El 8 de junio de cada año se celebra el Día Mundial de los Océanos, una efeméride crucial para sensibilizar a la población global sobre la importancia de conservar los océanos y los recursos marinos.
Esta jornada tiene sus raíces en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, y fue oficialmente reconocida por las Naciones Unidas en 2008.
La idea de crear un Día Mundial de los Océanos fue propuesta por primera vez por el Gobierno de Canadá durante la Cumbre de la Tierra en 1992. No obstante, fue el 5 de diciembre de 2008, que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución reconociendo oficialmente el 8 de junio como el Día Mundial de los Océanos.
Esta iniciativa se concibió con el fin de aumentar la conciencia sobre los beneficios que los océanos nos proporcionan y la necesidad urgente de protegerlos.
Protección de los océanos y una tarea vital
Los océanos son fundamentales para la vida en la Tierra. Cubren más del 70% de la superficie planetaria y desempeñan un papel esencial en la regulación del clima, la producción de oxígeno y la absorción de dióxido de carbono.
Según la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), el fitoplancton oceánico genera aproximadamente la mitad del oxígeno que respiramos. Además, los océanos proporcionan sustento y medios de vida a millones de personas y son una fuente indispensable de biodiversidad y recursos naturales.
A pesar de su importancia vital, los océanos enfrentan múltiples amenazas que ponen en peligro su salud y, por ende, el bienestar de nuestro planeta. Entre los desafíos más destacados se encuentra la contaminación por plásticos, que es uno de los problemas más graves que afectan, no solo a los océanos, sino a todos los acuíferos y deltas.
Según un informe de la Ellen MacArthur Foundation (2016), si no se toman medidas eficaces, para 2050 habrá más plástico que peces en el océano en términos de peso.

Este tipo de contaminación tiene efectos devastadores en la vida marina, causando la muerte de miles de especies cada año.
El cambio climático está generando un aumento en las temperaturas del agua, lo que contribuye al blanqueamiento de los corales y afecta a la biodiversidad marina. La Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) ha señalado que el calentamiento global también está provocando un aumento del nivel del mar, lo que amenaza a las comunidades costeras y a los ecosistemas marinos.
Los océanos absorben una parte importante del dióxido de carbono (CO2) emitido a la atmósfera debido a la actividad humana. Este proceso está llevando a un aumento de la acidez del agua, lo que afecta negativamente a organismos marinos como los moluscos, los corales y algunas especies de plancton.
Según un estudio del Journal of Geophysical Research: Oceans, la acidificación podría tener consecuencias catastróficas para la cadena alimentaria marina.
Sobrepesca, declive, contaminación…
Asimismo, la sobrepesca es otro problema crítico que pone en riesgo la sostenibilidad de los recursos pesqueros. De acuerdo con la Food and Agriculture Organization (FAO), aproximadamente el 33% de las poblaciones mundiales de peces están siendo explotadas a niveles insostenibles, amenazando no solo a las especies en sí mismas, sino también a las comunidades que dependen de ellas para su subsistencia.

En ese sentido, nuestro país ha estado comprometido con la protección de los océanos mediante varias iniciativas y políticas, las que reflejan un enfoque tanto local como global, abarcando esfuerzos de conservación, políticas regulativas, cooperación internacional, investigaciones científicas y educación ambiental.
Cuba ha establecido un sistema de Áreas Marinas Protegidas para conservar su biodiversidad. Estas áreas incluyen zonas críticas para la vida marina, como los arrecifes de coral, los manglares y las zonas de pastos marinos. El informe “Marine Protected Areas in Cuba: An Updated Assessment” menciona que más del 25% de las aguas territoriales de nuestro archipiélago están bajo algún régimen de protección.
Sobre esa línea destaca uno de los programas más integrales de Cuba: el Proyecto “Sabana-Camagüey”, el cual está dirigido a gestionar sosteniblemente los recursos costeros y marinos del archipiélago Sabana-Camagüey, uno de los más grandes del país.

Este proyecto ha sido documentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, La Ciencia y la Cultura -UNESCO- como un ejemplo de manejo sostenible y protección de la biodiversidad marina.
Cuba regula la protección oceánica
Además, Cuba tiene una serie de leyes y regulaciones para la protección del medio marino. La Ley 81 del Medio Ambiente, de 1997, proporciona un marco legal que abarca la protección y manejo de todos los entornos naturales, incluyendo los marinos. También la Ley No. 129 “Ley de Pesca”, establece la ordenación de los recursos pesqueros cubanos bajo los principios de conservación, el uso sostenible, el enfoque precautorio, la implementación de criterios científico-tecnológicos y la protección de los ecosistemas, en correspondencia con las normas nacionales e internacionales y los principios de seguridad y soberanía alimentaria.
Junto a ello, nuestro país participa activamente en iniciativas de cooperación internacional para la conservación marina. Entre ellas están la Convención de Cartagena para la Protección del Medio Marino del Gran Caribe y el Caribbean Challenge Initiative, que busca aumentar las áreas marinas protegidas en la región.
Además, las instituciones científicas cubanas llevan a cabo investigaciones y monitoreos constantes para evaluar la salud de los ecosistemas marinos. Un ejemplo es el Centro de Investigaciones Marinas (CIM) que trabaja en estudios relacionados con la biodiversidad marina y el impacto del cambio climático.
Se desarrollan campañas de sensibilización y educación ambiental dirigidas a comunidades costeras, pescadores y turistas. Estas buscan promover prácticas sostenibles y la conciencia sobre la importancia de conservar los ecosistemas marinos.
El Día Mundial de los Océanos nos brinda una oportunidad invaluable para reflexionar sobre la importancia de estos ecosistemas y la urgencia de poner en marcha acciones efectivas para su protección. Los océanos son el corazón azul de nuestro planeta y su conservación es crucial para asegurar un futuro sostenible para la humanidad.
Es imperativo que nuestro Gobierno, las empresas y organizaciones, y cada uno de los ciudadanos trabajen juntos para mitigar las amenazas que los afectan y garantizar que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de sus inmensos beneficios. (CMB)