Ciencia en La Aurora de Matanzas: el príncipe de nuestros periódicos

El 2 de septiembre de 1828 comenzó a publicarse el periódico La Aurora de Matanzas, un suceso relevante en la historia local y nacional.

Recoge la historia que el 22 de agosto de 1828, el impresor Antonio Pereira, radicado en Matanzas, ofreció su imprenta a la Diputación Patriótica de Matanzas, para la edición de un periódico. La institución lo aceptó y el 2 de septiembre de 1828 salió el primer número de La Aurora de Matanzas. Primero se publicó tres veces a la semana, pero al año exacto de su fundación comenzó a editarse diariamente.

Según la investigadora Karla B. Paredes, quien ha indagado profundamente en estos primeros años:

“Su aparición significó de hecho, la mayoría de edad para la imprenta local, y contribuyó al desarrollo infraestructural de la comunicación pública en la urbe. La imprenta estuvo en condiciones de ofrecer un producto de elevados méritos como este diario porque a lo largo del tiempo utilizó elegantes encabezamientos”.

Durante su larga existencia, el título de la publicación se modificó varias veces. En enero de 1831 pasó a ser Aurora de Matanzas y dos meses después a La Aurora. Este cambio se produjo en numerosas ocasiones, hasta que el 1 de agosto de 1857 se unió a El Yumurí y pasó a denominarse Aurora del Yumurí, con el que cerró en 1900. En la Biblioteca Provincial Gener y Del Monte se conserva la colección más completa de La Aurora. Está compuesta de 105 tomos, que abarcan de 1829 a 1899. El ejemplar más antiguo es el del 1 de enero de 1829.

El periódico La Aurora de Matanzas dejó de pertenecer a la Diputación Patriótica en 1839. Según la Real Orden de 22 de febrero de ese año, se concedió a su propietario, Juan José Romero, el título de impresor del Gobierno de Matanzas. Tras un período de fuerte autoctonía local y cubana, la situación del periódico cambió tras el inicio de la Guerra de los Diez Años en 1868. Desde ese momento se convirtió en un baluarte en la defensa de la dominación española sobre Cuba. Llegó, incluso, a ser el órgano de prensa del Partido Unión Constitucional en la provincia. Con esos antecedentes, no pudo sobrevivir mucho más allá del fin de la soberanía de España en el país y desapareció en 1900.

La ciencia

La Aurora de Matanzas es una fuente imprescindible para el estudio del desarrollo material y espiritual de la ciudad. En sus páginas aparecen las referencias que permiten comprender la evolución de la urbe y de todo el territorio yumurino durante más de siete décadas. Superó a todos los periódicos que la antecedieron, y a otros surgidos después de 1828, porque pudo mantenerse en el tiempo. Además, también fue ejemplo en adelantos de imprenta y el uso de mejoras tipográficas.

Una de las esferas más representadas en sus páginas fue la ciencia. Secciones como “Variedades” y “Gacetillas”, recogieron noticias, descubrimientos y hechos curiosos relativos al conocimiento científico. Muchas eran tomadas de publicaciones extranjeras. Al mismo tiempo, noticias publicadas en La Aurora de Matanzas eran reproducidas en periódicos y revistas españolas y de otros lugares del mundo. Esto demuestra el alcance y prestigio que tuvo la publicación matancera.

Noticia tomada de La Aurora de Matanzas, publicada en el periódico español El Balear, el 21 de marzo de 1850. Archivo del autor.

Acontecimientos locales relacionados con la ciencia, como la creación en 1838 de la Cátedra de Filosofía, quedaron recogidos en sus columnas. También la fundación de nuevos colegios, como La Empresa en 1840, y del Instituto de Aplicación en 1864, Instituto de Segunda Enseñanza un año más tarde. Lo mismo sucedió con la aplicación de nuevas técnicas de cultivo y la edición de libros y revistas de ciencia en diversos países del mundo.

Varias series de artículos científicos publicados en La Aurora de Matanzas merecen ser mencionadas. Las “Lecturas científicas”, escritas por el irlandés Dionisio Lardner y traducidas por Rafael R. Carrera, publicadas en octubre, 1859, que trataron temas de física y mecánica. Sobre las propuestas de “Mejora del puerto de Matanzas”, escribió seis artículos Rafael Hernández de Alba, en enero de 1852.

Otro ejemplo son las diez “Cartas de un joven cubano dirigidas a D. Jesús B. Gálvez y dedicadas a la juventud de Cuba y España, sobre el movimiento científico y literario de esta última y las principales naciones de Europa”. Fueron escritas por Antonio Angulo y Heredia y se publicaron entre marzo y abril de 1863. De gran importancia para la ciencia matancera fueron los diez artículos de la “Revista científica e industrial”, que Manuel J. Presas publicó entre el 5 de marzo y el 14 de julio de 1865.

