Cada vez con más frecuencia –y casi a modo de perogrullada– se escucha mascullar a la generación que sobrepasa los 40 años: “Ya la juventud no lee”. Entre ellos aumenta la certidumbre de que el interés por la lectura en los nativos digitales se está disipando estrepitosamente con el apremiante avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Si bien es cierto que el impacto de Internet ha transformado nuestras sociedades, valdría aceptar de una vez que la imprenta de Gutenberg aún está en boga, solo que ahora en medio de este mundo interconectado comparte espacios y preferencias con las pantallas de las computadoras de escritorio, laptops, tablets y móviles.
No cabe duda que hoy día la forma de asumir la lectura se transformó y los más jóvenes continúan leyendo, incluso, más que en otras épocas. Entender con objetividad este escenario se torna complejo y difuso para quienes el mundo analógico constituye uno de los principales referentes de vida. Pese a ello, a estas alturas del juego la competencia resulta desigual y desventajosa entre el ámbito de la literatura impresa y aquella emergente desde las plataformas digitales.
Para nadie es un secreto que Internet resulta un eficaz recurso para seducir a niños y adolescentes. Los contenidos con textos sencillos, imágenes y sonidos atractivos captan rápidamente su atención. Llegan a ser tan asequibles para ellos que garantizan fácil comprensión y, la mayoría de las veces, menoscaban e invalidan el auténtico cometido de la lectura en la existencia de los seres humanos.
Leer de manera activa y reflexiva en cualquier fuente (libros, revistas, periódicos u otros), digital o impresa, suscita una interacción con la información única, pues no solo asegura su apropiación consciente y genera nuevos significados, sino también potencia el ejercicio del pensamiento y ensancha el intelecto.
De acuerdo con el criterio de expertos, desarrolla habilidades para una escritura y expresión oral correctas; enriquece a todo ser humano desde el punto de vista espiritual y social con capacidades cardinales en el progreso científico, tecnológico y cultural de cualquier país.
De ahí que fomentar el hábito de lectura en cualquier formato (impreso o digital) exige inexorablemente de mediadores (maestros, bibliotecarios y familiares) sensibles a la literatura, capaces de leer y compartir sus vivencias para incentivar y a la vez, formar.
Sobre estos temas y la necesidad de emprender estudios para identificar gustos y preferencias de nuestros lectores más bisoños se ha disertado bastante y desde hace varios años en el evento teórico “Niños, autores y libros: una merienda de locos”, organizado por la Editorial Gente Nueva, en el marco de las ediciones de la Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH).
No obstante, todavía queda como asignatura pendiente diseñar estrategias de comunicación coherentes que conecten a lectores y escritores. Crear literatura para receptores tan exigentes requiere análisis más profundos y no la frugalidad de concebir historias sustentadas en la niñez de quien escribe. Por tanto, se aprecia que los autores cubanos en este terreno se mantienen escribiendo casi a tientas, sin certeza ni nociones definidas sobre qué desearía leer este difícil grupo etario.
Aun cuando se percibe que géneros como las novelas policiacas, de aventuras y de ciencia ficción, el cuento y la poesía cautivan a los adolescentes, todavía escasean estudios de mercado que orienten a los lectores y garanticen una circulación editorial congruente y a la medida de los nuevos tiempos.
Esta circunstancia contribuye a que vuelen de las librerías los mismos autores de siempre, valiosos por la excelsitud de su literatura, pero que permanezcan durmiendo el sueño eterno en los anaqueles aquellas obras de otros escritores menos posicionados en el imaginario del lector joven que empieza a recorrer el universo de la literatura. Ese territorio apenas explorado o investigado de manera insuficiente cede lugar a otros modos de acercarse a la lectura a partir de soportes virtuales.
Una encuesta realizada por el Observatorio Cubano del Libro y la Lectura entre unas 1 000 personas de varias edades y sexos, a propósito de la FILH de 2019, dejó al descubierto la coexistencia de las dos formas de lecturas (impresa y digital). Asimismo, reveló que leer en cualquier medio o soporte sigue siendo atractivo para los lectores cubanos, quienes desde hace tiempo ya se apropiaron de los entornos virtuales para satisfacer sus demandas literarias.
Este sondeo, además, indicó que los más jóvenes prefieren las plataformas digitales por la diversidad temática y el estilo atractivo en el abordaje de dichos temas. Además de que resulta cómodo para ellos el hecho de contar con grandes volúmenes de contenido, incluso, bibliotecas digitales disponibles desde sus unidades móviles en cualquier momento, según sus propias necesidades, propósitos y contextos.
No hay que darle muchas vueltas al asunto, Internet se halla a un paso de ganarnos la partida y esa jugada trae más perjuicios que ganancias. Así lo constató esta reportera en un diálogo informal sostenido con un grupo de adolescentes de una secundaria básica, enclavada en el municipio de Plaza de la Revolución.
La muchachada, sin miramientos de ninguna índole, reconoció abierta y claramente su preferencia por Wattpad, red social que funciona como plataforma online de lectura y escritura gratuitas, donde los usuarios publican y leen cuentos, novelas, artículos, poemas, comentarios, entre otros géneros literarios y/o periodísticos.
“Ahí lo mismo te lees un clásico que lo que escriba alguien no conocido como escritor y con mejores o peores habilidades en el dominio del idioma”, remató una de las chicas del grupo a modo de síntesis, no sin antes mencionar algunos de los títulos más populares conocidos por ella: A través de mi ventana, de la venezolana Ariana Godoy, y la trilogía Culpables, de la argentina Mercedes Ron, ganadora de un laurel en ese mismo entorno virtual.
Como es una red social, autores y lectores (pueden coincidir en una misma persona) interactúan entre sí, votan y comentan los relatos que le son atractivos. Igualmente, cuenta con un sistema de premios denominado Watty; está disponible en más de 50 idiomas y es el español la segunda lengua más usada, después del inglés.
Pero, aunque Wattpad incentiva la creación literaria y las formas de expresión por medio del lenguaje, tiene como principal limitación que los participantes se leen y cuestionan entre ellos, sin las sugerencias validadas por mediadores acreditados que orienten, asesoren o instruyan tal cual ocurre en espacios de aprendizaje como los talleres literarios y otros escenarios similares.
Sea cual sea el formato o entorno de elección de nuestros niños y adolescentes, lo más valioso es que cuenten con acompañamiento en ese complejo y a la vez hermoso mundo de los libros y la lectura; así llegarán a ser adultos plenos, cultos y siempre sentirán, como dijera Martí, “ese calor de humanidad que liga al lector con el autor del libro”.