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Siempre serás la discreta
novia del espejo amargo,
y siempre tendrás un largo
dolor para ser poeta.
No recuerdo haber cruzado palabras con Néstor Ulloa. Apenas me vinculaba entonces con los círculos que frecuentó. Podía reconocerlo, en cambio, y tenía referencias de su poesía. Poco después constaté la excelencia de su verso, y su Canto de amor a Matanzas lo tengo entre los más bellos dedicados a la ciudad que compartimos.
Había nacido precisamente en esta ciudad el 18 de marzo de 1920. Néstor Ulloa Rodríguez era el mayor de cinco hermanos. La escasa información que obtuve sobre sus primeros años ubican su niñez en la finca Sitio Vianda, del término municipal de Limonar.
Durante la infancia conocería sobre la décima y la música de nuestros campos, haciendo de ellas una expresión que dominó con singular encanto. Inspirado en los paisajes y la vida rurales que conoció, nacerían después muchas de sus destacadas producciones poéticas.
Cuando la noche es cerrada
y se pierde el horizonte
se escucha salir del monte
el aire de una tonada.
Su obra Estanislao Chacón, de la que forman parte los versos anteriores, canta la suerte de un negro, guajiro y poeta, cuya dignidad y entereza parecen definir el compromiso social de su cantor.
Estanislao Chacón…
Va con la sonrisa blanca
y la décima en el anca
de su caballo trotón.
El Canto de amor a Matanzas, al que me referí antes, lo componen 8 espinelas, presididas de dos cuartetos de versos alejandrinos y heptasílabos en sus cuartos versos, escrito en 1954.
Mirarte desde la cumbre
es llenarse de albedríos,
y hasta los astros tardíos
se extasían en tu pie
imaginando una V
mayúsculas con tus ríos.
La década del 50 dejó profundas huellas en la vida y el quehacer poético de Néstor Ulloa. En 1951 ingresó al sanatorio La Esperanza como consecuencia de una grave enfermedad pulmonar. En cambio su creación literaria creció y alcanzó disímiles reconocimientos.
Al igual que el Canto de amor a Matanzas en 1954, su poema Canto al coronel Alberto Delgado fue reconocido nacionalmente. En 1957 Canto a La Habana y Carta de Amor fueron premiados nacionalmente, en tanto el Círculo de Escritores y Artistas de Nueva York le concedieron el Premio Gabriela Mistral en igual fecha, e igualmente fue premiada en 1966 por la obra Canto al trabajo.
Sus cuadernos La luz de la sangre, Carta de amor y Canto a La Habana fueron publicados, y otras obras suyas aparecen en revistas y periódicos nacionales y extranjeros.
No, no te acerques, amor,
que hay tempestad en mis venas…
mira que he puesto cadenas
de paz sobre mi dolor.
Comprometido con las inquietudes del pueblo cubano, Carilda Oliver Labra lo recuerda mientras participaban en 1958 junto a Raúl Ferrer, Ricardo Vázquez y otros creadore, en el Festival de la Décima, donde denunciaron al régimen batistiano.
Luego del triunfo de enero de 1959, Néstor Ulloa se sumó a las tareas de la Revolución. Dirigió el Departamento provincial de Literatura, integró la Peña Literaria y fue miembro de la filial matancera de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Al final de su vida se desempeñó como asesor del trabajo campesino en el Departamento de Extensión Cultural del Consejo Nacional de Cultura en Matanzas.
Organizaba eventos, concibió la Décima Mural y participó activamente de las tareas del proceso revolucionario. De esa época aún se le recuerda el carácter jovial, su entrega al trabajo y su costumbre de dedicar algunos de sus versos a los compañeros de trabajo.
Escribió décimas, sonetos y otras estrofas, recurriendo al verso libre en algunas como Nocturno XI, que incluye entre sus poemas de albergue.
Mañana vendrá el sol como un pájaro eterno,
y el monte hará calor purificado
y la salud del corte nos dirá ¡buenos días!
Murió el 21 de marzo de 1971. En su memoria se creó el Premio Literario Néstor Ulloa. Sus versos graves y sentidos han de resonar siempre que queramos cantar las glorias de Matanzas. (ALH)
Te quiero por la punzada
más pura de mi dolor;
y te llevo en mi interior
para cuando esté dormido
recuerdes que te he querido
con este CANTO DE AMOR.
