Es cierto, que Laura Ruiz Montes (Matanzas, 1966) es poetisa, narradora, ensayista, traductora, editora; pero también es dramaturga. Es un privilegio entre nosotros, contar con una autora, con las inquietudes, la sensibilidad, la agudeza intelectual de Laura Ruiz Montes, que acaba de ganar con su segunda obra conocida Fibras de vidrio, el Premio José Antonio Ramos de la Uneac, con un texto sobre la fotógrafa italiana Tina Modotti, una figura controversial, polémica y seductora, cuya escritura motivó – según confesiones de la propia Laura – en algun momento el diseñador y poeta Rolando Estévez, y a la que dedicaremos un espacio en nuestras páginas.
El primer texto, al menos conocido, fue A ciegas, Premio José Jacinto Milanés, 2003, publicado por Ediciones Matanzas, y que revela la historia íntima de Ana, y su espera, inmersa en la oscuridad, por la llegada de Amalia, mientras se encuentra con La sombra, la controvertida figura de Amalia Simoni, que espera a su Ignacio Agramonte, un sutil juego de metáforas y signos, reveladores de una serie de conflictos humanos y sociales.
Una obra, que ocurre en un solo espacio dramático, un cuarto de solar, en un apagón de los noventa, lo que es significativo para crear una atmósfera y también el simbolismo que emana de un texto, que juega con espacios, que emergen en el presente, y en un pasado, que se mueve entre las metáforas de lo legendario, de los amores, abortados por la muerte, las batallas, lo heróico, y que juegan con los imposibles de dos mujeres, oculto en un cuarto prestado, clandestino, apagado, en que todas las fantasmagorias, se hacen subversivas, en circunstancias de intolerancia, prejuicios y libertades.
Amores, en esencia, intensos, perdurables.
Laura, en este texto, en el que potencia, el soliloquio, lo reflexivo, mezcla íntima de la dudas, el miedo, los deseos, la espera, sobre el coloquio, entre dos seres, construye una metáfora, luz mas que sombra, con la sombra – luz, que es Ana.
A ciegas, merece un estudio más abarcador, que analice varias zonas de su textualidad, y que la aparición de Fibras de vidrio, incita a un estudio comparado.
Laura, que también ha dedicado estudios a la dramaturgia, con ensayos muy particulares, como por ejemplo, la dramaturgia de Abel Gonzalez Melo o indagado, en alguna de la voces teatrales del Caribe, en su imprescindible Grifas, es sin dudas una dramaturga, que forma un corpus muy particular de autoras, que integran Raquel Carrió, Nelda Castillo, Nara Mansur, Agnieska Hernández, Taimi Dieguez…
En nuestros predios, tenemos el privilegio de contar con autoras, en diferentes épocas, como Nora Badía, Dora Alonso, Fara Madrigal (tiene una obra mencionada en concurso), Dania Rodríguez, María Laura Germán Aguiar, que fundamentalmente han escrito para la escena de niños.
Laura, es una particular voz, que nos muestra en sus conflictos, personajes femeninos inmersos en las dudas, el dolor, la pasión; mujeres, enjuiciadas por los prejuicios, y a la vez, valientes, irreverentes. Temas contemporáneos, que a la vez, son universales.
Leer a Laura, es como su obra, encender la luz – vela, bombillo – en lo oscuro, para que se iluminen los espíritus.
Tomado del perfil de Facebook de Memoria Escénica- Archivo de la Memoria Escénica