El legado del investigador cubano Tranquilino Sandalio de Noda, además de una sólida obra científica, consistió en demostrar el valor del aprendizaje autodidacta.

Tranquilino Sandalio de Noda fue una figura cumbre la ciencia cubana. No obstante, sus aportes se han perdido en el tiempo. Sus obras, valiosas todas, quedaron inéditas y su famosa modestia, unida a su pobreza y la indiferencia de sus contemporáneos, influyeron en que se perdieran definitivamente. Acerca de la significación de este investigador en el desarrollo científico cubano escribió el historiador José López Sánchez:

Desiderio Herrera Cabrera, Tranquilino Sandalio de Noda y Esteban Pichardo Tapia son los tres grandes científicos de este período. Tienen en común muchos caracteres, ninguno realizó estudios oficiales de las ciencias que cultivaron (…). Se hicieron a sí mismos, venciendo obstáculos enormes”.

Sobre estas figuras destacó, además:

“Los tres mueren pobres. Vivieron estrechamente, teniendo que trabajar para subsistir y luchar contra el medio hostil circundante. Son probos y científicamente generosos. En las circunstancias de su época, con los medios a su alcance, en el ambiente social en que se desenvolvían y en el que libraban la lucha por integrar y dar matiz propio a los elementos culturales cubanos, significaron un movimiento de avanzada”.

Paréntesis biográfico

Tranquilino Sandalio de Noda y Martínez nació en el cafetal Waterloo, Artemisa, el 3 de septiembre de 1803. Es reconocido en la historia cubana por su cultura enciclopédica, de insólita formación autodidacta. A los 12 años obtuvo por suficiencia el título de agrimensor, al trazar los planos de varias fincas de Pinar del Río. Tres años después ya traducía del inglés y a los 19 fue nombrado Socio de Mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana, en premio a su memoria “Causas de las alteraciones de las cosechas de café”.

Dominó varios idiomas y dialectos. En 1839 culminó un diccionario siboney y otro de vocablos africanos, en 1840 una gramática griega y en 1848 un importante trabajo sobre la lengua castellana, todos inéditos. También se destacó como traductor de varios idiomas. Redactó numerosos trabajos históricos, entre los que sobresalieron los dedicados a su terruño pinareño, sobre todo sus Apuntes históricos sobre los guajiros de Vueltabajo. Colaboró en el Diccionario geográfico cubano y preparó un Proyecto de división política y judicial de la isla de Cuba.

En 1831 Tranquilino Sandalio de Noda descubrió los peces ciegos en la cueva del Cajío, dándolos a conocer en carta memorable a Felipe Poey. Comenzó en 1838 sus artículos “Cartas a Silvia”, donde trató temas relacionados con la geología, la flora y la fauna cubanas. Como agrimensor escribió Hatos y corrales de Cuba (1841), entre otras obras. También proyectó caminos y trazó poblaciones, sobre todo en su amado Vueltabajo. Dio a conocer los baños termales de San Diego y abrió sus vías de acceso. Reconoció la costa sur occidental de Cuba, después de lo cual propuso el mejoramiento de varios embarcaderos y la línea de vapores.

Inicio de un escrito publicado por Tranquilino S. de Noda en 1837. Archivo del autor. Archivo del autor.

Realizó un estudio topo e hidrográfico de San Antonio de los Baños. Experimentó y puso en práctica, según aparece en la “Memoria para combatir la hormiga bibijagua”, una novedosa combinación de métodos de control químico y biológico para esta plaga. Desarrolló un censo de San Juan y Martínez, calificado como un modelo para los trabajos de su género. Escribió una Memoria sobre el tabaco en la isla de Cuba, considerado muy completo para su época, con el objetivo de mejorar este cultivo.

Tranquilino Sandalio de Noda fue, además, maestro de instrucción primaria y defensor entusiasta de la transformación científica de la agricultura cubana. En toda su labor sobresalió su énfasis en la promoción del mejoramiento cultural y material de su tierra natal. Murió en San Antonio de los Baños el 23 de mayo de 1866.

Entre los estudios acerca de este científico, hay que mencionar “Tranquilino Sandalio de Noda”, escrito por Mario Sánchez Roig y publicado en el volumen Figuras cubanas de la investigación científica (1942). “Brega y sabiduría de Noda”, de Octavio R. Costa, que apareció en Rumor de historia (1950). También la conferencia Traquilino Sandalio de Noda en el 170 aniversario de su natalicio (1980), por Rafael Martínez Viera. En estudio más integral sobre su vida y obra es el libro Tranquilino Sandalio de Noda, el sabio vueltabajero (2009), escrito por Pedro L. Hernández, Gerardo Ortega y Jorge F. Ramírez.

Noda en sus contemporáneos

Con respecto al saber y la laboriosidad de Tranquilino Sandalio de Noda, escribió el célebre agrónomo cubano José M. Dau, quien fuera su único maestro por breve tiempo: “Estaba familiarizado con todas las ciencias”. También destacó que

“Su inteligencia era tal, (…), que se bastaba a sí propio para penetrar en el santuario de la ciencia, y con cortas lecciones se abrió el camino para marchar por sí solo: y harto aprovechó ese camino porque no hemos conocido hombre de más variada y profunda erudición”.

Para el eminente geógrafo Esteban Pichardo, la cabeza de Tranquilino Sandalio de Noda “…era un almacén ambulante de conocimientos, retenidos por una memoria incomparable”. Por su parte, el destacado naturalista Felipe Poey escribió:

“¿Quién dio educación al hombre de Las Cañas? ¿No fue usted mismo el que se mandó a la escuela? ¿O abrió usted una escuela para sí mismo? Esas son las mejores escuelas”.

