La primera revista científica matancera: el Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas, se publicó en 1866.

El 2 de noviembre de 1864 se fundó la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas del Liceo de Matanzas. Esta fue la primera institución científica del territorio matancero. En 1866 sacó a la luz su propio órgano de prensa: el Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas. En esta revista divulgó sus actividades y los resultados de las investigaciones que realizaban.

Los fundadores de la Sección de Ciencias fueron personalidades insignes de la ciencia matancera. El director fue Sebastián Alfredo de Morales, médico, botánico y eterno luchador por la independencia de Cuba. Manuel Jacinto Presas, naturalista, médico y secretario de la Sección, fue el primero en escribir una historia de la ciencia cubana y un mártir de la medicina, al ofrendar su vida con 29 años contagiado al curar enfermos de difteria. Otra figura ilustre fue el químico Joaquín Barnet, también mártir de la ciencia, pues murió víctima de una explosión mientras realizaba un experimento. Por último, sobresalió el erudito Francisco Jimeno, naturalista, historiador e ilustre coleccionista.

A 160 años de la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas

Surge una revista

Según lo estableció en su reglamento, en 1866 la institución publicó su propio órgano de prensa, el Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas, en un primer y único tomo de 274 páginas. Sobre el origen de los artículos que lo conformarían, Joaquín Barnet escribió que se había

“…establecido que sus socios lean mensualmente un trabajo original sobre cualquier punto o cuestión interesante bajo algún concepto, cuyos trabajos reunidos a fin de año se imprimirán en un volumen, el cual formará periódicamente un Anuario…”.

Este importante acontecimiento encontró eco en el periódico Aurora del Yumurí, donde se adelantó, el 15 de diciembre de 1865, que:

“Con este título se publicará en enero del año próximo una obra que, según noticias fidedignas contendrá importantes capítulos, debidos a la pluma de los Sres. Poey, Morales, Vilaró, Arango, López Benavides, Presas y otros. El precio de la suscripción, 2 pesos 1 real, es bien módico si se compara con muchas obras inútiles que valen mucho más y de cuyo contenido no se saca ningún provecho. El libro que intenta publicar la Sección de Ciencias dará una idea de que entre nosotros hay hombres que se ocupan de trabajar en el adelanto de sus conciudadanos. No dudamos que la obra ideada por el Dr. Morales obtenga una crecida suscripción, pues sin esos antecedentes positivos no se lanzarían a publicarla, temerosos de un fracaso económico”.

Sin embargo, no vio la luz en enero por diversas causas, sobre todo económicas. A fin de mes se informó que

“…la entusiasta Sección de Ciencias prepara la publicación de un Anuario en que dará cuenta de todos sus trabajos”.

Portada del Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas. Archivo del autor.

La salida del primer número de la revista se produjo finalmente en mayo de 1866, según informó la Aurora del Yumurí el día 10 de ese mes:

“Ya está completamente concluida la impresión del Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas, de la que es director nuestro amigo y colaborador D. Sebastián A. de Morales, y en breve se repartirá a los señores suscriptores ese interesante tomo, perfectamente impreso en excelente papel y nuevos tipos. El Anuario es un libro digno de figurar en la biblioteca de toda persona ilustrada, y estamos seguros que obtendrá por su indisputable mérito la aceptación más favorable. Los concienzudos trabajos que contiene, debidos a los ilustrados Sres. Poey, Morales, Arango, Gundlach, Riera, Presas, Barnet, López Benavides y Vilaró y Díaz le hacen una obra de mucho mérito; y los amantes del saber, los que se enorgullecen con la instalación en el Liceo de la Sección científica, deben apresurarse a poseer el libro de los trabajos verificados por ella en el año que acaba de transcurrir. El precio del Anuario, excesivamente módico atendido al magnífico papel en que se halla impreso y el número de páginas que contiene, es sólo $2.12 1/2 Cts., y se hallará de venta en el Liceo y demás lugares de costumbre”.

Los objetivos

Se inició el Anuario de la Sección de Ciencias con un “Prólogo”, escrito por Sebastián A. de Morales, al que siguió una nota de la redacción sobre la publicación de dos trabajos en sus páginas. Después apareció el “Informe de los trabajos verificados por la Sección desde su instalación hasta 30 de diciembre de 1865”, por Manuel J. Presas. Esta parte “oficial” concluyó con la relación de todos los socios facultativos, corresponsales y agregados de la Sección, así como con la información de los miembros de las mesas facultativas (directivas) de los años 1864, 1865 y 1866.

Como parte del prólogo, escribió Sebastián A. de Morales:

“No es un libro más el que ahora publicamos, es sí un libro científico en cuyas páginas hay algo que aprender, pues que para esto lo damos a la prensa pública, deseosos de manifestar que la «Sección de ciencias del Liceo de Matanzas» quiere cooperar al progreso intelectual de esta sociedad que felizmente se agita hoy en medio de las aspiraciones más nobles que la encaminan a realizar su feliz y deseada evolución. La ciencia es una necesidad de la civilización del espíritu humano, ella inicia los adelantos purificando las doctrinas, pues bajo el manto augusto de la sabiduría caben todos los hombres y todos los pueblos. Nosotros nos hemos reunido para construir, no para destruir: nuestros esfuerzos todos se dirigen a crear para la patria una era de adelanto, a la manera que en otros países lo han hecho asociaciones análogas a esta que tenemos el honor de dirigir”.