Precisamente de Presas, es la siguiente opinión:

“…justo es que la Aurora del Yumurí, al entrar en una época de adelantos y reformas que la vienen colocando entre los distinguidos órganos del periodismo cubano, y que la llevan de progreso en progreso hasta llenar completamente las aspiraciones equitativas, justo es, repetimos, que consagre algún lugar y algún día a brindar una «Revista científica e industrial» a los favorecedores de este diario”.

En incontables anuncios, La Aurora de Matanzas dio a conocer libros de ciencias publicados en Cuba. En agosto de 1835 anunció un Tratado de Aritmética por Emilio Peyrellade. También el Tratado de Matemáticas, traducido del francés por Jesús M. del Monte, anunciado en abril de 1856, y el Diccionario general militar de voces antiguas y modernas, por Deogracias Hevia, en mayo de 1863. De Francisco M. de Acosta y Zenea, se anunció, en marzo de 1873, un Bosquejo histórico de la lengua y literatura sánscrita.

Dentro de las obras más relevantes que fueron publicadas por partes en La Aurora de Matanzas estuvo la Flora cubana de Sebastián Alfredo de Morales. El contenido de este libro, al que su autor dedicó toda su vida, pero nunca logró editarlo íntegro, se describió en el periódico matancero los días 13 y 14 de 1858.

El 7 de octubre de 1847 dio a conocer que se publicaría el libro El veguero agricultor del tabaco en la Isla de Cuba, por Saturnino Rivera y Juan Lorenzo Gómez. La impresión del Compendio de agricultura teórico-práctica, de Rafael Madrigal y Valdivia, fue objeto de noticia en abril de 1859. Una Memoria sobre el tabaco, con Manuel de Soto como autor, y un Manual sobre el cultivo del tabaco, de Julián Silveira, fueron anunciados en 1862. Por su parte, Luis de Lima y Domínguez, dio a conocer en noviembre de 1876 la edición de una obra de agricultura titulada El Labriego.

Según La Aurora de Matanzas, en abril de 1856 se estaba imprimiendo el texto Instrucción metódica para el mayordomo de ingenio, de Vicente de Rueda. Para favorecer la construcción del acueducto de la ciudad, en septiembre de 1860, el ingeniero Jua Francisco Sánchez Bárcena dio a conocer una “Memoria y presupuesto del Acueducto de Matanzas”. Sobre un problema de salud pública se reprodujo, en octubre de 1875, la “Instrucción popular de poderosa prevención contra la fiebre dedicada a los habitantes de Cádiz”. Se publicó en 1870 por Miguel Bellido de Luna.

La Aurora en 1833. Archivo del autor.

Numerosos libros de texto, utilizados por décadas en los colegios privados matanceros, se anunciaron en La Aurora de Matanzas. Así sucedió con Tratado elemental de aritmética, en junio de 1848, y con Nociones generales de geografía astronómica, física y política, en noviembre de 1855. Ambos fueron escritos por Salvador Condaminas. También fue el caso del Tratado de geografía antigua y moderna de la Isla de Cuba, por Francisco Javier de la Cruz, en febrero de 1848.

Las Memorias de un matancero, de Pedro Antonio Alfonso, vieron la luz por vez primera en las páginas de La Aurora de Matanzas, en noviembre de 1844, antes de ser impresas como libro diez años después. El historiador José Mauricio Quintero publicó en La Aurora, en 1860, unas “Noticias históricas matanceras”. Otros historiadores, como Francisco Javier de la Cruz, fueron asiduos colaboradores de sus páginas.

También se incluyó información sobre planos y mapas. Un “Plano de Matanzas” se anunció a la venta en 1834. Quizás se trató del elaborado por el geógrafo Esteban Pichardo, cuya segunda parte se dio a conocer en La Aurora de Matanzas el 13 de agosto de 1846. Según el diario matancero, en octubre de 1859, Agustín Algarra estaba elaborando un “Plano topográfico aduanero de la Isla de Cuba”. De Ildefonso Estrada y Zenea se describió en agosto de 1878, la Guía del Mapa Enciclopédico intitulado Panorama de las Ciencias, de las Letras y de las Artes, editado en México en 1876.

Presencia de la Sección de Ciencias

La década de 1860 fue una etapa fructífera en cuando a la divulgación de la ciencia en el periódico Aurora del Yumurí, nombre que adoptó desde 1857. En esto influyó la fundación de la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas en 1864. Miembros de la institución fueron sistemáticos colaboradores del periódico. Sobresalió Sebastián A. de Morales, además de Manuel J. Presas, Joaquín Barnet, Domingo Cartaya, Manuel Carrerá, Juan Vilaró, Manuel Zambrana y Emilio Blanchet, entre otros, que escribieron sobre ciencia y literatura. Mención aparte para Florencio Suzarte, socio agregado, quien laboró como gacetillero y redactor entre 1865 y 1868. Como estaba al tanto de la vida interna de la Sección, pudo ofrecer noticias sobre sus trabajos científicos.

