Entre 1922 y 1927 el naturalista español Fermín Cervera exploró la ciénaga de Zapata y fue protagonista de los descubrimientos más sorprendentes en la historia de la zoología en Cuba.
Durante el siglo XIX, las aves cubanas fueron ampliamente estudiadas. Personalidades como Ramón de la Sagra, Juan Lembeye y Juan Cristóbal Gundlach, publicaron libros clásicos sobre el tema. Parecía poco probable que quedara alguna especie endémica por descubrir. Sin embargo, entre 1922 y 1926, el español Fermín Cervera encontró tres nuevas aves cubanas desconocidas para la ciencia. Todo sucedió al sur de Matanzas, en la ciénaga de Zapata.
Cervera y Cuba
Fermín Zanón Cervera llegó a Cuba en 1895. Formaba parte de los jóvenes reclutados para servir en la guerra contra los mambises cubanos. Tenía 20 años, pues había nacido en 1875 en el pueblo de Godelleta, cerca de Valencia, España. Interesado por las ciencias naturales, la naturaleza cubana lo cautivó para siempre. Regresó a su patria tras el fin de la contienda en 1898. Después ingresó en la Guardia Civil, donde sirvió hasta 1904.

Viajó entonces a México y se radicó en Veracruz, donde vivió varios años y trabajó en el cultivo y secado de café. En 1918 obtuvo un empleo en la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, una de las instituciones más prestigiosas de la ciencia cubana en aquella época. Comenzó como auxiliar de laboratorio del Departamento de Entomología Económica y Patología Vegetal. También fue conservador del museo y llegó a conformar una importante colección entomológica. Además, hizo trabajos para la sección de Sanidad Vegetal de la Secretaría de Agricultura, Comercio y Trabajo.
En la Estación Experimental Agronómica, Fermín Cervera conoció al doctor Thomas Barbour, destacado zoólogo estadounidense. Barbour era director del Museo de Zoología de la Universidad de Harvard y en ese momento realizaba investigaciones sobre la fauna cubana. También Cervera mantuvo estrechas relaciones con el investigador cubano doctor Mario Sánchez Roig, quien lo comisionó en 1922 para que realizara una colecta de aves en Santo Tomás, localidad de la ciénaga de Zapata. Fue el instante preciso en que Fermín Cervera entró en la historia de la ciencia cubana.
El descubrimiento
En septiembre de 1950, en el Boletín de Historia Natural de la Sociedad Felipe Poey, se publicó el trabajo “El descubrimiento de la ferminia”, escrito por Fermín Cervera en 1927. Gracias a este testimonio es posible saber los detalles de ese suceso, lo cual permite aclarar varios errores repetidos durante años. Sobre la intención del viaje a la ciénaga de Zapata y quién lo patrocinó, expresó Fermín Cervera:
“Por indicación y deseos del Dr. Mario Sánchez Roig, y aún más a gusto mío, fui el día 12 de Agosto del año 1922, a Santo Tomás, donde existe un corte de madera, a conseguirle aves para su colección”.

Tres días después, el 15 de agosto, con las chalanas en que viajaba cargada de carbón y leña, Fermín Cervera supo de la existencia de un ave desconocida:
“…percibí el hermoso canto de un ave que noté diferente a las hasta entonces conocidas en esta Isla. Salté de la chalana en donde iba, y con agua hasta la cintura y el rifle de salón, me dirigí hacia el músico, que no cesaba en su armonioso canto. Lo encontré como inmóvil, posado en un árbol a unos 2 1/2 metros de altura; pude acercarme a él a menos de 2 metros y no note la menor sorpresa a mi presencia, pues continuaba cantando, lo mate y en el acto lo reconocí como especie nueva, al menos para la fauna cubana”.
“Siguiendo el curso en una extensión de 8 a 4 kilómetros, oí cantar 3 individuos más, pues tuve que resignarme a mis deseos de obtenerlos, porque no podía quedarme allí abandonado”.
Continuó Fermín Cervera con su relato:
“Ya aquí en la Habana, monté el ejemplar y lo entregué al Dr. Sánchez a la vez que le comunicaba por correspondencia el sorprendente hallazgo al Dr. Thomas Barbour, del Agassiz Museum de la Universidad de Harvard…”.

