestro cálculo era que verterían 60 embalses, y así sucedió.
“Agreguemos que el huracán atravesó una zona muy montañosa y ello incentivó las precipitaciones y las escorrentías rápidas, concentradas desde la cabecera de la cuenca del río Cauto hasta la salida en el golfo de Guacanayabo, lo cual implicó el peor escenario pues de ese lado se producen las crecidas más repentinas.
“Se registraron lluvias de más de 100 milímetros en dos horas. ¡Imagínate que 30 mm en una hora se considera intenso! El valor máximo medido por un pluviómetro del INRH excedió los 600 mm en el embalse Gilbert, en Santiago de Cuba, el día 28; y las mediciones en otros puntos de la propia provincia alcanzaron más de 400 y hasta 500 mm. Y créeme que era suficiente con la mitad para que hubiera bastante escurrimiento y se generara el agua que llenó las presas de la región y puso a verter a 10 al unísono, algo inédito. Igual que las 25 en esa situación entre Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo”.
Con esos registros extraordinarios de lluvia y el desastre dejado por el huracán es asombroso que no se haya reportado ninguna persona fallecida.
“Así es. Esto dista de ser obra de la casualidad. Y aunque no siempre los esfuerzos se coronan con resultados satisfactorios, esta vez lo obtenido fue producto de un trabajo intenso de preparación en los últimos 12 meses. Desde el año 2005 posiblemente este sea el evento en el cual el sistema de alerta temprana para inundaciones y ciclones funcionó mejor. Se actuó de manera concatenada en todos los aspectos como el meteorológico, hidrológico, la Defensa Civil, y muy particularmente en las Zonas de Defensa.
“Hoy a nivel mundial se trabaja en la alerta temprana y la gestión de riesgos multiamenazas. Contrario a lo que estaba generalizado de ver los peligros por separado”.
Melissa fue evidencia de los cambios drásticos que están ocurriendo en el clima. ¿Qué papel toca a la hidrología en ese aspecto?
“No son nuevas ni recientes las variaciones en los regímenes de lluvias y sequías. Estas cada vez resultan más frecuentes y de mayor duración, mientras aquellas son más intensas. Todo eso obliga a una gestión del agua mucho más efectiva. Por suerte todavía contamos con bastante personal capacitado, aunque no todos los que quisiéramos.
“Estamos actualizando el estudio de la pluviosidad en Cuba —el último data del año 2000—, que tiene entre otras salidas el mapa isoyético nacional. En ello se encuentran involucrados especialistas del INRH, del Grupo Empresarial de Gestión de las Aguas Terrestres, el Insmet y el Centro de Investigaciones Hidráulicas de la Cujae.
“La Organización Meteorológica Mundial recomienda mantener los 30 años de referencia y hacer actualizaciones cada 10 años, teniendo en cuenta el cambio climático”.
¿Estás de acuerdo que Melissa no dejó solo desastres?
“Dejó enseñanzas para los decisores, la población y, por supuesto, los especialistas, como los vinculados al manejo de fenómenos hidrometeorológicos. El ciclo de gestión de riesgo y el sistema de alerta temprana funcionaron bien. Esto es lo que falla en tantísimos lugares de otras regiones y hay donde ni siquiera lo tienen.
“La Mayor de las Antillas es referente en este hemisferio en el sistema de gestión de desastres y el perfeccionamiento de esa estrategia se yergue sobre las carencias de recursos que imponen el bloqueo de los EE. UU. y nuestras limitaciones financieras.
“Sin chovinismo, cualquiera no conduce las acciones frente a un huracán como los cubanos. Por algo en esta área geográfica todos los países tienen de referencia el método de gestión de riesgos de Cuba”.
Vimos a los presidentes de los Consejos y Zonas de Defensa muy bien informados.
“Sí. En la difusión de mensajes está la preparación tanto del público común como de los decisores. Y en esto hemos trabajado sobremanera en los últimos años, especialmente previendo la fluctuación de personal en puestos de dirección en la base. En ello insiste la vice primera ministra Inés María Chapman, quien mantiene total sentido de pertenencia con nuestro organismo y lo evidencia en sus planteamientos.
“También nos acompaña antes, durante y después de la ocurrencia de los eventos hidrometeorológicos, que tienen características particulares pues ninguno se parece ni ocurre en iguales contextos y cada uno exige análisis y decisiones diferentes, y que sean oportunas”.
¿Te refieres a la mayor efectividad en la respuesta?
“Sí. No es lo mismo estar en una buena situación económica y sanitaria, disponer de reservas para todo el país. Ahora no es así. Y tenemos que agradecer y reconocer lo realizado por las instituciones internacionales con las donaciones, y por otro lado, con las acciones anticipatorias, un mecanismo insertado desde este huracán entre ellos y organismos cubanos hasta septiembre y puesto a prueba llevando para las provincias orientales los recursos, algo muy importante porque se agilizan las entregas a los damnificados”.
