La creación de un Museo de Historia Natural estuvo entre las realizaciones más significativas de la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas del Liceo Artístico y Literario de Matanzas.

El proyecto más importante que tuvo la Sección de Ciencias, desde su fundación el 2 de noviembre de 1864, fue el establecimiento de un Museo de Historia Natural. Así quedó reflejado en el Artículo 30, Capítulo V, del Reglamento de la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas del Liceo Artístico y Literario de Matanzas, donde se planteó:

“La Sección formará un Museo de Historia Natural, un Gabinete de Física, un Laboratorio de Química y un Observatorio meteorológico según lo vayan permitiendo los recursos de que pueda disponer”.

Artículo 30, Capítulo V, del Reglamento de la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas del Liceo Artístico y Literario de Matanzas (1866). Archivo del autor.

La Junta Directiva del Liceo de Matanzas estuvo de acuerdo con la idea y pidió la formación de una comisión. Esta estuvo integrada por Manuel Presas y Francisco Jimeno. Sin embargo, en diciembre de 1865 no se había“(…)podido llevar adelante tan laudable idea, porque la Directiva carecía de los medios pecuniarios suficientes a la preparación del local necesario para realizar el proyecto tantas veces iniciado(…)”.

Según expresó Manuel Presas en un informe de 1865, era necesario contar en la Sección de Ciencias con socios que ayudaran a “…crear un Museo de Historia Natural…”. También Sebastián A. de Morales, director de la Sección, reconoció que entre las metas para 1866 estaba “…la instalación del Museo…”, y dio a conocer que la directiva para ese año, había

“…ordenado su pronta instalación en uno de los locales más amplios del Liceo, costeando de los fondos generales de este el importe de los estantes y demás utensilios necesarios, según el plano y cómputo presentados por esta Sección…”.

En enero de 1866 se informó en las páginas del diario Aurora del Yumurí, que la Sección de Ciencias, “…se ocupaba en los preparativos para la formación de un Museo, cuyos estantes encerrarán bien pronto una verdadera riqueza…”. El 9 de marzo de 1866 se acordó invitar a los socios de la Sección y del Liceo en general, para que remitieran donaciones, siempre especificando la localidad de donde procedían los objetos naturales y el nombre del donante. Debían enviarse al museo particular de Francisco Jimeno, en Conteras no.34.

Dos meses después se expresó en Aurora del Yumurí:

“Ya están concluidos y colocándose en el sitio que han de ocupar, los estantes para el Museo que la Sección de Ciencias Físicas y Naturales de nuestro Liceo ha organizado para ese instituto. Falta sólo que los numerosos y desprendidos amantes del saber que existen en esta ciudad envíen para enriquecerlo algunas de las curiosidades que poseen y que serán recibidas con agrado por la Sección que promueve tan útil mejora”.

Un proyecto hecho realidad

El 24 de julio de 1866 se comenzaron a publicar, en Aurora del Yumurí, las listas de donativos para el Museo de Historia Natural. Se señaló, además, que esto se hacía con “…gran contentamiento de los amantes del saber, que echaban de menos en una ciudad tan culta como la nuestra un Museo que mostrara a propios y extraños las riquezas del reino vegetal y animal de la isla”, exhortando a que “…el público se anime y continúe contribuyendo con sus regalos para tan importante institución”.

Ese mismo día se informó que Manuel Febles había sido nombrado conservador del mismo, cargo que ocupó hasta el 9 de octubre, cuando se aceptó su renuncia. Para sustituirlo de forma interina fue nombrado Joaquín Barnet, en espera de que Francisco Ruiz pudiera asumir esa responsabilidad.

El apoyo al Museo de Historia Natural creado en el Liceo por la Sección de Ciencias fue masivo. Al respecto se planteó en Aurora del Yumurí:

“Ya se va animando el público –y hace bien- a remitir regalos más o menos valiosos, pero siempre bien recibidos, al museo que con una constancia laudable está formando la Sección de Ciencias del Liceo. Dios quiera que el entusiasmo se sostenga, cosa rara entre nosotros, y que Matanzas pueda envanecerse en breve, de contar con un museo, digno de su cultura, fundado con donativos particulares…”.

En el mes de octubre de 1866, cuando ya el Museo de Historia Natural era una realidad, Sebastián A. de Morales se vio obligado a publicar la siguiente aclaración:

“Se dice por algunos que la Sección de Ciencias ha proporcionado al Liceo un gasto de dos mil pesos con el establecimiento del Museo. La Sección se ve en el caso de protestar contra semejante aserto…”. Agregó que “…la Tesorería del Liceo ha pagado hasta la fecha una suma que no asciende a ciento treinta y seis pesos, y esto en el espacio de cuatro meses que lleva de instalado dicho departamento, honra del Liceo de Matanzas y de su Sección de Ciencias”.

“Museo”, nota publicada por Sebastián A. de Morales en la revista El Liceo, el 15 de octubre de 1866. Archivo del autor.

En el artículo “Museo del Liceo”, publicado en la revista El Liceo, Sebastián A. de Morales expuso con claridad los objetivos trazados. Primeramente, dio las gracias

“…al pueblo de Matanzas por la generosa protección que viene dispensando al Museo de Historia Natural que hemos fundado en uno de los mejores departamentos de este Instituto”.

Después lo calificó de “…utilísima empresa, que andando el tiempo vendrá a ser honra y orgullo de la progresista Yucayo”.

