Médico eminente y naturalista consagrado, perdió la vida mientras cuidaba enfermos de difteria. A los 29 años Manuel Jacinto Presas y Morales ingresó al Olimpo de los mártires de la ciencia cubana.
Manuel Jacinto Presas y Morales nació en Matanzas el 22 de enero de 1845. La naturaleza, sus maestros y el ejemplo de su tío, el botánico, médico y patriota Sebastián Alfredo de Morales, modelaron su interés por la ciencia.
Un joven talentoso
Desde muy joven Presas dio muestras de su talento. Como estudiante de la Universidad de La Habana tuvo una ejecutoria brillante. Incluso, con 17 años formó parte de su prestigioso claustro.
En el curso 1862-1863, era suplente de la cátedra de zoología y anatomía comparada, y entre 1863 y 1865 lo fue también de la de historia natural. También fue catedrático interino de zoología, botánica, mineralogía y geología, desde 1865 hasta 1866.
Sin estar graduado, en 1865 sustituyó por unos meses a su profesor Felipe Poey, quien era considerado el más grande naturalista hispanoamericano.
Obtuvo el grado de bachiller en medicina y cirugía en 1865, y el de licenciado en ciencias naturales en 1867. Este mismo año se graduó de médico y alcanzó varios de los premios que se ofertaban por oposición.
Ingresó en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana el 27 de noviembre de 1867, con 22 años. Fue, en ese momento, el académico más joven de Cuba.
Obra científica
Fue fundador de la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas del Liceo Artístico y Literario de Matanzas, el 2 de noviembre de 1864. En esta institución se desempeñó como secretario y mantuvo una sostenida labor científica.
Amante de la botánica y la malacología, exploró el Pan de Matanzas y la loma del Palenque en busca de nuevas especies. Colaboró con los naturalistas más destacados de Cuba y Matanzas, como Juan C. Gundlach, Francisco Jimeno, Joaquín F. Aenlle, entre otros.
Defendió el carácter científico de la medicina y abogó por el uso de las aguas mineromedicinales de Cuba en beneficio de la población. También abogó por la construcción de un nuevo cementerio en Matanzas.
Integró la Comisión de Vacunas que suministró ese preventivo durante la epidemia de viruelas que afectó Matanzas en enero de 1867.
Publicó valiosos artículos, entre ellos “Revista Científica e Industrial”, que apareció en las páginas de la Aurora del Yumurí entre marzo y julio de 1865.
Su ensayo “La historia natural en Cuba”, fue el primer estudio histórico sobre las ciencias naturales en el país. Se publicó en 1865 por el Repertorio Físico Natural de la isla de Cuba, revista dirigida por su maestro Felipe Poey.
Fue autor de un Estudio sobre la locura de D. Quijote de la Mancha, que vio la luz en 1866. En él demostró que los conocimientos de Cervantes sobre demencia, esquizofrenia y otros males nerviosos, habían sido el sostén para el argumento de esta obra universal.
La muerte inesperada
Afectada Matanzas por una epidemia de difteria, Presas se dedicó en cuerpo y alma a curar enfermos en la ciudad. Entregado a su deber como médico, se contagió y no pudo vencer la infección.
Murió el 8 de abril de 1874 con sólo 29 años. Dejaba, a pesar de su breve vida, una obra científica intensa.
Consternado por el dolor, su profesor y mentor Felipe Poey le dedicó un sentido artículo de despedida, que aún hoy sobrecoge y emociona.
Sobre su discípulo más querido, apuntó: “…estaba llamado a escribir mi biografía; y por él hubiera mi nombre penetrado con algún esclarecimiento en los umbrales de la edad futura. A mí me toca, caro discípulo e inolvidable amigo, pagarte ahora esta deuda sagrada”.
Al concluir, exclamó con dolor infinito: “Las generaciones se tocan y se confunden; nadie parte primero: un punto más, y bajo contigo a la tumba, querido Manuel; unidos en vida, unidos en la muerte”.
Han pasado 150 años de su muerte. Cada mes de enero la Delegación Territorial del Citma en Matanzas entrega, en honor a su memoria, el “Premio Manuel Presas y Morales, Al talento joven científico”. Es el merecido homenaje a su eterna juventud. (ALH)
Excelente trabajo histórico del colega y amigo Luis Ernesto. Gracias y honor y gloria para Presas.