Una mirada bastó para que el amor a primera vista los atrapara. Desde hace cuatro años, unieron sus vidas el cirujano Kevin Manresa y la enfermera Arlety de la Caridad Fundora Coto.
La historia comenzó en la sala C del Hospital Faustino Pérez de la ciudad de Matanzas, convertido en centro de aislamiento en plena pandemia. Él, apenas comenzaba su residencia en la especialidad; ella, concluía sus estudios de técnico medio superior en enfermería.
Al decursar los años estos jóvenes entre batas y protocolos, demuestran a diario que ni siquiera la adversidad puede detener el destino.
LOS INICIOS…
Desde la enseñanza primaria Kevin quería ser médico. “Siempre me gustó la cirugía. Mi mamá desde pequeño me inculcó lo importante de curar a las personas.”
Arletys confiesa que de pequeña no jugaba a las casitas, sino a las enfermeras.
¿Cuál consideran el momento más emocionante de su carrera?
K: El momento más emocionante que yo viví en mi profesión fue cuando me invitaron unos cirujanos de Suiza a visitar el país por un mes para recibir un entrenamiento en cirugía laparoscópica avanzada.
A: Con mucho cariño recuerdo la primera rotación que realicé en el consultorio número uno de la provincia. Un niño de una escuela especial decidió que le pusiera una inyección intramuscular.
Para el joven la cirugía general resulta todo un reto. La dedicación, las horas de estudio y el tiempo que permanece en el salón son sus principales aliados, y agradece mucho el apoyo de su pareja.
La enfermera en la sala de Caumatología afirma que siente el apoyo de Kevin cuando llega a la casa y colabora en los quehaceres del hogar.
El trabajo en un ochenta por ciento forma parte de las vidas de estos jóvenes. La especialidad que escogieron requiere dedicación a los pacientes, entrega, sacrificio. Ellos afirman – sonríen-, que pasan más tiempo con los pacientes que en la casa.
Para Kevin no existe estrategia alguna para mantener un equilibrio entre la vida profesional y personal. Las problemáticas de la vida la afrontan juntos. El tiempo lo planifican al máximo, aunque en muchas ocasiones resulta complejo para ellos.
En el tiempo libre disfrutan sentarse frente al mar, compartir, hacer chistes, conversar. En cuanto a los logros profesionales lo disfrutan entre amigos.
Si de desafíos se trata….
En muchas ocasiones Kevin y Arletys enfrentan desafíos como profesionales del sector de las batas blancas. Al trabajar en especialidades diferentes no concuerdan en opiniones ni en criterios.
El joven cirujano natural del municipio Martí aprende de la unionense a diario, tanto en la vida como en el trabajo. A su corta edad Kevin realizó ya dos cirugías complejas.
“Arle es una muchacha muy empática, al igual que yo. El paciente resulta su prioridad. La caracteriza su profesionalidad, seriedad y responsabilidad. Además, no dejo de reconocer que es muy cariñosa.”
La enfermera ansía terminar su Licenciatura, impulsada por el amor hacia el puesto laboral. Su pareja desea alcanzar las categorías docentes. El sueño del joven talento consiste en llevar a cabo la cirugía laparoscópica en Matanzas a nivel del Centro Nacional. Desde su perspectiva, quisiera brindar a los pacientes la máxima calidad con los recursos y opciones creadas desde el centro hospitalario.
Con la mirada puesta en el futuro, Kevin y Arletys sueñan con una vida juntos: un matrimonio que celebre su amor, un hogar donde construir recuerdos, una familia formada por el reflejo de su unión. Estos anhelos, entrelazados con su vocación de salvar vidas, son el motor que impulsa a la pareja.
¿Qué consejos les gustaría compartir con otros profesionales del sector de salud?
K: Que las generaciones venideras tengan mejor preparación, que tengan una formación, incluso mejor que la que tuve, más facilidades a la hora de tratar a los pacientes.
A: Sobre todo la empatía con el paciente, sentirnos de su lado si comparar las profesiones.
“Para los profesionales de salud las excusas no pueden existir para tratar mal a un paciente, para rendirse, ni para sentirse agotado”, enfatizó Kevin.
Para la pareja, el antídoto para una relación estable y una labor profesional exitosa reside en la comprensión, la paciencia, la comunicación y el entendimiento. Saben que los momentos difíciles son inevitables, pero que superarlos juntos fortalece su relación. Para Kevin, no hay mayor alegría que regresar a casa después de salvar vidas, y encontrar a Arletys, su unionense amada, a su espera.
La ternura con los pacientes y la pasión por el trabajo representan un faro para estos profesionales, recordándoles que incluso en los lugares más inesperados pueden encontrarse la vocación y el amor.
Entre quirófanos y cuidados, Arletys y Kevin construyen algo más que una historia de amor: un legado de dedicación y pasión por la salud. Su ejemplo inspirador demuestra cómo el espíritu emprendedor y la vocación florecen juntos. (ALH)