Abrigos, bufandas y no pocos chalecos han inundado el paisaje matutino en la ciudad de Matanzas durante este mes de noviembre. Una masa de aire frío y seco coloca los termómetros por debajo de lo habitual, y los matanceros, acostumbrados al clima caribeño, lucen prendas inusuales en el resto del año.

Algunos buscan los escurridizos rayos del sol en las mañanas invernales, mientras otros intentan mantener el calor entre tela y algodón.

El viento, tan irreverente y caprichoso, mueve a su antojo las cosas, cuando el tiempo parece detenerse en una estación rara para esta porción de isla. Las bajas temperaturas del inicio del onceno mes del año, nos recuerdan que loc cambios, incluso en el ambiente, llegan casi sin esperarlos. La vida muta y se transforma, a veces sin darnos cuenta.
