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Hace algunas semanas los integrantes de la prenómina de Matanzas de cara a la séptima Serie Nacional de Béisbol, categoría sub-23 años, vivían la incertidumbre en torno a la celebración o no del importante torneo, que persigue como propósito primero desarrollar el talento joven en Cuba y constituye la cantera fundamental de figuras para los equipos nacionales del futuro mediato.
Los bisoños peloteros bajo la égida de Arlet Vázquez Tápanes, artífice de las únicas dos medallas del Matanzas a este nivel de competencia, recibieron con entusiasmo la noticia de la celebración, a partir del 2 de agosto próximo, de la justa que contará esta vez con apenas 15 desafíos en la etapa regular y obligará a rendir al máximo desde el preciso instante en que se ensucien los spikes.
El propio mentor Vázquez Tápanes comentó en reiteradas ocasiones que, aunque la perspectiva del grupo conformado por 25 atletas radica en asegurarse un puesto en la etapa de semifinales, saldrán a los diamantes beisboleros a ganar el desafío del día sin dedicarse a pensar mucho más allá.
Seamos ahora objetivos: ¿Podrán estos jugadores desempeñar su rol de la mejor manera a partir de que se dé la voz de play ball? ¿Tiene este grupo de muchachos las herramientas suficientes para imponerse en un evento bastante impredecible por la paridad de los contendientes? ¿Llegará el equipo sub-23 para llenar las ansias de triunfo de la afición beisbolera en Matanzas?
En primer lugar resulta necesario destacar que la Serie para menores de 23 años traerá a los terrenos de juego a una importante cifra de jugadores con escasa o nula experiencia en certámenes de primer nivel, una característica de la cual no escapa el equipo de casa, que si bien incluye en su lista a 10 miembros de los Cocodrilos de Matanzas, la mayoría de ellos tuvieron una participación limitada a lo largo de la Serie 61.
Las principales fortalezas radican en el área del picheo, con abridores de la talla de Andy Quesada, ya anunciado como líder de staff, Yamiel Deulofeu, Naikys Piedra y Denis Quesada, mientras el bullpen deben liderarlo los conocidos Haikel Parra y Alain López, pese a la imposibilidad de este último de cubrir todo el campeonato por asuntos personales.
No caben dudas de que si los lanzadores se comportan a la altura de lo esperado crecerán las posibilidades del Matanzas de encabezar el grupo B, que se completa con los conjuntos de Cienfuegos, Mayabeque y Villa Clara, este último considerado el rival más peligroso, al menos en un análisis precompetencia.
Sobre el campo de juego Matanzas tendrá en la receptoría a un seguro de vida que responde al nombre de Andrys Pérez, pero el capitán de la selección nacional solo podrá colgarse los arreos en un duelo por cada subserie, lo cual obligará al rejuego táctico para utilizarlo sabiamente y beneficiar al plantel sin agotar al jugador.
La alineación ofensiva se nutrirá del talento de Adrián Pérez, Pavel Gómez, José Prent, Hangelo Videt y, sobre todo, del poder de fuego de Ronney Muñiz, actual recordista de empujadas para una Serie de esta categoría, y Eduardo Parreira quien en opinión de este reportero es el bateador más completo de la escuadra y presumiblemente el tercer palillo de la artillería.
Si el manager Arlet encuentra un primer bate capaz de desestabilizar al picheo rival y anclar con frecuencia en las almohadillas, el grueso de la tanda matancera puede sembrar el caos con sus batazos en esta justa, en que la defensa también jugará un papel definitorio en las aspiraciones de victoria.
Apenas pocos días nos separan del partido inicial ante Mayabeque, en el que seguramente regresarán a las gradas del Victoria de Girón los parciales más fieles, los seguidores de siempre, aquellos que han vivido en la última década las emociones diversas de la pelota matancera, con sus decepciones, angustias, dolores de cabeza y celebraron la corona en 2020, luego miraron por TV la Serie 60 marcada por el auge de la COVID-19 y que luego de otro subcampeonato este año quieren más, y esperan la gloria de los hermanos menores.