En febrero de 1926, sigue contando Fermín Cervera, mostró el ejemplar de ave al doctor Barbour “…para su comparación y clasificación en el Museo de Harvard”. La nueva especie recibió de Thomas Barbour el nombre científico de Ferminia ceverai, con lo cual se rindió homenaje a su descubridor. Entonces el zoólogo estadounidense le encargó volver a la ciénaga de Zapata para capturar más ejemplares:
“En Septiembre del año pasado pude ir allá y en los días 7, 8, 9 y 10 obtuve 7 individuos que por cierto estaban mal emplumados a causa de la muda; de ellos 5 mandé a dicho Dr. y 2 entregué aquí al Sr. Armando Parajón, que los conserva en su buena colección de aves en el Vedado. De entre los 5, escogió el Dr. Barbour, uno como tipo, y honrándome grandemente tuvo a bien el dedicármelo genérica y específicamente, por cuyo motivo no acierto a exponerle mi agradecimiento”.
De acuerdo a lo planteado por Fermín Cervera, la ferminia fue descubierta el 15 de agosto de 1922 y clasificada por Thomas Babour en 1926. Esta es la razón por la cual se plantea que esta nueva especie de ave cubana se descubrió en este último año, cuando realmente sucedió cuatro años antes. Sin embargo, hay más aspectos que deben ser aclarados. Según el testimonio de Cervera, en 1927 volvió a Santo Tomás:
“En el corriente año 1927, de nuevo el Dr. Barbour, deseoso de que fuese por más ejemplares, cumplí su encargo y desde el 25 de Febrero al 4 de Marzo (8 días), obtuve varios individuos, todos machos perfectamente emplumados, uno de los cuales presento aquí como muestra. De los individuos obtenidos hasta ahora, sólo he podido lograr 1 hembra que iba acompañada del macho”.

Anotó además Cervera el descubrimiento, en esta oportunidad, de otras dos especies de aves endémicas. Se trató del cabrerito de la ciénaga y de la gallinuela de Santo Tomás:
“En este viaje, aún me cupo mayor satisfacción, pues el día 27 descubrí dos especies más de aves: un Rálido y un Tanágrido, descubrimiento tanto más importante cuanto que fueron hechos en la Ciénaga de Zapata, región explorada por el Dr. Don Juan Gundlach Redverg, príncipe de la Ornitología Cubana; y cuando desde hace muchos años no se descubría ninguna especie nueva de esta rama en Cuba”.
El cabrerito de la ciénaga (Torreornis inexpectata) fue descrito por Barbour y Peters en el propio año 1927. El nuevo género Torreornis fue un homenaje al sabio matancero Carlos de la Torre y Huerta. Existen dos subespecies en Guantánamo y Ciego de Ávila, descubiertas décadas después. Por su parte, la gallinuela de Santo Tomás, también descrita por Barbour y Peters, recibió el nombre Cyanolimnas cerverai. Esta última ave se considera en peligro crítico de extinción. Ambas, junto a la ferminia, forman parte de patrimonio natural matancero.

Continuó el testimonio de Fermín Cervera con la descripción de su descubrimiento estrella, la ferminia:
“La nueva especie de que se trata, Ferminia cerverai, rarísima vez se la observa sino por su canto siguiendo el sonido de su melodiosa voz y si cesa en su canción, es casi tiempo perdido el buscarla, pues solamente maté un individuo que silenciosamente se me apareció de cerca, y como las hembras no emiten sonido fuerte, sino más bien una especie de charla entre ellos, es difícil verla. No he podido anotar sus costumbres, porque de esperar a observarlas, me hubiera expuesto a no tener ningún ejemplar. Pude ver cierto individuo que con vuelo rápido y preciso, aunque corto, se posó cerca de mí y al instante saltó nuevamente desapareciendo. Canta en todas las épocas del año; así he podido observarlo en Febrero, Marzo, Agosto y Septiembre y cuando más a menudo lo repite, es desde el amanecer hasta las 10 de la mañana. Su piel es muy fuerte”.
Acerca de la localización geográfica de la ferminia, destacó:
“Aun cuando no he pisado otros parajes de la Ciénaga de Zapata, supongo que hasta el presente, habita solamente allí, en una corta extensión localizada, pues de encontrarse en otros lugares, seguramente no hubiera pasado inadvertida por Gundlach y otros Ornitólogos; y el Sr. S. C. Bruner, también versado en esta Rama, manifestome haber pasado por allí hace algunos años y no lo advirtió”.
Por último, Fermín Cervera aclaró la intención de su testimonio acerca de descubrimiento de estas aves:
“He presentado estas notas, por invitación de mis distinguidos amigos, los Dres. Carlos de la Torre y Huerta y Gonzalo M. Fortún, el primero Prof. Titular de la escuela de Ciencias y ex-Rector de la Universidad y el segundo Director de la Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, Presidente y Secretario respectivamente de la Sociedad Felipe Poey, y también por el socio de la misma Sr. S.C. Bruner, quienes me brindan y acogen gustosos cualesquiera de mis humildes colaboraciones , sin yo pertenecer a dicha Institución, por cuyo favor les quedo agradecidísimo”.
Regreso a España
De acuerdo con las fuentes consultadas, Fermín Cervera volvió a España en el propio año 1927. Continuó su interés por las ciencias naturales, pero también se inició en la política y llegó a ser alcalde de Godelleta, su pueblo natal. Falleció en 1944. Se cuenta que antes de morir liberó las aves que tenía en su casa. También se dice que su esposa vendió la colección de aves cubanas disecadas que aún conservaba.
Fermín Cervera protagonizó, sin proponérselo, las excursiones científicas más fructíferas que recibió la ciénaga de Zapata. Pasó a la historia como un hombre modesto, a quien premiaron la perseverancia y el destino. Su nombre ha quedado unido para siempre a Matanzas y a la ciencia cubana.