Para demostrar la inocencia de los estudiantes fusilados el 27 de noviembre de 1871, Fermín Valdés Domínguez publicó un libro que fue editado en varias ocasiones.
Fermín Valdés Domínguez y Quintanó (1852-1910), es conocido en la historia de Cuba como el hombre que demostró la inocencia de los estudiantes de medicina fusilados el 27 de noviembre de 1871. Cursó la primera enseñanza y el bachillerato en La Habana, ciudad donde nació. Fue condiscípulo de José Martí en el colegio San Anacleto y más tarde como alumno de Rafael María de Mendive. Ingresó en la Universidad de La Habana como estudiante de medicina.
En 1870 fue procesado por infidencia, junto con José Martí, y condenado a seis meses de arresto. Al año siguiente fue detenido con otros estudiantes de medicina, ocho de los cuales sufrieron la pena de muerte, fue condenado a seis años de prisión. En 1874 visitó Francia y se trasladó a España, donde se graduó de médico. Una vez concluida esta carrera, regresó a Cuba.
En La Habana se afilió al Partido Liberal Autonomista, dirigió el periódico El Cubano y colaboró en El Triunfo, El País y otras publicaciones. Se trasladó después a Oriente, donde se dedicó al estudio de la fiebre amarilla y la flora y fauna de la región de Baracoa. En 1892 viajó a Venezuela como representante del Partido Revolucionario Cubano y más tarde a Nueva York para establecer contacto con José Martí, quien lo envió a La Florida para desarrollar una campaña en favor de la revolución. También colaboró en Patria.
Trabajó como médico en Cayo Hueso hasta el estallido de la guerra en 1895. Ese año llegó a Cuba en la expedición de Carlos Roloff. En Las Villas organizó el cuerpo de sanidad militar. Asistió a la Asamblea de Jimaguayú como representante por Camagüey. Fue subsecretario de relaciones exteriores en el ejecutivo de la República en Armas y ocupó la jefatura de despacho del general Máximo Gómez. Alcanzó el grado de coronel del Ejército Libertador.
El primer libro
El primer libro que Fermín Valdés Domínguez publicó sobre los hechos del 27 de noviembre de 1871, fue Los voluntarios de La Habana en el acontecimiento de los estudiantes de medicina. Se imprimió en Madrid, por la Imprenta de Segundo Martínez, en 1873 y tenía 149 páginas. Según el propio Fermín, de este libro se hicieron otra edición y una reimpresión. La primera de ellas con su nombre y las otras firmadas “…por uno de ellos condenado a seis años de presidio”.
En la introducción del texto, que tituló “Verdad”, escribió:
“…presentaré un crimen a la libre apreciación de todos los españoles que tengan en sus almas el germen del bien,—un crimen que la falta de dignidad, la cobardía y la infamia han autorizado…”.
“Mi conciencia y mi patria me mandan que las escriba; y mi pluma al trazarlas no hace más que cumplir una obligación que mi corazón se ha impuesto para ellas”.
“Mi única gloria será que estas pobres líneas lleven la luz allí donde la torpeza o el error han levantado un altar a la calumnia”.

José Martí, quien le acompañó por aquellos días de destierro, valoró el contenido de este libro. Consideró que Fermín había narrado “…con desorden patético aquellas escenas…” sangrientas. Varios años después, lo elogió como
“…el que deponiendo comodidades y desafiando conveniencias, no dio primero rienda, en el destierro enervante de Madrid, a los placeres fáciles de aquella tierra barata y perezosa, sino empleó las primicias de su libertad en reunir en un libro imperecedero las pruebas del crimen, y en honrar a sus amigos asesinados, cara a cara de la nación asesina…”.
El segundo libro
Fermín Valdés Domínguez logró en 1887 que el hijo de Gonzalo Castañón reconociera que la tumba de su padre jamás había sido profanada. También encontró y exhumó los restos de sus compañeros fusilados. Tras estos hechos, se propuso ampliar el folleto publicado en Madrid en 1873 y publicarlo nuevamente.
En esta nueva oportunidad se tituló El 27 de noviembre de 1871 y tuvo 200 páginas. Se editó por la Imprenta La Correspondencia de Cuba en marzo de 1887. Contó con 4 mil ejemplares que se agotaron rápidamente, pues en menos de un mes ya no existía ningún ejemplar en las librerías. Las utilidades derivadas de su venta engrosaron los fondos que se acopiaban para erigir un monumento en la tumba de sus compañeros, que sería erigido en el Cementerio de Colón.
El libro estuvo encabezado por estas líneas:
“Entrego estas pruebas a la historia, y de rodillas sobre la tumba de mis hermanos muertos, escribo en la tierra que los guarda este elocuente epitafio: ¡Inocentes!”.
Ante la gran aceptación que alcanzó la nueva edición del libro, Fermín Valdés Domínguez trabajó en una nueva versión corregida y amentada, que salió en mayo y también se agotó rápidamente. Tuvo 270 páginas, con la incorporación de seis capítulos más, conformados por nuevas evidencias, testimonios y documentos. Vio la luz en el propio año 1887, bajo el mismo sello editorial e igual título. Aunque salió bajo el rubro de “segunda edición”, más tarde se le consideró realmente la cuarta.

