Vestida de manera sencilla y portando un bolso desgastado por el tiempo, anda con la ligereza de una pluma y solo alza la mirada cuando escucha un ‘’buenos días profe’’. Aún con 78 años mantiene una lucidez envidiable y se dirige a las aulas de la Universidad de Matanzas para impartir clases de Filosofía.
María Felicia Ibáñez Matienzo, o Fela, se graduó en 1968 como licenciada en Español e Historia en el Instituto Superior Enrique José Varona; también cursó una Especialidad en Filosofía Marxista. Cinco décadas de profesión resultan impresionantes, y más para ella, que nunca pensó en este como su destino.
‘’No me llamaba la atención dar clases porque mis tres hermanas eran profesoras; me gustaban más las ciencias, pues mi papá era clasificador de azúcar. Obtuve una beca en Química Industrial en noveno grado, pero en ese momento se inició una captación para ser maestro de secundaria básica. Al principio no quería, pero al país le hacía falta, así que asumí. Dejé mis sueños de lado y comencé en el magisterio’’.
‘’Pasé meses en las escuelas del campo en Camagüey, Pino del Agua y Sierra Maestra; luego realicé mi Servicio Social en Varadero. Tiempo después, cuando se unificaron las filiales de la Educación Superior en Matanzas, comencé mi trayecto en la Universidad’’.
Fela ha entregado su vida al proyecto revolucionario, al punto de abandonar sus aspiraciones por necesidades del país. Desde su perspectiva, Cuba necesita cambios.
‘’El otro día vi a una periodista hablar con tremenda felicidad sobre el inicio del curso escolar. Todos sabemos los problemas que hay y lo difícil que es dar clases. Si Fidel fue capaz de decir que los diez millones no van (referente a la Zafra de 1970), ¿cómo nosotros no vamos a ser capaces de admitir nuestros problemas? Estoy convencida de que el proyecto socialista, como lo pensó Marx, es el idóneo, pero eso no significa que no pueda cuestionarme las cosas. Eso es filosofía, nada puede ser lineal’’.
Por muy dulce que parezca, Fela es conocida como una de las profesoras más exigentes de la Universidad. Es muy difícil sacarle un cinco; aún recuerdo cuando me dio tres por decir origen: la respuesta era génesis.
‘’Soy muy estricta; reconozco que me excedo muchas veces con los alumnos, pero no puedo ser de otra manera. Le debo ese carácter a mi padre, que sin importar la situación, siempre nos exigió el máximo a mí y a mis hermanas. Él es mi paradigma y representa todo lo que soy’’.
A pesar de su perspectiva audaz, no entiende de facilismos ni blandenguerías. Que falte a un turno de clases o demore en llegar, es una rareza.
‘’No soporto la actitud de los padres que no mandan a sus hijos a la escuela por problemas con la luz o el agua. Cuando éramos jóvenes, íbamos a cortar caña con un farol en la mano después de dar clases; no había sábados ni domingos. Trabajé en la Sierra Maestra en los años sesenta con muy malas condiciones y no me quejé ¿Qué nos espera si dejamos de aprender?
Al saber su edad y verla tan delgada, soy incapaz de imaginármela en el transporte público. Todos pensaríamos que, al ser ella de Cárdenas, acudiría diariamente a la guagua que sale de dicho municipio hacia la Universidad de Matanzas.
‘’Casi nunca cojo esa guagua. Son pocas las veces que he venido sentada ahí. Tantos jóvenes y ninguno me da el asiento, yo no tengo vergüenza para pedirlo. La FEU tiene que trabajar mucho en los hábitos formales, es una cuestión de respeto. Así que prefiero ir por la calle, aunque gaste más dinero y tiempo’’.
Como tantas personas del sector educativo, Fela valoró opciones alejadas del magisterio.
‘’Las situaciones que uno vive en este país te marcan para siempre. En un momento determinado, vi a mi padre y mis hermanas con necesidad de ayuda económica. Tuve muchas propuestas para el turismo !pero qué va! eso no es para mí’’.
Ahí viene con su paso ligero; piensa en las máximas de la Dialéctica Materialista y algo del idealismo de Hegel. Quizás hoy sea otro día de clases ¿Pero existe algo mejor para Fela?
Máximo Enrique Badía Yumar/El Universitario