En 1865 se capturó en la bahía de Matanzas, por vez primera en Cuba, un ejemplar de Quimera cubana, singular pez de la familia de las rayas y tiburones.

El 6 de septiembre de 1865, hace 160 años, el sabio naturalista cubano Felipe Poey presentó en la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas un ejemplar de la especie Chimaera monstrosa. Había sido hallado en la bahía de Matanzas y era el primer reporte de este pez en Cuba. Se lo remitió Sebastián Alfredo de Morales, director de la Sección, confiado en que era un descubrimiento singular para la ciencia cubana.

En la nota que publicó en la revista Repertorio Físico-Natural de la Isla de Cuba, además de las características físicas del ejemplar, Felipe Poey agregó:

“Se ha descubierto este año en Matanzas la Chimaera monstrosa de Linneo, Pez llamado por Cuvier Ch. árctica, de los mares de Europa. Es la primera vez que tenemos noticia de la existencia de esta Quimera en estas regiones de América. Adviértase que es la única especie de este género: considero su adquisición como un dato muy importante de Geografía ictiológica”.

Años después de este descubrimiento, Felipe Poey la consideró una nueva especie y la denominó Chimaera tropica. Fue Luis Howell Rivero quien la estudió más a fondo y la determinó como la especie Chimaera cubana, en 1936. Por su rareza, es uno de los peces más interesantes de la ictiofauna de Cuba.

Nota de Felipe Poey en 1865 sobre Chimaera monstrosa. Archivo del autor.

Una rara especie

Las Quimeras, peces que surgieron hace 400 millones de años, poseen esqueleto cartilaginoso, como las rayas y tiburones. En la familia de las Quimeras se agrupan 36 especies. La única de ellas que habita en el Atlántico occidental es la Quimera cubana, o conejo de lo alto. Puede habitar en fondos marinos con una profundidad de 180 a 1050 metros. Ha sido reportada para Cuba, Puerto Rico, las Antillas Menores y Colombia.

La Quimera cubana se caracteriza por un cuerpo comprimido y alargado. La cabeza es muy grande en comparación con el resto del cuerpo. Posee un hocico corto, romo, y ojos grandes. Puede llegar a 80 centímetros de longitud. La cabeza, el cuerpo y las aletas son de color rosa suave, con un matiz de color gris plateado. La aleta caudal es alargada, como una lanza o flagelo, y el resto de las aletas con cortas. La piel es lisa, sin escamas. Es de hábitos carnívoros. La reproducción es ovípara y los embriones tardan de 6 a 12 meses en desarrollarse.

El ecosistema natural de la Quimera cubana es el mar abierto. Aunque no posee valor comercial, está amenazada por la pérdida de hábitat y el uso de técnicas de arrastre para la pesca. La primera especie de Quimera fue descrita por Carlos Linneo en el libro Systema Naturae (1758).

Estudios sobre un pez

Además de la nota “Chimaera monstrosa”, que apareció en el primer tomo del Repertorio Físico-Natural de la Isla de Cuba, en 1865, Felipe Poey publicó otros trabajos donde hizo mención a esta especie. Así lo hizo en “Sinopsis pscium cubensium”, como parte del segundo tomo de la misma revista en 1868. Sobre la Quimera capturada en Matanzas escribió:

“Las formas se aproximan a las de los Tiburones; por fuera no hay más que una abertura branquial; la primera dorsal lleva anteriormente una robusta espina; la caudal es flageliforme. El macho tiene una espina sobre la cabeza, y apéndices anales trífidos. Hallado en la bahía de Matanzas”.

Dibujo de la Quimera dada a conocer por Felipe Poey en 1876. Archivo del autor.

Otra de las obras de Felipe Poey, Enumeratio Piscium Cubensium (1876), que primero se publicó en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural el año anterior y después en forma de libro, también prestó atención a este extraño pez. En esta oportunidad describió de forma extensa las características de la especie. Además, añadió otros datos sobre su descubrimiento:

“Estudiando las tres o cuatro especies de Chimaera descritas por los autores, he visto que la que más se aproxima a los individuos de Cuba es el Ch. monstrosa…”.

“En el año de 1865 tuve macho y hembra pescados en Matanzas; y en 1876 volví a tener el macho, que he dibujado cuidadosamente…”.

“Este pez rarísimo no tiene nombre vulgar en la Habana: en Matanzas lo llaman Conejo de lo alto. Por lo que aquí doy a conocer juzgarán los lectores si es el verdadero Chimaera monstrosa de Linneo”.

Dibujos de la Quimera incluidos por Felipe Poey en el Atlas de su obra Ictiología cubana. Archivo del autor.

Fue en la magna obra Ictiología cubana, que sólo se publicó de forma íntegra en el año 2000, que Felipe Poey reflejó que se trataba de una especie diferente a la Chimaera monstrosa descrita por Linneo. La consideró nueva para la ciencia y la denominó Quimaera tropica. En relación con esta clasificación, expresó:

“Basta seguir con mis dibujos a la vista las descripciones de las especies nombradas monstrosa Linnaeus; colliei Bennett; cristata Faber; affinis Capello; tales como las traen los profesores Günther y Duméril, para convencerse de que la especie actual es nueva. Los otros nombres que se leen en la larga sinonimia que el doctor Günther ha puesto a la Chimaera monstrosa, quedan aplicados a la última especie”.

“Historia. Cuatro veces se ha pescado en la Bahía de Matanzas: en la Habana no se conoce”.

Otros estudios

En 1936 el investigador cubano Luis Howell Rivero, quien fue una verdadera autoridad en el conocimiento de los peces cubanos, propuso que la Quimera matancera se denominara Chimaera cubana. Lo hizo en el artículo “Algunos peces nuevos, raros y poco conocidos de Cuba”, que publicó en la revista Proceedings of the Boston Society of Natural History. El ejemplar estudiado para esta nueva clasificación lo depositó en el Museo de Zoología Comparada de la Universidad de Harvard, EE. UU. Años después, el ictiólogo cubano Darío Guitart incluyó la nueva especie en la obra Sinopsis de los peces marinos de Cuba (1974).

Ejemplar tipo de Chimaera cubana, utilizada por Luis Howell Rivero y depositada en el Museo de Zoología Comparada de la Universidad de Harvard, EE. UU. Archivo del autor.

En julio de 2014 se capturó una hembra adulta de Quimera cubana, a una profundidad de entre 200 y 300 metros, en la bahía de Matanzas. La estudió un equipo conformado por Alejandra Briones, Fernando Márquez y Yureidy Cabrera, en representación de la Dirección de Ciencias y Regulaciones Pesqueras, del Ministerio de la Industria Alimentaria de Cuba; la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en México, y el Departamento de Estudios para el Desarrollo Sustentable de Zonas Costeras del Centro Universitario de la Costa Sur, en Jalisco, México, respectivamente.

Ejemplar hembra de Chimaera cubana capturada en la bahia de Matanzas en 2014. Archivo del autor.

El reporte de la investigación se tituló “Observaciones del tracto reproductivo de una hembra de Chimaera cubana (Chondricthyes: Holocephali) capturada en la bahía de Matanzas, Cuba”. Se publicó en la revista Pan-American Journal of Aquatic Sciences, en 2020.

La bahía de Matanzas guarda, como uno de sus más grandes y desconocidos tesoros, a la Chimaera cubana. Esta es la Quimera nuestra, la única especie de su tipo que existe en el Atlántico occidental y que se presentó, por primera vez, hace 160 años, en el Liceo de nuestra ciudad.

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