Después de dedicar largo espacio a defender la ciencia y la divulgación de los conocimientos científicos, concluyó con estas palabras:

“No es nuestro ánimo presentar en este libro un completo tratado de la Naturaleza, sino más bien una muestra de los trabajos fructíferos que nuestra Sección ha verificado durante el corto período de su existencia. Mucho hemos tenido que eliminar para no hacer más costosa y dilatada la obra, y para no sobrecargar con mayores gastos los intereses de nuestro querido Liceo, que tan generosa y espontáneamente ha acogido esta publicación, aunque por otro lado estamos seguros de que la suscrición cubrirá muy luego el total importe de la impresión”.

“Si el público tuviese la bondad de recibir con agrado este primer esfuerzo nuestro, manifestaremos nuestra gratitud ofreciéndole el año venidero los trabajos de esta Sección, que serán más interesantes por el nuevo giro que esperamos darle con la ampliación de nuestro reglamento especial, con la instalación del Museo, y con la ingresión de nuevos adeptos de los que cultivan las ciencias físicas y naturales”.

Por su parte, en el informe leído por Manuel J. Presas, se destacó que la idea de publicar el Anuario había sido del director de la Sección. Así lo expresó:

“…para que quedase consignado que hemos trabajado, el Sr. Morales concibió el proyecto de publicar un Anuario. Esta idea, acogida de todos con fervor y que llevaremos adelante si logramos arbitrar los elementos pecuniarios que demanda, será la mejor prueba que podremos dar de los deseos que nos animan”.

Contenido de ciencia

Tras esta primera parte, el Anuario de la Sección de Ciencias publicó 18 artículos científicos. Estos estuvieron divididos en ocho partes: Cosmografía, Meteorología, Física, Química, Mineralogía, Biología, Botánica y Zoología. Todos eran el resultado del quehacer científico investigativo de sus autores.

En Cosmografía se incluyó el “Informe sobre el reloj cosmográfico de Garrell”, escrito por Joaquín Barnet. A su vez, la sección correspondiente a Meteorología dio a conocer “Un fenómeno meteórico del Mar Rojo”, donde Sebastián A. de Morales describió un suceso que contempló durante su viaje por aquella región. Le continuó el “Extracto de las observaciones físico-meteorológicas practicadas en el Instituto de Segunda Enseñanza y Estudios de Aplicación de Santiago de Cuba durante el año de 1865”, realizadas por Benito José Riera. Lo acompañó, además, de unas “Notas” y de una tabla con las “Temperaturas mensuales extremas, observadas en Santiago de Cuba durante el año de 1865”.

Sebastián A. de Morales (1818-1900), director de la Sección de Ciencias y de su Anuario. Archivo del autor.

Lo relativo a Física incluyó otra experiencia vivida por Sebastián A. de Morales, que se tituló “Fenómeno dióptrico del desierto de Suez (espejismo o mirage)”. José López Benavides fue autor, en la parte dedicada a Química, de un “Tratado de análisis calitativo por la vía húmeda”, mientras que, en Mineralogía, Joaquín Barnet dio a conocer “Análisis de un cuarzo jaspe de la mina Santa María de Begoña”, informe que había siso debatido antes por la Sección. Uno de los trabajos más reconocidos de Felipe Poey, “Sistematización biológica”, se publicó en la sección Biología. Lo relativo a Botánica incluyó cuatro artículos. Tres fueron escritos por Sebastián A. de Morales: “Monografía de las ampelídeas de Cuba”, “Coloración y olor de las hojas y las flores de los vegetales” y “Seiba”. De Manuel J. Presas se publicó “Metamorfosis vegetal. Una rosa verde”.

Zoología, la parte más representada en el Anuario, con siete trabajos, se inició con “Apuntes zoológicos”, por Juan Vilaró, texto dirigido a los estudiantes de la Universidad de La Habana. Le siguió “Chimaera monstrosa”, donde Felipe Poey dio a conocer el descubrimiento de esta especie en la bahía de Matanzas. Sobre la “Recolección de moluscos”, trató Rafael Arango. Un curioso fenómeno fue descrito por Juan Cristóbal Gundlach en “Separación y restitución del rabo de los moluscos y prolongada vitalidad de la parte separada”. “Mariposas” y “Notas malacológicas”, fueron los trabajos incluidos por Manuel J. Presas. Por último, en “Euryale asperum Lamark”, Sebastián A. de Morales trató sobre este raro equinodermo.

En la historia

Aunque en 1867 se hicieron esfuerzos para editar un segundo tomo del Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas, no fue posible. Este primer y único ejemplar del Anuario quedó como la evidencia más palpable de la existencia de la institución matancera. Como revista, formó parte de la Sección Española durante la Exposición Universal de París en 1867.

Para el historiador Ricardo V. Rousset fue “…uno de los trabajos más notables que se han publicado en la Isla…”. El bibliógrafo Carlos M. Trelles, quien consideró que poseía un “prólogo notable», la elogió como una de las mejores publicaciones científicas de su tiempo. En las páginas del Anuario, primera revista científica matancera, quedó recogido lo fundamental de aquel esfuerzo realizado por hombres que, a despecho de las condiciones de la época, fundaron la ciencia en la Atenas de Cuba.

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