Albert Einstein estuvo entre los visitantes famosos que ha tenido La Habana. Fueron apenas 30 horas de un corto pero intenso periplo que quedó grabado para siempre en la historia.

A la una de la tarde del día 20 de diciembre de 1930 zarpaba del puerto de La Habana el vapor Belgenland. A bordo iba el famoso físico alemán Albert Einstein. Terminaban así las 30 horas de una fugaz visita a La Habana.

Había llegado el día anterior, acompañado por su esposa Elsa. También le acompañaban su secretaria, Helen Dukas, el matemático Waltber Mayery y una amiga de la familia. Fue recibido por científicos cubanos y, ante el deseo de adquirir un sombrero para protegerse del sol, conducido a la tienda El Encanto. Se le obsequió un hermoso jipijapa y se le tomó una foto de estudio, por el artista Gonzalo Lobo.

Después realizó una visita oficial a la Secretaría de Estado. Le acompañaron el ingeniero José Carlos Millás, director del Observatorio Nacional y el doctor Juan Manuel Planas, presidente de la Sociedad Geográfica de Cuba. Seguidamente se trasladaron a la sede de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

Allí recibió un solemne homenaje por parte de la Academia y la Sociedad Geográfica de Cuba. En el histórico paraninfo donde brillaron Carlos J. Finlay y otros sabios cubanos, Einstein se dirigió al público presente. En sus palabras agradeció las atenciones recibidas y elogió al pueblo cubano, al que auguró “…grandes y maravillosos destinos”.

A continuación, celebró un encuentro con la comunidad hebrea y después fue agasajado con un almuerzo en el Hotel Plaza. Al concluir fue complacido con un paseo en automóvil. A solicitud propia conoció el Country Club y el Havana Yacht Club, el aeropuerto de Rancho Boyeros, la Escuela Técnica Industrial y las obras del Acueducto de Vento. Además, observó los alrededores de Santiago de las Vegas y el asilo de dementes de Mazorra.

A las cinco de la tarde fue su última actividad pública del día. Esta consistió en una recepción ofrecida por la Sociedad Cubana de Ingenieros. Abrumado por las atenciones recibidas y visiblemente fatigado, rehusó pasar la noche en el Hotel Nacional. Lo hizo en su propia habitación del vapor Belgenland, atracado en el puerto habanero.

En la mañana del día 20 recorrió la ciudad en compañía de José Carlos Millás. Einstein le pidió visitar zonas populares, donde vivían las personas más humildes. Por esta razón conoció los solares y cuarterías de la Habana Vieja, y los barrios populares de Llega y Pon, y Pan con Timba. También la calzada de Monte y la zona del Mercado Único.

Antes del mediodía, Einstein estaba de vuelta en el vapor que lo llevaría a San Diego, California. En su diario de notas escribió: “Clubes lujosos al lado de una pobreza atroz, que afecta principalmente a las personas de color”. Se alejaba de Cuba el científico autor de la Teoría de la Relatividad en 1905 y Premio Nobel de Física en 1921.

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