“Cuando se trabaja con amor y cariño todo sale bien.”

Así afirma Ramón, con una sonrisa en el rostro y la seguridad de quien ha vivido lo suficiente como para tener dicha certeza.

A sus 59 años Ramón Torres Oliva comparte su tiempo entre el Hospital clínico quirúrgico Comandante Faustino Pérez y el Tribunal provincial Popular de Matanzas. Durante casi todo el año labora en el centro hospitalario y da lo mejor de sí a los pacientes, y durante un mes su segundo oficio y el sentido de la responsabilidad lo reclaman en el órgano de justicia provincial.

Ser juez lego, explica Ramón, implica un alto compromiso con el pueblo.  A su modo de ver todo trabajo en aras del bienestar popular debe realizarse con amor y dedicación. Él fue propuesto y elegido en su CDR, mediante la captación realizada por el Tribunal provincial Popular.

“El pueblo es quien decide sí está de acuerdo o no con que la persona sea juez lego, porque se puede ser muy bueno, pero no tener las características para administrar justicia. El juez lego debe ser una persona seria, que comparta con el resto en los momentos buenos y malos en su comunidad, y que se dé a respetar. El aspecto fundamental de un juez lego es el respeto a la ciudadanía cubana.

“Nosotros tenemos participación en todas las vistas con el profesional. Es decir, nos sentamos con la abogada, que es quien dirige la vista, y después escuchamos durante el acto judicial. Al finalizar tenemos el derecho a participar en la colegiación de los jueces y emitir un criterio.

«Es decir, el juez puede tomar una decisión, pero nosotros los jueces legos también tenemos la potestad de participar en la decisión final, y escuchar nuestro criterio es muy importante en un tribunal.”

Más de 20 años de labor en el hospital Faustino Pérez de Matanzas le confieren a Ramón el don de gentes, como decimos los cubanos. Durante dos décadas ha transitado por diversas áreas del centro de salud. Una de ellas, a la cual considera uno de sus mayores retos profesionales, devino el traslado de pacientes positivos y sospechosos de COVID-19 durante los meses más difíciles de la pandemia en el territorio yumurino.

“No teníamos horario para salir del hospital y todo el mundo trabajaba con amor e intuición. Estuve directamente en el servicio de urgencias durante esos meses, en un vehículo en el que se trasladaba los casos de altas médicas a sus casas. 

«También cuando el puesto de la Dirección provincial de Salud le informaba al hospital los casos positivos, nosotros éramos los encargados de buscar a estos pacientes”.

Ramón relata cómo durante este período, por el trato diferencial con la población, su compromiso con el bienestar popular aumentó, hecho que se evidencia hoy en su trabajo en el órgano de justicia provincial.

El orgullo por una labor bien desempeñada marca su trayectoria como juez lego. En este sentido, Ramón destaca la importancia del apoyo del colectivo con el que trabaja en el tribunal durante un mes del año.

La dualidad en la vida laboral de Ramón, similar a la de muchos ciudadanos cubanos, no hace más que destacar la entrega y consagración de estas personas que, sin poseer titularidad jurídica, desempeñan tan importante papel, rol para el cual, como recalcó Ramón, el amor y la dedicación devienen factores esenciales. (ALH)

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