Portada de la biografía de Noda publicada en Matanzas en 1891 por Francisco Calcagno. Archivo del autor.

Según el historiador Francisco Calcagno, quien publicó en Matanzas una biografía de Tranquilino Sandalio de Noda, este “Jamás asistió a escuela alguna ni tuvo maestro designado…”, por lo cual “…desde muy temprano se vio abandonado a su propia inteligencia…”, a pesar de lo cual después pudo “…brillar en cualquier ramo de los conocimientos humanos…”.  Lo consideró “…una de las inteligencias más fecundas que ha producido nuestro país…”, puesto que

“…sin más recursos para estudiar que los que le suministraba su perseverancia; mas como esta nunca le abandonó, pronto pudo, gracias a la gran memoria de que estaba dotado, adelantar y adquirir los vastos conocimientos que le adornaron”.

En relación con otros aspectos de su vida, planteó Calcagno:

“Más que enseñar, Noda quería aprender y estudiaba intensamente: su biblioteca, careciendo de todo lujo, era una de las más completas de toda la Isla. Su vida fue una continua y silenciosa ocupación: ora en su estudio meditando sobre volúmenes carcomidos, ora, nuevo Rousseau, recorriendo los campos para herborizar y disecar pájaros, ya respirando los miasmas deletéreos de las ciénagas, satisfecho si podía sorprender algún nuevo secreto a la Naturaleza o añadir un conocimiento más a los muchos que poseía; ora en las cavernas recogiendo curiosidades, y tratando, por medio del anteojo de las ciencias, de lanzar una mirada escudriñadora a través del denso velo que cubre la historia de la Isla más allá del descubrimiento.”, para resumir con esta frase: “Noda estudió mientras vivió…”.

Noda en José Martí

En la obra de José Martí pueden leerse los elogios que dedicó a figuras que sobresalieron por sus conocimientos científicos y humanísticos, adquiridos de manera autodidacta. Uno de ellos fue Tranquilino Sandalio de Noda. En todas las referencias acerca de esta figura, el Apóstol elogió especialmente sus cualidades autodidactas.

Al valorar en 1889 la labor científica de Antonio Bachiller y Morales, reconoció que había sido “…alma de la Sociedad Económica, que de nadie tiene más trabajos, ni de aquel mismo pasmoso Noda, en sus Memorias injustamente olvidadas.” Al referirse a una de las polémicas en que participó, añadió que “Ya vence al sabio más laborioso de Cuba, a Noda, en la polémica sobre la lengua de los isleños aborígenes, que de seguro no es maya, como Noda cree, sino más de Haití y de Cumaná, que de los imperios donde ya sabían de marinos y de negros.” Véase cómo José Martí identificó a Tranquilino Sandalio de Noda con dos cualidades a las que siempre concedió gran importancia: el saber y la laboriosidad.

Al escribir en 1892 sobre la protesta de los estudiantes de la Universidad de La Habana por la supresión del doctorado, José Martí exclamó orgulloso: “¡aunque la tierra que da Nodas, puede pasar sin doctores!”. El ejemplo de Noda sirvió al Apóstol, en esta referencia, para destacar su amor por Cuba y su confianza en los cubanos, de quienes siempre elogió su capacidad para las ciencias y las artes, por encima incluso de la injusta metrópoli española. Al comentar también en 1892, sobre “Juan Gualberto Gómez en la Sociedad de Amigos del País”, elogió esta institución,

“…cuyo hijo más ilustre, a no haber tenido en su seno al inefable José de la Luz, al padre amoroso del alma cubana, habría sido un hijo de los campos, un titulado de la naturaleza, Tranquilino Sandalio de Noda”.

El origen social de Tranquilino Sandalio de Noda, su condición de campesino y de estudioso y amante de la naturaleza, son otras de las razones que utilizó Martí para elogiar su figura ante sus compatriotas.

Inicio de un escrito publicado por Tranquilino S. de Noda y José María de la Torre en 1847. Archivo del autor.

Una última referencia aparece en sus Fragmentos: “…y como hombres de soluciones prácticas, n/. Noda; n/. Cisneros; n/. Conde de P. D.”. La sabiduría de Tranquilino Sandalio de Noda, puesta en función de los problemas de su patria, trajo consigo la aplicación de soluciones prácticas con el objetivo de contribuir al bienestar de los cubanos y al engrandecimiento de la patria. Por esto lo puso al nivel de personalidades como Gaspar Betancourt Cisneros, el Lugareño, y Francisco de Frías, Conde de Pozos Dulces. Para José Martí esta fue una de las condiciones más valiosas de su saber y una de sus cualidades como científico dedicado al bienestar de su pueblo.

El propio Tranquilino Sandalio de Noda reconoció en una ocasión que

“Esta ha sido mi vida entera; luchar contra todo lo que me rodea, para poder estudiar, aun para saber leer, cuanto más para observar”.

En esto radicó su grandeza. No trascendió a la posteridad casi ninguna de sus obras, que quizás habrían sido clásicas para la historiografía, la lingüística o las ciencias naturales cubanas, ni pudo legar a su patria un descubrimiento resonante o un invento útil, pero aportó al futuro lo más importante: su ejemplo personal. Tranquilino Sandalio de Noda demostró que su pueblo era capaz de hacer ciencia con pocos recursos e incluso sin tener ninguno. Se labró a sí mismo un saber que supo invertir en beneficio de los que le rodeaban. Puso en alto las capacidades de los cubanos para vivir en libertad, sin depender de ningún otro país. Por todo ello fue elogiado y admirado.

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