En 2025 se conmemora el 170 aniversario del nacimiento del médico matancero Julio Ortiz Coffigny. Además, este 11 de junio, se cumplió 95 años de su fallecimiento.
La casa de la calle Contreras número 36, donde hoy radica el Museo de Arte de Matanzas, fue el lugar de nacimiento de Julio Ortiz Coffigny, el 27 de junio de 1855. En este mismo sitio, su hogar de toda la vida, falleció el 11 de junio de 1930.

Fue estudiante del célebre Colegio La Empresa, donde hizo gala de su inteligencia y aplicación. Por los resultados alcanzados, en 1864 recibió un Diploma Honorífico otorgado por la Junta de Instrucción Pública de la ciudad de Matanzas. El 7 de junio de 1871 Julio Ortiz Coffigny aprobó los exámenes de rigor para obtener el título de Bachiller. Meses más tarde, en octubre, solicitó matricular en el curso preparatorio para ingresar en la Universidad de La Habana con el objetivo de estudiar la carrera de Medicina.
El médico y conspirador
Sin embargo, un triste acontecimiento que sacudió a toda Cuba modificó esa intención. Los hechos que culminaron en el injusto fusilamiento de los estudiantes de medicina el 27 de noviembre, motivaron que su padre decidiera enviarlo a Francia. Por esta razón, viajó a Montpellier, donde estudió los tres primeros años de la carrera, que culminó en París el 20 de diciembre de 1881. La tesis que defendió se tituló Du Rhumatisme cérébral et en particulier de son traitement par la méthode réfrigérante.

Una vez graduado, se trasladó a España. Allí realizó la reválida del título en la Universidad Central de Madrid, tras lo cual recibió el grado de Licenciado en Medicina y Cirugía el 10 de marzo de 1882. Por último, el 30 de junio de ese mismo año, realizó en la Universidad de La Habana el ejercicio que se exigía legalmente para poder ejercer como médico.

Durante los años que estuvo fuera de su patria, el joven Julio Ortiz Coffigny se vinculó a su ciudad natal mediante el envío de artículos científicos a sus principales periódicos. Un ejemplo es el titulado “Instituto de Francia”, que se publicó en el Diario de Matanzas el 21 de noviembre de 1878.
Al mismo tiempo, dio a conocer en la revista Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana, el artículo “Quiste hidático del hígado comunicando con el canal hepático; paso de vesículas de equinococos por el canal hepático y colédoco, produciendo un acceso doloroso semejante a un cólico hepático; hepatitis intersticial; peritonitis; desarrollo de una endocarditis vegetante favorecida por un mal estado general” (1879).
Una vez graduado, Julio Ortiz Coffigny volvió a Francia para ejercer como médico por un breve período. Ya establecido en Matanzas de forma definitiva, ingresó como socio del Liceo de Matanzas en septiembre de 1882. Estuvo entre los miembros que fundaron la Sección de Ciencias el 30 de octubre del propio año. Participó en este empeño, que lamentablemente no fructificó, junto a destacados médicos de Matanzas, como los veteranos Bonifacio Carbonell y Esteban Llorach, así como jóvenes promesas de la medicina matancera, como Domingo L. Madan, Félix de Vera y Antonio Font.

En 1887 Julio Ortiz Coffigny comenzó a ejercer como médico, especialmente como cirujano. Al siguiente año fue nombrado subdelegado de Medicina en la Junta Municipal de Sanidad. Entre las nuevas técnicas médicas que introdujo en su práctica como cirujano estuvo la cirugía aséptica y antiséptica. Estuvo además entre los fundadores, el 8 de diciembre de 1892, del Centro Médico Farmacéutico de Matanzas. Laboró de forma activa en la Casa de Beneficencia de Matanzas y en 1897 fue nombrado presidente interino de la Junta de Patronos de la institución.

Es muy posible que Julio Ortiz Coffigny estuviese implicado en los preparativos matanceros del alzamiento del 24 de febrero de 1895. En julio de 1895, la Delegación del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York orientó la reorganización del Comité Revolucionario de Matanzas, que llegó a presidir. Desde esta responsabilidad coordinó acciones para ayudar a las tropas mambisas en Matanzas, tanto con hombres como con pertrechos de guerra.
La condición de médico prestigioso le libró de las sospechas de las autoridades españolas y nunca fue descubierto. Utilizó el pseudónimo Fabio, nombre que tuvo uno de sus hijos. Es conocida la atención médica que prestó, junto al doctor Alberto Schweyer, a las víctimas de la Reconcentración. Con ese objetivo creó un hospital en los terrenos del Palmar de Junco, al que llamó San Pedro, y después otro en la Quinta La Monona, del barrio de la Playa.
En el Hospital Civil
Tras el fin de la guerra y en plena ocupación militar estadounidense, no desmayó en sus afanes patrióticos. Solicitó, junto a un grupo de matanceros, la retirada de la estatua de Fernando VII que existía en la Plaza de Armas y su sustitución por una de José Martí. Al ser nombrado director del Hospital de Santa Isabel el 1 de junio de 1899, demandó que este fuera devuelto por las tropas yanquis que lo ocupaban, lo cual logró el 5 de junio de 1900.

