En 1903 los maestros cubanos defendieron la existencia de una Pedagogía cubana, debate que hoy mantiene su vigencia.
En el número 24 de la revista La Instrucción Primaria, correspondiente al 25 de julio de 1903, se publicó el artículo “Sobre la Pedagogía cubana”. Lo escribió Emilio Sánchez, un maestro radicado en Cienfuegos, que es hoy poco conocido. A partir de lo planteado por este autor se propició un debate que, más de un siglo después, no ha perdido vigencia.
¿Hay una Pedagogía cubana?
El escrito comenzó con una pregunta: “No pocas veces se ha presentado a nuestro espíritu esta interesante cuestión:—«¿Hay una Pedagogía cubana con carácter y sentido propio?»”. Para Emilio Sánchez esta interrogante debía ser una derivación lógica de la labor diaria de los maestros. Ante cada problemática surgida, estos debían, de forma creativa, reflexionar cómo adaptar los aspectos generales de la Pedagogía a cada situación particular. Consideró que estos aportes colectivos, insertados en la práctica cotidiana,
“…son las que explican y justifican la existencia de una Pedagogía cubana, con carácter y sentido propio, como procuraremos demostrar”.
Además, era necesario tener en cuenta la definición de los “…justos y precisos términos Pedagogía y Educación”. Con esto otorgó el verdadero carácter científico que debía guiar cualquier análisis. Defendió, además, que había que considerar los avances de otras ciencias, como la psicología. En especial, mencionó la psicología social, la que define las características de cada pueblo y nación. Después indagó:
“¿se educan lo mismo el inglés y el chino, el francés y el turco, el sueco y el cubano, el español y el norte-americano?”.
Otro aspecto que defendió Emilio Sánchez, fue la necesidad que tenía la educación de ser auténtica y alejarse de la copia acrítica de modelos extranjeros. En un momento sensible de la historia nacional, pues recién comenzaba a dar los primeros pasos la República de Cuba, hizo un llamado patriótico, al considerar que
“…en materia de educación, es un grave error la imitación. Así como hay una pedagogía inglesa, francesa, alemana, etc., hay también una pedagogía cubana, con carácter y sentido propio, que de día en día se irá acentuando más y determinando mejor…”.

Consideró Emilio Sánchez que esto no bastaba. Por ello insistió, además, en que el sistema de educación que se estableciera definitivamente en el país, debía favorecer la consolidación de una Pedagogía cubana. Defendió que el sistema educativo cubano, más que sabios ilustrados, debía educar y formar ciudadanos, o sea, caracteres, como lo llamó, pues
“…los pueblos, como los individuos, son más grandes, más fuertes y más dichosos por su carácter que por su sabiduría”.
Este debía ser, señaló:
“…el fin pedagógico superior, el ideal supremo de la nueva Escuela cubana, y para realizarlo es preciso que hagamos una educación cubana…”.
Finalizó el artículo del maestro Emilio Sánchez, fechado en julio de 1903, con esta exhortación a sus colegas cubanos:
“No hemos hecho más que apuntar ideas; asunto tan vasto y arduo, requiere seria meditación y extenso desenvolvimiento. Sería interesante conocer la ilustrada opinión de los maestros cubanos respecto a este asunto; porque así conoceríamos también los resultados de sus observaciones y experiencias pedagógicas”.
¿Existe una Psicología cubana?
El 10 de septiembre de 1903, en el número 3 de La Instrucción Primaria, revista publicada por la Secretaría de Instrucción Pública, se dio seguimiento a la pregunta lanzada por Emilio Sánchez. Lo hizo Ramiro Guerra, por entonces maestro primario en Batabanó, quien después alcanzó justo renombre como historiador. Desde el inicio de este trabajo, titulado “Sobre la Pedagogía cubana”, Guerra consideró que estaba de acuerdo con su existencia, como había defendido el maestro cienfueguero. Sobre esta base, planteó que el problema más importante a esclarecer era “…si el sistema de educación empleado actualmente responde a nuestras necesidades…”.
Llevó entonces Ramiro Guerra la interrogante al terreno de otra ciencia, la que consideró sustento necesario, y verdaderamente científico, de la Pedagogía:
“Antes de dar nuestra modesta opinión, como cuestión previa preguntamos: ¿existe una Psicología cubana? Indudablemente sí. El hecho de que exista una Pedagogía cubana lo evidencia, puesto que esta ha de estar basada en aquella”.
No obstante reconocer la existencia de una Psicología cubana declaró que era necesario fijar “…sus caracteres verdaderos…”, así como “…las peculiaridades del intelecto cubano”. Estas cuestiones permitirían profundizar en los cambios que necesitaba el sistema educativo cubano, a partir de
“…un inmenso caudal de datos, de observaciones, de repetidas experiencias, para llegar a conclusiones que merezcan alguna confianza”.

Para Ramiro Guerra, la principal característica del pueblo cubano, era
“…la superficialidad. Con un sistema nervioso en constante excitación, debido a las condiciones de nuestro clima; con una imaginación viva y rica, capaz de las más extrañas concepciones, carecemos de la suficiente voluntad para dar una dirección constante a nuestro espíritu, que pasa como errante mariposa sobre los más variados asuntos, sin detenerse a considerarlo atentamente. El predominio de la imaginación que desfigura los hechos y los combina a su manera, hace, por otra parte, que vivamos fuera de la realidad, formando castillos en el aire, como vulgarmente se dice”.
