Andy y el sueño de la ganadería

Andy Guerrero Camaraza recorre desde antes del amanecer las áreas de la vaquería 91 de la Empresa Pecuaria Genética de Matanzas. El joven, de apenas 22 años, tiene en sus hombros la responsabilidad de administrar la unidad desde hace 8 meses. De complexión delgada, parecería a primera vista que no puede con tanto rigor en el trabajo de la ganadería: levantarse en medio de la madrugada, manejar el ganado y garantizar la alimentación, el ordeño, la inseminación y otras tantas actividades que requiere esta actividad del sector agrícola para mantener niveles de eficiencia y productividad.

¿Cómo llegas a convertirte en administrador de  la vaquería 91?

Siempre me han gustado los animales y el campo. Desde que tenía 9 años tengo vacas y caballos y los atendía yo solo antes de irme a la escuela. Además estudié Técnico Médico en Veterinaria por ese mismo afán de estar cerca de los animales y poder cuidarlos. Cuando terminé de cumplir el Servicio Militar, el jefe de la Granja me llamó a ver si me interesaba comenzar a trabajar en la vaquería 91 de la Unidad Empresarial de Base Triunvirato, y acepté el reto de comenzar en esta vaquería que casi estaba perdida. Me embullé con la confianza de salir adelante.

¿Cuál era la situación de la vaquería cuando llegaste hace 8 meses atrás?

El marabú casi tapaba todos los potreros. No existía siembra alguna para garantizar el alimento de los animales. La producción de leche estaba por el piso, apenas 3 litros de leche por vaca. Realmente conté con el apoyo incondicional de mi familia, mi padres y mi hermano. Ellos fueron un soporte fundamental para enrumbar el trabajo de la vaquería y mejorar todo poco a poco. Fueron tiempos de mucho trabajo continuo. Ahora, cuando miro atrás, creo que el sacrificio valió la pena.

¿Cuáles consideras que han sido tus mayores logros en este tiempo de trabajo?

En primer lugar la constancia en el trabajo. Somos sólo dos trabajadores: el vaquero Yoismel Rodríguez y yo de administrador. Ambos hacemos todas las labores sin escatimar tiempo ni horarios. Es una actividad que requiere mucha constancia. Los animales no esperan. Yo tengo mi casa en la propia vaquería, y hay que despertar antes del amanecer para atender a los animales, sacarlos a pastar, recogerlos más tarde y darles agua y otros alimentos. Además hay que encargarse de las áreas sembradas, limpiar los establos y las zonas cercanas. Actualmente la producción rebasa los 8 litros por vaca.

Algo distintivo también en la vaquería 91 es que no tienes muertes en tu masa ganadera y hasta el momento tampoco has tenido que lamentar robos. ¿Cómo lo logras?

La clave está en los cuidados a la masa ganadera. Tienen que recibir toda la atención necesaria en las diferentes etapas para que crezcan de forma saludable y sin maltratos. Eso finalmente se revierte en mayores niveles de producción de leche. En cuanto a la protección de las áreas para evitar el hurto y sacrificio del ganado, nos han dado resultado las guardias nocturnas. Nos rotamos el vaquero, mi papá y yo. Ciertamente implica un sacrificio y un esfuerzo extra, pero nos ha dado resultados hasta el momento.

La siembra de alimento animal constituye una prioridad para impulsar el trabajo en la vaquería. ¿ Qué áreas tienes destinadas a este propósito?

Ciertamente esa prioridad ha salvado a mis animales, sobre todo en tiempo de seca. De ahí que sembrar cada vez más áreas para alimento sea algo elemental para tener garantía durante todo el año.  Eso requiere un extra de nosotros, porque hay que mantener esa tierra chapeada y cuidada.

En el próximo mes de diciembre pretendes completar tu plan del año, el cual supera los 16 mil litros de leche entregados a la industria. ¿Qué cuidados y rutinas no pueden faltar en el día a día de Andy para cuidar a su rebaño de la raza Mambí?

Es necesario, primero que todo, entender que los animales necesitan de horarios y constancia en su manejo. Y eso solo se logra trabajando duro todos los días. Aunque cuento con ordeño mecanizado no dejamos atrás la tradición del ordeño manual. Es como para no olvidar los orígenes y mantener la tradición. Además, la raza Mambí lleva cuidados y una buena alimentación.

¿Cómo se revierte todo este esfuerzo y sacrificio siendo tan joven en tus ingresos personales?

Somos un colectivo laboral rentable. En este mes de noviembre ingresamos 142 mil pesos por el concepto de la venta de leche, que es nuestro objeto social. Después de pagar todos los insumos como la sal, la cal y derivar otros gastos, el vaquero cobró 20 mil pesos y yo 22 mil. Además, tengo sembrados alimentos para mi autoconsumo, como plátano y boniato, y espero incrementar con tomate y yuca.

¿Qué compromisos te dejó la reciente visita del Presidente Miguel Díaz-Canel y el intercambio que sostuvieron?

Trabajar más cada día y que la vaquería siga mejorando y creciendo en sus niveles de producción. Fue un momento muy emotivo, con algo de nervios para mí. Me dejó la satisfacción de conversar con él, responder su preguntas y pensar que mi ejemplo puede servir a otros jóvenes a encontrar su proyecto de vida en la ganadería y la agricultura con el esfuerzo del trabajo diario. (ALH)

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