Este mismo año, Julio Ortiz Coffigny participó en la fundación, el 8 de octubre, de la Escuela de Enfermeras de Matanzas. El núcleo inicial de este centro educativo fue un grupo de muchachas que se estaban formando como tales en el Hospital de Santa Isabel. En esta escuela impartió la asignatura Práctica Quirúrgica. Acerca de esta iniciativa, planteó en 1902:
“Anexa al hospital, ha sido fundada hace más de un año y muy pronto se han visto sus favorables resultados, no solamente porque el servicio que este organismo presta en el hospital es incomparablemente mejor que el del antiguo personal, sino porque se ha abierto a la mujer cubana un nuevo campo donde hacer valer sus indiscutibles cualidades”.

En el Hospital de Santa Isabel, después denominado Hospital Civil de Matanzas, Julio Ortiz Coffigny desarrolló una sistemática labor científica que consolidó su prestigio como cirujano. Allí realizó, el 17 de mayo de 1901, por primera vez en Matanzas, una histerectomía. Hizo cesáreas y laparotomías que fueron verdaderos desafíos para su tiempo. Dirigió este centro asistencial hasta 1929, donde desempeñó un papel relevante en la formación de nuevos médicos matanceros. Sobresalió por su dedicación a la atención de los afectados durante la epidemia de gripe española en 1918.

Al respecto señaló el médico Alberto Schweyer Lamar en 1910:
“El Hospital de «Santa Isabel y San Nicolás», establecimiento de carácter provincial, es una institución que justificadamente honra a Matanzas por la inteligente dirección que le imprime el Dr. Julio Ortiz, ya acreditado cirujano de nuestro país, y a quien secundan otros dos Médicos Internos y uno de Visitas, más un cuerpo de Enfermeras ya maestras en la asistencia hospitalaria. Hace buena tal afirmación el movimiento de enfermos habido en 1908, ascendente a 1250 entrados por 1033 salidos y solo 130 defunciones—10 % de mortalidad—operaciones practicadas 273, de las cuales 206 han sido de cirugía mayor, con inmejorable éxito”.
Uno de sus discípulos, el doctor Oscar Forest, rememoró en una ocasión:
“Este hospital Santa Isabel dirigido por el Dr. Ortiz fue centro de actividades quirúrgicas y verdadera escuela donde unos y otros completaban y aprendían las distintas técnicas operatorias muy mal ensenadas entonces en la Universidad. Sólo viendo operar al Dr. Ortiz se aprendía cirugía. Yo puedo decir que mis conocimientos quirúrgicos los inicié a su lado y además adquirir esa decisión y sangre fría con que él abordaba los casos más graves”.

Julio Ortiz Coffigny estuvo entre las principales figuras de la Sociedad de Estudios Clínicos de Matanzas, fundada en 1912 por el médico Filomeno Rodríguez Acosta. También formó parte de la Asociación Cívica Cubana y estuvo entre los organizadores de los Juegos Florales que esta celebró en 1916. Presidió el Liceo de Matanzas entre 1916 y 1918. Fue nombrado Cónsul de Bélgica en Matanzas en 1919 y el 5 de enero de 1920 le fue concedido el Execuátur por el presidente Mario García-Menocal para ejercer las funciones inherentes a ese cargo.

Fue uno de los vicepresidentes del Tercer Congreso Médico Nacional, realizado en 1914. Además, presentó el trabajo titulado “Quiste congénito del hígado, en una niña de cinco años. Extirpación de la bolsa propia y más supialisación de la cavidad que ocupaba en el hígado. Curación”. También estuvo en la Primera Conferencia de Beneficencia y Corrección en 1902, donde integró el comité de “Hospitales, dispensarios y enfermeras”. En el cuarto de estos eventos (1905), formó parte de la sección de “Enfermos, locos y degenerados”.

Publicó artículos en varias revistas científicas, en los cuales divulgó los resultados de su desempeño como médico. Por ejemplo, en la Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana dio a conocer “Quiste del ovario tratado con éxito por inyecciones yodadas” (1889). También colaboró con El Progreso Médico y Revista Médica Cubana. Fue autor del folleto Memoria que presenta a la Junta de Patronos del Hospital Civil Matanzas el Director del mismo Dr. Julio Ortiz y Coffigny (1903).
Estuvo entre los redactores de la revista matancera Médica, junto a un grupo de jóvenes médicos encabezado por Mario E. Dihigo. En ella publicó “Nota sobre una rara complicación de la gastro-enterostomía” (1923) y “Recuerdos”, donde rememoró la obra del destacado neurólogo matancero José Antonio Valdés Anciano.
Homenajes
En su larga y fructífera vida como médico, Julio Ortiz Coffigny recibió varios homenajes. El 16 de marzo de 1923 fue electo académico corresponsal de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. Recibió, el 19 de noviembre de 1927, en su grado de Caballero, la Orden de Carlos Manuel de Céspedes, la más alta que se concedía en Cuba en aquel momento. Le fue otorgada junto al doctor Adolfo Lecuona Madan, otro relevante médico y patriota matancero.

Al morir, Julio Ortiz Coffigny fue recordado como uno de los más eminentes hijos de Matanzas. Acerca de lo mucho que amaba a su ciudad natal, escribió el corresponsal del Diario de la Marina:
“Eminente como cirujano, consagrado como clínico, con fortuna propia, y relaciones sociales, e influencias inmensísimas, constantemente era invitado el doctor Ortiz a trasladarse a La Habana, campo el más adecuado a su gigantesca personalidad: pero rehusó siempre dejar a su amada ciudad, y apegado a su casa, a sus tradiciones, al culto a su abolengo y a su apellido, vivió feliz, tranquilo y conforme en la modesta población a la que adoraba con apasionamiento”.