En Aurora del Yumurí se recogieron los acuerdos de la Sección de Ciencias, los listados de las donaciones al Museo de Historia Natural en 1866 y las estadísticas de vacunados durante la epidemia de viruelas en 1867. Dio una amplia cobertura a los Juegos Florales del Liceo, reseñó las actividades más importantes de Sección y siguió paso a paso las sesiones científicas de 1868. Por estas razones, favorecidas por la sistematicidad, el alcance fuera del territorio matancero, el prestigio que poseía, así como por la importancia que en todo momento dio a sus actividades, este diario fue uno de sus más importantes medios de divulgación científica.

La Aurora del Yumurí en 1859. Archivo del autor.

Varios trabajos de miembros de la Sección de Ciencias merecen ser destacados. En mayo de 1865 Sebastián A. de Morales publicó “Digo [Carta a Felipe Poey]”, artículo en el que rectificó errores científicos aparecidos en este diario y en otros de la isla. También examinó con especial énfasis datos erróneos contenidos en el Diccionario provincial casi-razonado de voces cubanas, publicado en 1862, como nueva edición, por el geógrafo Esteban Pichardo. Un mes más tarde aclaró afirmaciones de Manuel de Monteverde, naturalista radicado en Puerto Príncipe, hoy Camagüey, sobre la salvadera y sus efectos sobre la salud humana. La extensa respuesta de Monteverde, los días 14, 15, 19 y 20 de julio de 1865, también se insertó en las páginas de la Aurora del Yumurí.

Algunos de los artículos publicados en esta etapa, que se deben mencionar, son “Pichon viajero americano (Columba migratoria)”, “Gallinas, pavos o guanajos” y “Las ratas”, todos de 1867. También del mismo año, trataron sobre astronomía los trabajos “Origen de los cometas” y “¿Es habitable la luna?”. Además, vinculados a la agricultura aparecieron, en fecha similar “El café”, “Química agrícola. Análisis de las tierras”, “El guano del Perú” y “Botánica”. Por último, también de 1867, fue “Alteraciones mentales”, por Joaquín R. Roldán.

En sus contemporáneos

Desde muy temprano las cualidades de La Aurora de Matanzas fueron reconocidas por sus contemporáneos. En 1832 la revista Cartas españolas lo calificó de “…lindo periódico…”. Antonio Bachiller y Morales lo valoró de la siguiente forma:

“Fue el mejor periódico político y literario de esta isla hasta esa fecha. Contribuyó visiblemente al adelanto en el periodismo en la esencia y hasta en la belleza de las formas”.

La frase más célebre sobre La Aurora de Matanzas es la que le dedicó el historiador matancero Pedro José Guiteras. Apareció, como parte de una extensa nota, en el segundo tomo de Historia de la Isla de Cuba (1866), que Guiteras publicó en Nueva York. Al referirse a la prensa en La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas y Puerto Príncipe, este autor señaló:

“En el primer tercio de este siglo han aparecido gran número de publicaciones periódicas de más o menos mérito en las cuatro ciudades mencionadas; pero casi todas tuvieron corta vida y no pueden figurar en la historia del periodismo cubano como ejemplos de estabilidad y progreso”.

“La verdadera reforma empezó en 1828 con La Aurora de Matanzas, diario político y literario digno de elogios por la elegancia de su impresión, su extensión, la variedad de materias que abraza y el orden y buen gusto de su redacción, y puede estimarse sin disputa el príncipe de nuestros periódicos…”.

La frase que Pedro José Guiteras dedicó a La Aurora de Matanzas fue “…el príncipe de nuestros periódicos…”. Sin embargo, en reiteradas ocasiones la frase “…el príncipe de los periódicos cubanos…”, se le ha adjudicado a este escritor, cuando en realidad su autor fue Francisco Jimeno. Apareció en el artículo “Apuntes para la historia de Matanzas. La imprenta—1813 a 1834”, que se publicó en el Diario de Matanzas el 18 de julio de 1880. Sobre La Aurora de Matanzas expresó en esta ocasión el célebre erudito yumurino:

“…muy pronto alcanzó buena y merecida fama; causando una verdadera revolución en el periodismo cubano, por su parte tipográfica, extensión, variedad de materias y bien redactados artículos; adquiriendo la supremacía sobre todas las publicaciones de su género en la Gran Antilla”.

“…llegó a estimarse como el príncipe de los periódicos cubanos, y traspasando los estrechos límites de la Isla fue considerado y apreciado por insignes literatos en la corte de España”.

Durante 72 años Matanzas contó con el periódico más antiguo de Cuba, considerado el decano de la prensa nacional. En 2013 la colección que se encuentra en la Biblioteca Gener y Del Monte se inscribió en el Registro Nacional de la Memoria del Mundo. Fue un digno reconocimiento a un periódico que hizo historia, que dio a conocer la vida local, nacional y mundial por más de siete décadas. Y que también, justo es reconocerlo, fue un activo divulgador de la ciencia en la Atenas de Cuba.

Inscripción en la Memoria del Mundo. Archivo del autor.

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