Este criterio, a todas luces pesimista, fue lo que motivó la dedicación de Ramiro Guerra a la educación por varias décadas. Consideró que la escuela cubana era la única responsable de remediar esa situación y hacia ese esfuerzo enfocó sus energías. Sostuvo que los graves defectos del carácter nacional cubano, eran
“…la poca fijeza de la atención, el predominio de la imaginación a expensas de la razón, y como consecuencia, la debilitación de la voluntad”.
Por tanto, concluyó:
“Si el sistema de educación empleado hoy día tiende a remediar o a perpetuar estos graves defectos, será bueno o malo, respectivamente”.
Por último, Ramiro Guerra destacó la coincidencia de su opinión con la de Emilio Sánchez, al reconocer la existencia de una Pedagogía cubana. La base de esa Pedagogía nacional se sostendría, a su criterio, en el conocimiento de nuestra psicología.
La educación de la voluntad
Meses después, en el número 13 de la revista La Instrucción Primaria, fechado el 10 de febrero de 1904, Ramiro Guerra volvió sobre el tema propuesto por Emilio Sánchez el año anterior. El artículo se tituló igualmente “Sobre la Pedagogía cubana”. En él, reconoció la “…benévola acogida que tuvo nuestro modesto trabajo…”, así como “…el interés que la cuestión planteada por el Sr. Emilio Sánchez, en sí tiene…”.
Planteó que en esta oportunidad se proponía ofrecer una opinión en cuanto al remedio que se necesitaba. Defendió que era indispensable la educación de la voluntad, “…una de las más delicadas y difíciles cuestiones que tiene que resolver la escuela moderna”. Sostuvo que
“…es la voluntad la que pone de relieve la personalidad, pues lo que caracteriza al individuo es su modo especial de responder a las excitaciones del medio; es decir, de obrar, de actuar”.
Para Ramiro Guerra, la educación de la voluntad era un problema que debía ser abordado de frente, así como estudiado de forma integral, para que se pudieran aportar soluciones viables. Esta debía ser una tarea urgente
“…de los que tienen el encargo de preparar una generación vigorosa y activa, capaz de impulsar nuestra naciente nacionalidad por la vía de la justicia y del progreso”.
De entre tantas aristas y “…puntos de vistas distintos…”, como reconoció, Ramiro Guerra escogió el relativo a la educación física. Lo consideró así, debido a “…la decisiva influencia que nuestro empobrecimiento orgánico ejercerá en la vida mental de nuestro pueblo”. Sobre este tema agregó:
“Necesario es, por lo tanto, que los maestros presten a esta toda la elasticidad y vigor posible, formando músculos no precisamente de una fuerza colosal, y sí acerados, resistentes, diestros, que obedezcan rápida y fielmente los mandatos de la voluntad, que en ellos encontrará instrumentos poderosos para llevar a efecto sus determinaciones”.
Explicó después cuestiones vinculadas al tema, como la alimentación adecuada y la formación de hábitos de trabajo. También alertó sobre la realización de esfuerzos superiores a las fuerzas física y mentales de los niños, pues esto podría traer resultados funestos. Por último, destacó
“…tenemos como base indispensable de la educación de la voluntad, que vigorizar el organismo, acrecentar en el niño la idea de su fuerza, alejando de él todas aquellas que puedan deprimirle y hacerle crear hábitos de acción, mediante el empleo activo de sus músculos”.
Genuina y propia
Estos fueron los tres principales escritos publicados en relación con el tema planteado por Emilio Sánchez. Sin embargo, para este maestro cienfueguero este fue motivo para más de una alusión. Consideró sin duda, en aquellos lejanos años, que el mejor aporte de los cubanos a la Patria era la conformación de una Pedagogía cubana. En un informe que envió al Superintendente Provincial de Escuelas en agosto de 1903 volvió a insistir en ello.
En esta oportunidad resaltó que el “…maestro no debe aceptar y seguir servilmente un método porque esté sancionado por la autoridad…”. Hizo alusión a que debía adaptar los métodos al carácter de la enseñanza y las características de los niños. También considerar las circunstancias peculiares del medio en que labora, entre otros factores que influyen sobre el proceso educativo. A partir de esta consideración, recordó que
“…nuestros maestros no deben olvidar un solo momento que enseñan y educan niños cubanos, que desde luego no fueron los que inspiraron los métodos que los libros dan a conocer a aquellos maestros. Y cuando esto llegue a ser bien comprendido por todos y procedan conforme a estas ideas, entonces podrá decirse que se ha creado, que existe, una pedagogía cubana, genuina y propia”.
Durante 1905, y también en las páginas de La Instrucción Primaria, Emilio Sánchez insistió en la necesidad de una Pedagogía cubana. Lo hizo al escribir sobre “La Pedagogía experimental”. En este trabajo, después de destacar la necesidad de otorgar un carácter científico a esta ciencia, señaló:
“No hemos pretendido más que esbozar el asunto; toca a los maestros cubanos hacer las aplicaciones útiles que las ideas expuestas puedan sugerirles, y así irán preparando los materiales para edificar la pedagogía cubana”.
Estas fueron las principales opiniones emitidas en relación con el debate que se ha reseñado. Hay que destacar el hecho de que se le consideró, ya en aquella fecha, una ciencia en permanente construcción y enriquecimiento. En la actualidad, la existencia de una Pedagogía cubana, tiene una vigencia extraordinaria. Como en los inicios del siglo XX, se trata de un aspecto vinculado estrechamente con nuestro porvenir como Patria y como Nación. (ALH)