El líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, continúa siendo hoy una de las figuras mundiales más influyentes y debatidas del siglo XX y XXI por su legado político, educativo, cultural y humanista.

Más allá de su papel como jefe de Estado cubano, Fidel Castro fue un pensador estratégico, un pedagogo revolucionario y un símbolo de resistencia global que, casi al cumplirse el centenario de su nacimiento (1926-2026), sigue marcando el rumbo de Cuba y resonando en los movimientos sociales latinoamericanos y el mundo.

Desde los primeros días del triunfo revolucionario en la isla caribeña en enero de 1959, apostó por la educación como herramienta de transformación social. Así, la Campaña de Alfabetización de 1961 fue una de sus grandes hazañas, movilizando a miles de jóvenes para enseñar a leer y escribir en los rincones más apartados del país.

En poco más de un año, la nación antillana no solo erradicó el analfabetismo, facilitando el acceso universal a distintos niveles educativo de forma gratuita, sino que sembró una cultura de compromiso y solidaridad que perdura hasta hoy.

En el ámbito político, el estadista cubano fue el arquitecto del Partido Comunista de Cuba, fundado en 1965 como continuidad de las organizaciones revolucionarias que lo precedieron. Su método de selección del militante ejemplar, basado en la conducta, el compromiso y la ética, reflejaba su visión de un partido profundamente vinculado al pueblo.

La formación ideológica se fortaleció con la creación de escuelas como la “Ñico López” y los núcleos de instrucción revolucionaria en centros laborales y estudiantiles.

Internacionalmente, Fidel Castro dejó una huella profunda en la historia de América Latina y el mundo. Fue símbolo de resistencia antiimperialista y promotor de la solidaridad internacional.

En esa línea destaca su apoyo a movimientos de liberación en África, como en Angola y Etiopía, y su respaldo a causas justas en América Latina, como la Revolución Sandinista en Nicaragua, que lo posicionaron como líder global del Sur.

Cuba ha enviado brigadas médicas a decenas de países, ejemplo de diplomacia revolucionaria que también parte de ese legado solidario del Comandante en jefe que trasciende fronteras. De acuerdos cifras de la isla, desde 1962 sus galenos han atendido a más de 2 300 millones de personas, en casi todos los continentes, contabilizándose además 17 millones de intervenciones quirúrgicas.

En tal sentido, se estima que unas 12 millones de personas han sido salvadas gracias a su labor, que causó más admiración en episodios nefastos para el mundo como la epidemia del ébola en Sierra Leona, Guinea-Conakry y Liberia en 2014 y la de Covid-19 en 2020.

Uno de los impactos más duraderos del liderazgo de Fidel fue la transformación de Cuba en el primer Estado socialista del hemisferio occidental. Bajo su dirección, la Isla rompió con el modelo capitalista dependiente y construyó un sistema basado en la propiedad colectiva, la planificación centralizada y la justicia social.

A pesar del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, y que se ha extendido por más de seis décadas, la nación logró avances significativos en salud, educación y cultura, convirtiéndose en referente para muchos países del Sur global.

Intelectuales como Gabriel García Márquez, Ignacio Ramonet y Frei Betto han destacado la capacidad de líder histórico de la Revolución para analizar, prever y actuar con profundidad estratégica. Sus discursos, extensos pero cargados de contenido, eran verdaderas clases magistrales sobre economía, historia, ética y política.

A partir de 2007, sus “Reflexiones” escritas se convirtieron en una nueva forma de diálogo con el pueblo, abordando temas globales con agudeza y sensibilidad.

Fidel Castro no concebía la política como una técnica de poder, sino como una pedagogía de la justicia. Educó al pueblo en valores como la solidaridad, la dignidad, el internacionalismo y la defensa de los más vulnerables. Para él, las ideas solo valían si estaban respaldadas por sentimientos nobles, por una ética revolucionaria que colocara al ser humano en el centro de todo proyecto.

Uno de los momentos más emblemáticos de su liderazgo fue la Batalla de Ideas, lanzada a raíz del caso Elián González en el año 2000. Este episodio, que involucró el secuestro mediático y político de un niño cubano en Estados Unidos, sirvió como catalizador para una movilización nacional en defensa de la soberanía, la familia y los valores de la Revolución. Fidel convirtió ese conflicto en una plataforma para reafirmar la identidad socialista y fortalecer la conciencia política del pueblo, especialmente entre los jóvenes.

La cultura también ocupó un lugar central en su proyecto emancipador. Fidel Castro entendía que la verdadera libertad no podía alcanzarse sin conocimiento, sin arte, sin pensamiento crítico. Promovió la creación de instituciones culturales, editoriales, escuelas de arte y universidades, convencido de que el acceso al saber debía ser un derecho, no un privilegio. “Ser cultos para ser libres”, decía José Martí, y Fidel lo convirtió en política de Estado.

Miguel Barnet lo expresó con claridad: “El gestor de la política cultural cubana es Fidel… Todas las opciones culturales que hoy tenemos se las debemos a él.” Bajo su liderazgo, la cultura dejó de ser privilegio de élites y se convirtió en patrimonio del pueblo.

A pesar del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos y las dificultades internas, Cuba ha mantenido viva la obra de su emblemático líder. Su legado se percibe en la alegría de los niños que asisten a la escuela, en la entrega de los médicos que salvan vidas en lugares remotos, en la laboriosidad de los obreros y campesinos, y en la voluntad de los jóvenes que aún creen en un mundo más justo y solidario.

Como dijera el general de ejército Raúl Castro en 2016: “Ese es el Fidel invicto que nos convoca con su ejemplo y con la demostración de que ¡Sí se pudo, sí se puede y sí se podrá!”. Fidel sigue siendo el padre de los excluidos, el guía de los marginados, y el símbolo de una Revolución que, más allá de sus contradicciones, marcó profundamente la historia del continente. Su pensamiento continúa iluminando el camino de quienes luchan por la dignidad humana, la soberanía de los pueblos y la justicia social.

Tomado de Prensa Latina

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