Hace 140 años murió José Güell y Renté, un cubano que se destacó en España. Sobre su proyecto para crear una nueva Universidad de La Habana trata esta reseña.  

En 1880, de acuerdo a un Real Decreto de fecha 18 de junio, se estableció en Cuba un nuevo plan de estudios para la segunda enseñanza y la educación universitaria. Un año antes, cuando se celebraron las primeras elecciones en las que participó el Partido Liberal (luego Autonomista) como organización política legal, José Güell y Renté fue elegido senador de esta agrupación por la Universidad de La Habana. Esta figura realizó una ardua labor para fortalecer la influencia autonomista en esa institución, dentro de lo cual estuvo defender un nuevo plan de estudios y un nuevo edificio.

Una vida de leyenda

José Güell y Renté nació en La Habana en 1818 y su vida rozó los límites de la leyenda. Recibió clases de José Antonio Saco en el Seminario de San Carlos y fue condiscípulo de Carlos Manuel de Céspedes en Barcelona, donde se graduó de Licenciado en Derecho. Al regresar a Cuba publicó el libro de poemas Amarguras del corazón (1843). Más tarde publicó en España Lágrimas del corazón (1848, 1854) y en Francia Tradiciones de América (1861). Otras de sus composiciones en verso fueron incluidas en las diferentes ediciones de Poesías (1867, 1881, 1883).

Conoció a la Infanta Josefa Fernanda de Borbón, cuñada de la reina Isabel II, de forma casual. Ambos contrajeron matrimonio de forma secreta en 1848. Por este casamiento la princesa perdió sus derechos reales y la pareja emigró a Francia. Güell volvió a España en 1855 y participó en los movimientos políticos liberales que se sucedieron en el país.

Güell se afilió en 1878 al Partido Liberal Autonomista y fue uno de sus representantes en el Senado español, donde su actividad parlamentaria fue muy activa. Sobresalen en este sentido las gestiones para el mejoramiento de las condiciones de la Universidad de La Habana. En su caso se mezclaban un sincero amor por su país natal y la intención de contribuir al progreso de la educación cubana. Al mismo tiempo, también el interés en fortalecer el sentimiento favorable a la autonomía como aspiración política.

Un nuevo edificio universitario

El 31 de enero de 1881, Güell presentó dos proyectos de ley relacionados con la Universidad de La Habana. El primero dirigido a la construcción de un nuevo edificio y el segundo a refundarla con un nuevo plan de estudios.  Sobre ambos declaró: “No pueden existir en el mundo la paz y el orden, sin la instrucción. Ella es el bien de los pueblos; el medio de civilizarlos, y causa de la felicidad y grandeza de las Naciones”.

La construcción de un nuevo edificio para la Universidad de La Habana se haría después de la venta, en subasta pública, del viejo edificio universitario. Las decisiones las tomarían el rector y dos profesores elegidos por el claustro. Sería construido en los solares de las antiguas murallas y los materiales que fueran necesario importar gozarían de franquicias de derechos de aduana. Las Diputaciones provinciales y los Ayuntamientos quedaban facultados para reunir los recursos necesarios. Todo se haría de forma independiente del gobierno y se podrían aceptar donaciones.

En febrero de 1881 la revista española La Ilustración Española y Americana, publicó en dos grabados la fachada y el plano del nuevo edificio. Acerca del proyecto arquitectónico planteó que la fachada tendría “…una longitud de 170 metros, y su aspecto es severo, elegante y arquitectónico, figurando en el frontispicio central un bajo-relieve que representa a Colón descubriendo la América…”.

El nuevo plan de estudios

La propuesta del nuevo plan de estudios fue presentada por Güell en el Senado el 19 de marzo de 1881. Un año después apareció en el Diario de las Sesiones. Según su contenido, las cátedras se concederían por oposición o concurso, con la aprobación del claustro. La Universidad determinaría los sueldos del rector y los profesores. El rector sería elegido cada año por los profesores y para ocupar el cargo debía ser profesor del centro. La condición de catedrático sólo se perdería por incapacidad o por incumplimiento de los deberes, pero sería el claustro el facultado para separar a los catedráticos.

El proyecto proponía las cátedras que debían existir en la nueva Universidad de La Habana. Estarían las tradicionales de diferentes ramas del derecho, la medicina y la farmacia. También las de matemáticas, contabilidad comercial, literatura de todos los países, química, física e historia natural. Se crearían las de idiomas, con la presencia de lenguas antiguas, clásicas y modernas, entre ellas el chino, árabe, francés, italiano y ruso, como principales novedades.

Las de teología incluían, además de la católica, las hebraica, cismática, protestante y turca. Las cátedras de agricultura y geología, abarcarían minas, agronomía, maquinaria, construcciones navales, náutica, puentes y canales. Se proponían escuelas de declamación teatral, canto, composición musical y armonía, instrumentos musicales, dibujo, pintura, escultura y arquitectura. Por último, declaraba la existencia de museos de anatomía, física, química, zoología, mineralogía, botánica, instrumentos de farmacia, pintura, escultura y antigüedades. También de una biblioteca y un observatorio astronómico.

Con respecto al anquilosado plan de estudios oficial, esta propuesta era sumamente avanzada. Además de atender necesidades urgentes de Cuba en la agricultura y la construcción, se incluían aspectos novedosos. Entre ellos las lenguas modernas y el pensamiento religioso en diversas variantes, lo cual chocaba con el rancio catolicismo español.

Fracaso y fin de un proyecto

El proyecto de Güell se presentó en el Senado español el 29 de marzo de 1882. Suscitó una extensa discusión entre su autor y el Ministro de Ultramar, que demostró que el proyecto no sería aprobado. La construcción del nuevo edificio se decretó dos años después, el 9 de febrero de 1883, aunque con fuertes cambios. El plan de estudios propuesto jamás fue aprobado. La primera piedra del nuevo edificio universitario se colocó el 23 de enero de 1884, cerca del actual Museo de la Revolución. El acto solemne contó con la presencia de las más altas autoridades políticas y universitarias. José Güell y Renté leyó un discurso en esa ocasión. Más allá no avanzó el proyecto autonomista defendido por el senador habanero.

La principal causa de su fracaso fue el trasfondo político del tema, claramente incomprendido por las autoridades españolas. La Universidad de La Habana era un bastión autonomista, donde siempre triunfaba el candidato de este partido en las elecciones para senador del Reino. Por tanto, no era del agrado oficial fortalecerla con un nuevo edificio y, mucho menos, con un plan de estudios y un reglamento nuevos.

José Güell y Renté falleció de forma inesperada en Madrid el 19 de diciembre de 1884. No pudo ver realizado el proyecto al cual había dedicado sus mejores energías. Mientras tanto, hace 140 años yace enterrada, en algún sitio de la Avenida de las Misiones, lo que fue la primera y última piedra de la nueva Universidad de La Habana.

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