“San Francisco, Chicago, Nueva York, Los Ángeles, son lugares muy inseguros y vamos a enderezarlos uno por uno”, dijo Trump a cientos de altos oficiales militares estadounidenses reunidos en un salón en la base del Cuerpo de Marines en Quántico, Virginia, el 30 de septiembre, según artículo publicado en Panorama Mundial.
“Estamos bajo una invasión interna. No es diferente a un enemigo extranjero, pero es más difícil en muchos sentidos porque no usan uniformes. Al menos cuando usan un uniforme uno puede eliminarlos”, declaró Trump dando un paso importante — y muy peligroso — hacia la consolidación del gobierno de un solo hombre.
“El mes pasado firmé una orden ejecutiva para brindarle capacitación a una fuerza de reacción rápida que pueda ayudar a sofocar disturbios civiles”, continuó. “Esto va a ser algo importante para la gente en esta sala porque se trata del enemigo interno, y tenemos que manejarlo antes de que se salga de control”.
El reporte recuerda que Trump había sugerido al secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, que algunas ciudades estadounidenses serían buenos “campos de entrenamiento para nuestro ejército”.
En junio, Trump envió marines y a la Guardia Nacional a Los Ángeles en respuesta a las protestas que estallaron allí después de un aumento en las redadas y deportaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). En agosto, la Casa Blanca envió 2 mil soldados de la Guardia Nacional a Washington, D.C., para “disuadir el crimen”, y el mes pasado Trump firmó una orden ejecutiva para enviar a la Guardia a Memphis, Tennessee, por motivos similares. A principios de octubre, funcionarios de la Casa Blanca notificaron al gobernador de Illinois que las tropas de la Guardia Nacional están federalizadas y serán enviadas a Chicago.
En todos los casos, excepto en Memphis, las tropas llegaron a pesar de las objeciones de los funcionarios estatales y locales. Y, en la mayoría de los casos, las estadísticas muestran que la delincuencia había disminuido en estas ciudades durante el año pasado.
Aunque el presidente tiene algunos poderes para usar tropas federales como una fuerza policial nacional, la Ley Posse Comitatus de 1878 limita tales despliegues a casos en los que existe una autorización específica del Congreso, o si las acciones están “expresamente permitidas por la Constitución”.
El envío de la Guardia Nacional sin una solicitud del gobernador de un estado está reservado para casos de “una rebelión o peligro de una rebelión contra la autoridad del Gobierno de Estados Unidos”.
Durante el encuentro ocurrido en Quántico, Trump describió a Portland, Oregón, como una “zona de guerra”, una ciudad “en llamas”.
Dos días antes, el 28 de septiembre, Hegseth había ordenado que enviaran200 soldados de la Guardia Nacional de Oregón a Portland, bajo autoridad federal, para enfrentar lo que la Casa Blanca describió como “anarquía desenfrenada”. El despliegue es para “proteger propiedades federales” donde las protestas están “ocurriendo o es probable que ocurran”, dijo el secretario de Defensa.
La gobernadora de Oregón, Tina Kotek, declaró que el despliegue de la Guardia Nacional es innecesario y un abuso de poder. El estado entabló una demanda para tratar de bloquearlo. El 4 de octubre, un juez federal lo impidió temporalmente y en respuesta Trump ordenó a las tropas de la Guardia Nacional de California que se dirigieran a Portland.
Según los funcionarios de esta ciudad, la mayoría de las protestas contra el aumento de la actividad de los agentes de ICE y las políticas generales de la administración Trump, aunque a veces ruidosas y bulliciosas han sido pacíficas.
“La ciudad de Portland tiene aproximadamente 145 millas cuadradas. Esta es solo una cuadra de la ciudad”, dijo el jefe de policía de Portland, Bob Day, el 29 de septiembre. “Incluso los eventos que están sucediendo allí no alcanzan el nivel de atención que están recibiendo”, agregó, refiriéndose a la ubicación del edificio federal que ha sido escenario de protestas recientemente.
Day señaló que el pintar a Portland como un estado de anarquía está siendo impulsada por “estos clips de 30 segundos, 20 segundos, 15 segundos… de hace meses o tal vez incluso años”, refiriéndose a las protestas contra la brutalidad policial de 2020. “Lo que realmente está ocurriendo … no cuadra con esa narrativa nacional”.
Inicialmente, “Hegseth consideró enviar a Portland una fuerza élite de ataque del Ejército de Estados Unidos”, para sofocar las recientes protestas contra ICE, según un artículo (en inglés) en el diario Minnesota Star Tribune del 3 de octubre.
“Los mensajes, intercambiados casualmente el fin de semana pasado en un espacio público lleno de gente, muestran a funcionarios de alto nivel de la administración Trump discutiendo el despliegue de la 82ª División Aerotransportada del Ejército, una división de infantería que se ha desplegado en zonas de combate en ambas guerras mundiales, Vietnam y Afganistán”, informó el Star Tribune. “Los mensajes sugieren que el paso alguna vez extraordinario de enviar tropas militares a una ciudad estadounidense se ha normalizado dentro de la administración”.
El discurso de Trump en Quántico se enmarcó en el lenguaje de la lucha contra el crimen y la inmigración no autorizada. Pero es claramente una declaración de guerra contra el pueblo estadounidense, al menos contra aquellos que se atreven a expresar su oposición a las políticas de la administración.
Si bien el objetivo se ha ampliado de los inmigrantes indocumentados hasta incluir a los manifestantes, no es tan difícil imaginarse que no va a detenerse allí. Es solo un corto paso desde enviar a los marines a desbandar la “actividad de las pandillas” en un entorno urbano hasta usar a los militares como una fuerza rompehuelgas o aterrorizar a trabajadores que traten de luchar por mejores salarios o condiciones de trabajo más seguras.
El reunir a 800 líderes militares desde bases remotas de todo el mundo también fue un acto para evaluar su lealtad al presidente y el grado hasta el cual podría contar con ellos para sofocar cualquier disidencia. Instando al grupo a romper con el protocolo acostumbrado y aplaudirlo, Trump “bromeó” con los altos mandos militares allí reunidos: “Y si no les gusta lo que estoy diciendo, pueden irse de la sala. Por supuesto, pueden olvidarse de su rango, pueden olvidarse de su futuro”.
Las recientes protestas masivas, lideradas por sindicatos, y la organización comunitaria que ha ocurrido en Chicago contra el terrorismo de ICE, y contra la amenaza por parte de Trump de expandir el uso interno de las fuerzas armadas, nos ofrecen un ejemplo del tipo de resistencia que será necesaria para contrarrestar la marcha de la Casa Blanca hacia un gobierno dictatorial. Las protestas “No Kings” (No reyes) del 18 de octubre pueden ser un paso en esta dirección.