Cada 24 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Evolución, debido a la publicación en 1859 del libro El origen de las especies, de Carlos Darwin. Pocos años después ya era conocido el darwinismo en Matanzas.

Cada 24 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Evolución, debido a la publicación en 1859 del libro El origen de las especies, de Carlos Darwin. Pocos años después ya era conocido el darwinismo en Matanzas.

En el siglo XIX la comunidad científica matancera tuvo un alto nivel de información sobre las principales novedades de la ciencia mundial. Esto posibilitó que en la década de los años 1860 se recepcionara en la Atenas de Cuba la teoría de la selección natural. Hecha pública por el naturalista inglés Carlos Darwin (1809-1882) en 1859, se consideró una concepción revolucionaria sobre el desarrollo de la naturaleza.

En Matanzas se conocía la figura de Darwin desde 1865. Ese año, el joven médico y botánico Manuel J. Presas citó al científico inglés en la serie de artículos “Revista Científica e Industrial”, que publicó en el diario Aurora del Yumurí.

Un año después, el botánico Sebastián A. de Morales mencionó a Darwin en dos oportunidades. La primera en su “Prólogo” al Anuario de la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas. También lo hizo en un artículo aparecido en la revista Liceo de Matanzas. En este último caso lo consideró uno de los “…ilustres apóstoles de la Naturaleza”.

Después de 1878 la teoría de Darwin fue objeto de profundos estudios y fuertes debates en Cuba. Sobresalieron en este sentido los realizados en 1879 por el Liceo de Guanabacoa, en La Habana. En ellos tuvo una destacada participación el intelectual matancero José A. Cortina.

El 16 de mayo de 1880 la revista El Club de Matanzas publicó el ensayo “Breve exposición del darwinismo”, uno de los más esclarecedores publicados en Cuba. Su autor fue el joven Carlos de la Torre y Huerta, años después reconocido como un malacólogo de fama mundial.

Dos años después, en 1882, al ocurrir la muerte de Darwin, en Matanzas se volvió a reconocer su vida y obra. A propósito del luctuoso hecho la revista El Club de Matanzas publicó el 16 de junio el artículo “Carlos Darwin”. En él se le calificó como un “…fisiólogo insigne que es moderna gloria de Inglaterra…”.

Otro dato interesante es que en 1889 la biblioteca del Liceo de Matanzas contaba entre sus fondos un ejemplar de la edición española de El origen de las especies. Desde este momento varios científicos matanceros se apoyarían en la obra darwinista como sustento de sus investigaciones.

Por ejemplo, Carlos de la Torre se sustentó en la selección natural para escribir su tesis sobre Distribución geográfica de la fauna malacológica terrestre de la isla de Cuba (1883) y para disertar sobre las Consideraciones anatómicas acerca del manjuarí (1889).

Otro matancero, el zoólogo José I. Torralbas (1842-1903), también contribuyó a la definitiva consolidación del darwinismo en la Universidad de La Habana. Lo evidencia la defensa de su tesis de grado acerca de Los insectos y la selección natural en las plantas (1890).

Estos ejemplos demuestran que la comunidad científica matancera conoció, aceptó, divulgó y defendió los postulados fundamentales del darwinismo como teoría científica, así como resaltó la figura de Carlos Darwin.

Desde esta localidad se contribuyó de forma destacada a la recepción de sus postulados en Cuba. Se hizo con trabajos de un alto valor científico, que evidenciaron la preocupación por recepcionar creadoramente los avances de la ciencia universal. (ALH)

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