Otra vez un equipo cubano de béisbol sale al exterior a competir y el resultado no sorprende. Las décadas doradas del pasatiempo nacional, para nadie es un secreto, permanecen en la turbulenta zozobra.

Los Cocodrilos de Matanzas, vigentes campeones de la II Liga Élite del Béisbol Cubano, fueron invitados a la Copa Barcelona, un certamen inscrito en la Semana Catalana de la disciplina. Esta competencia estimularía a los monarcas, aunque tal motivación no rindió muchas sonrisas.

El 4 de septiembre este redactor conversó vía telefónica con el Comisionado Provincial de pelota en Matanzas. Para ese entonces, a poco más de quince días del inicio de del periplo en tierras catalanas y después de dos meses de culminada la actuación del equipo matancero en la Serie Nacional, no había vestigio de entrenamiento alguno. Las causas pasaron por problemas con el alojamiento. No hay que ser duchos en materia de preparación deportiva para discernir que ese tiempo no asumiría las deudas físicas requeridas.

Varados en suelo propio

Sin embargo, la hecatombe no quedaría ahí. El retraso en el visado convirtió en una caótica espera la participación del cuadro criollo. La Copa Barcelona no es un evento oficial de la Federación Internacional; por lo tanto, la Federación Cubana tuvo la encomienda de la documentación pertinente con suficiente antelación, claro está, conforme a las normativas consulares de cada país. Ante esa incertidumbre, muchos de los integrantes quedaron en un «limbo estacionario», perjudicial para aspirar a cualquier resultado decoroso. El balance habló por sí solo: una victoria en tres salidas, casi veinte carreras permitidas y sólo ocho anotadas.

Matanzas terminó tercero entre cuatro equipos asistentes a la Copa Barcelona.

Muchos fanáticos han defenestrado la actuación yumurina con los argumentos del desarrollo de la pelota en España. Si bien no es menos cierto que el fútbol manda y capitaliza por aquellos lares, una liga profesional bien establecida en el contexto europeo marca los designios del béisbol en la Península Ibérica. Además, a ello hay que agregarle el aporte indispensable que le han inyectado varios peloteros cubanos, los cuales han decidido tomar maletas y enrumbar nuevos destinos en aquella nación.

La pelota cubana no pasó por España

Los ejemplos fueron latentes en la Copa Barcelona, con el experimentado pinareño de más de 40 años de edad Yosvani Torres encaramado en la lomita de los suspiros, o la carga ofensiva de los hermanos antillanos Omar y Frank Hernández, baluartes en el título de la selección de Cataluña.

Una vez más quedan al descubierto las lagunas organizativas; esas que no requieren grandes recursos, pero que determinan resultados. Lagunas que suelen ser «invisibles» a los ojos humanos y que cada día nos alejan más del nivel deseado en este mundo del béisbol. Otro evento al que asistimos sin la preparación adecuada y donde «logramos» sólo dar pasos hacia atrás en nuestro deporte nacional. Otro equipo cubano de béisbol sucumbe en un evento menor, dejando un sabor amargo que no complace en absoluto a los miles y fieles seguidores de nuestro principal pasatiempo.

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