Acerca de su fin social, declaró que “…ha de aspirar, y aspira ya, a ser no el modesto receptáculo de espécimen naturales del Liceo, sino el templo del saber, dedicado al pueblo de Matanzas, en cuyo seno arda puro y perenne el fuego sagrado de la ciencia…”, en el cual “…el curioso y el naturalista pueden ya venir a estudiar nuestra flora y nuestra fauna…” Destacó que debía considerarse una institución “…no solo del Liceo, sino de Matanzas toda”.

Primera parte del artículo “Museo del Liceo”, publicado por Sebastián A. de Morales en la revista El Liceo, el 15 de septiembre de 1866. Archivo del autor.

Las palabras finales de Morales, estuvieron dirigidas a la burguesía matancera, que no había demostrado su apoyo a la creación del Museo. Las mismas permiten comprender cómo la Sección se sostuvo gracias al tesón y la perseverancia de sus miembros:

“¿Faltarán, preguntamos, entre nosotros siquiera tres o cuatro ricos que se dediquen con sus posibles a proteger y fomentar más y más este Museo, así como sucede en otros países, en donde el amor al progreso y al adelanto de las útiles instituciones, enciende en el alma de los buenos ciudadanos la llama noble y purísima del bien procomunal? No creemos que falten, y esperamos que alguno se digne responder a nuestro llamamiento, para que su nombre sea dignamente pronunciado por los buenos patricios que en su seno encierra esta ciudad, que se esfuerza noblemente para conquistar el título de progresista”.

Entre las donaciones para el Museo de Historia Natural, se recibieron animales vivos y disecados, plantas, fósiles, rocas y minerales, monedas, sellos de correos, libros, medallas y otros objetos, que le dieron un carácter polivalente. Los listados de donativos se publicaron en Aurora del Yumurí hasta 1868. Colaboraron 201 personas de todo el país, sobre todo matanceros, incluyendo mujeres y niños, para un total de 366 donaciones. La Junta Directiva del Liceo apoyó en todo momento los esfuerzos de la Sección y también hizo su contribución.

Dentro de los aportes recibidos merece destacarse la donación testamentaria hecha por el taxidermista habanero Juan A. Fabre en junio de 1866. También sobresalieron Rafael de Arango con 281 especies de insectos y Félix García Chávez con 23 ejemplares de aves disecadas. Lo mismo hizo Francisco de Entralgo con 124 ejemplares de plantas medicinales exóticas.

Otras donaciones relevantes fueron las de Plácido Gener, con una colección de 139 minerales, 30 rocas y 138 fósiles. También la de Sebastián A. de Morales, con 200 muestras de semillas y frutos duplicados de su herbario particular. Entre las mujeres se destacaron Inés L. Presas con 160 insectos y Catalina Rodríguez con 19 especies de moluscos cubanos microscópicos. Además, la Junta Directiva del Liceo compró una colección de 1000 muestras de minerales.

Lo más importante es que se logró un apoyo masivo a la convocatoria lanzada por la Sección de Ciencias. Realizaron donaciones destacadas personalidades de la sociedad matancera de la época, pero también niñas, niños y mujeres. Residentes en La Habana y en otros lugares del país también colaboraron.

Un legado en la historia

El ejemplo del Museo de Historia Natural fundado por el Liceo de Matanzas fue reconocido por sus contemporáneos. El sabio Felipe Poey expresó en 1866 que uno de los logros de la Sección de Ciencias era instaurar “…un Museo de Historia Natural y de curiosidades…”. En 1867 el Liceo de La Habana habanero intentó establecer uno similar, sobre lo cual se comentó en Aurora del Yumurí:

“…el Liceo de esta ciudad [de La Habana] trata de fundar un Museo de Historia Natural y Gabinete de Física y Química, por medio de donativos voluntarios, como ha logrado nuestro Liceo formar el rico museo que es hoy uno de sus motivos de orgullo. No dudamos que la sociedad hermana consiga su objeto…”.

Días después, agregó:

“El Museo de Historia Natural de nuestro Liceo podría ayudar al que se trata de fundar en la Habana, remitiéndole los ejemplares duplicados que posea”.

En la reseña sobre Francisco Jimeno de su Diccionario biográfico cubano, Francisco Calcagno señaló erróneamente que: “De su rico Museo, honor de Matanzas, habla Poey en Repertorio…”. Casi un siglo después, el escritor Ricardo Vázquez Pérez, afirmó:

“Seguramente que Don Felipe confundió los datos, ya que, efectivamente, aquella institución acordó fomentar un Museo de Historia Natural; pero según nuestras noticias nunca llegó a integrarse plenamente”.

El Museo de Historia Natural, primero con carácter público fundado en la ciudad de Matanzas, desapareció al cerrar sus puertas el Liceo en 1869. Lamentablemente no se conoce el destino de las piezas que atesoró, que quizás pasaron a particulares o fueron confiscadas por el gobierno. Durante más de un siglo su creación fue ignorada por historiadores y estudiosos e incluso negada, desconociéndose su aporte a la tradición científica local. Recientemente, el investigador matancero Urbano Martínez Carmenate, en el libro El coleccionismo en Matanzas. Del gabinete privado al museo público (2010), valoró la significación de este museo dentro de la historia del coleccionismo matancero.

El Museo de Historia Natural, fundado por la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas del Liceo Artístico y Literario de Matanzas, fue una realidad y un orgullo para los matanceros. A pesar del poco tiempo que tuvo de existencia dejó un ejemplo a seguir como esfuerzo colectivo. Ocupa un lugar de privilegio en la historia de la ciudad.

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