El nombre de Enrique Alejandro Bofill López no es tan conocido en el barrio, pero la mención del payaso Tareko convoca a una legión de seguidores. El joven artista matancero es heredero de una larga tradición familiar.

De niño frecuentaba con la abuela las actividades infantiles. El abuelo mago y el padre payaso despertaban definitivamente la inquietud por la escena.

Sueña el circo, sueña el teatro y sus incontables personajes. “Yo quiero ser mago, yo quiero ser payaso, yo quiero ser titiritero”, se decía a sí mismo.

Su participación en proyectos infantiles como el Trencito de la Alegría o el Reparador de Sueños lo llevaron de la mano hasta el mundo del espectáculo. La escritora Loreley y otros creadores lo invitaban a sus actividades, recuerda agradecido.

Muy joven se define su rumbo definitivo. “Un amigo me invita a participar en su compañía de magia en Varadero. Allí recibimos la visita de una comisión evaluadora del circo Nacional de Cuba  y fui profesionalizado”, señala Alejandro.

Su tránsito por el Circo Espectro, luego América y finalmente La Rueda, consolidan el talento del joven artista. Atento a las recomendaciones de los más experimentados y su voluntad para aprender las distintas  técnicas del espectáculo circense maduraron sus habilidades como mago, payaso, acróbata, malabarista, titiritero y muchas más.

Un día el maestro René Fernández ,durante una función del teatro Papalote, le indicó manipular un títere, nos cuenta el propio Alejandro. “Al principio dudé, pero él insistió: Tú puedes hacerlo”. Desde entonces forma parte  del elenco del teatro Papalote y le hace feliz participar en  La calle de los títeres y recibir los consejos de René.

Su crecimiento profesional le abre paso a paso nuevos espacios. Llegan los grandes espectáculos, giras y conciertos.

Alejandro, que de tanto crecer se nos convirtió en el payaso Tareko, acumula importantes logros sobre las tablas o la arena.

Su gira con la carpa Azul del Circo Nacional de Cuba, el gustado espectáculo Tareko en concierto, que le abrió las puertas del emblemático teatro Sauto, y su peregrinar por barrios y municipios con el circo la Rueda, consolidan el arte del inquieto artista.

Con ese colectivo, que ya celebró su segundo año, participó en la 5ta.Convención Internacional de Circo Teatro de Colombia, donde inauguró nuevos sueños y proyectos.

“Colombia fue mágico”, cuenta Alejandro, o Tareko. “Vivimos una experiencia única, donde el público nos brindó una acogida maravillosa.”

Atento a las sugerencias de los más experimentados, Tareko se supera día a día en su permanente andar por pistas y tabloncillos, donde defiende una tradición familiar a la que seguramente sumará nuevas y hermosas páginas. (ALH)

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