En agosto de 1887, José Martí publicó en la revista El Economista Americano, de Nueva York, la reseña “El 27 de noviembre de 1871. Fermín Valdés Domínguez”. En ella destacó que era un
“…libro donde se narra, sin afear con la venganza la indignación ni el patriotismo con el interés, el paseo de los estudiantes por el cementerio, la malignidad que quiso sacar culpa de él, el asedio de la cárcel por la milicia de la Habana trocada en jauría hambrienta, el infame consejo de oficiales del ejército que contra la única voz honrada del defensor Capdevila condenó a muerte a ocho y los eligió por rifa, la vergüenza del Palacio de Gobierno, rendido a la plebe feroz;—y la vindicación de los ocho asesinados, por el hijo mismo de aquel por quien murieron; el hallazgo de sus huesos, que con sus mismas manos, trabajando día y noche, sacó Valdés-Domínguez de la tumba; la entereza decorosa con que ha allegado el pueblo cubano la suma que consagra al triste monumento”.
“El libro está escrito a sollozos, mas sin ira. No está repuesta aún del horror ¿ni cómo pudiera reponerse? la mano que lo describe. A cada paso, como quien lleva en los ojos lo que no ha de olvidar jamás, interrumpe la trágica narración para invocar con patéticos arranques, en el desorden del dolor verdadero, la perezosa justicia del mundo. Se lee el libro cerrando el puño, dudando de lo impreso, poniendo en pie el alma. Pero la caridad templa en los espíritus nobles la repugnancia que sólo en los villanos de naturaleza deja de inspirar el crimen; y la mesura de sus mismos arrebatos, el calor con que agradece todo acto o palabra española de justicia, y la feliz ausencia del atavío vulgar del odio, ponen El 27 de Noviembre de 1871, escrito en la Habana, entre aquellas obras escasas donde, por sobre la forma inquieta con la justa pasión, se descubre legítima grandeza”.
Otras ediciones
En 1890 se publicó en Santiago de Cuba la quinta edición de El 27 de noviembre de 1871, por la Imprenta de J. E. Ravelo, 1890. La última vez que se imprimió El 27 de noviembre de 1871, en vida de Fermín Valdés Domínguez fue en 1909, por la Imprenta y Papelería de Rambla y Bouza, en La Habana. Tiene el mérito de ser la última edición, en este caso la sexta, revisada por su autor.

La séptima edición la realizó la Editorial Lex en 1942. Llevó como título “Mártires de Cuba. El 27 de noviembre de 1871. Los voluntarios de La Habana en el acontecimiento de los estudiantes de medicina. Por uno de ellos condenado a seis años de presidio”. Tuvo el mérito de unir en su denominación los dos títulos utilizados por Fermín Valdés Domínguez.
En esta oportunidad se incluyó una introducción, titulada “Ofrenda”, escrita por Mariano Sánchez Roca. También la “Nota biográfica. Fermín Valdés Domínguez”, de la autoría de Fermín Peraza. También incorporó el poema “A mis hermanos muertos el 27 de noviembre”, de José Martí.

Para culminar este recuento hay que citar la octava edición, realizada en 1969 por la Comisión de Extensión Universitaria de la Universidad de La Habana. Contó con un “Preámbulo”, escrito por el historiador Fernando Portuondo del Prado, con notas de Luis Felipe Le Roy y Gálvez. Formó parte del número 10 de la colección “Cuadernos cubanos”.
Al decir de Luis Felipe Le Roy y Gálvez, investigador cubano que dedicó parte de su obra a esclarecer los hechos del 27 de noviembre de 1871, el libro de Fermín Valdés Domínguez, es uno de
“…los más viriles alegatos contra a debilidad y la barbarie del régimen de España en la Cuba colonial de la segunda mitad del siglo diecinueve”.