Jorge Martínez Castillo es de esos actores que se roban la pantalla, y de paso, el corazón de su público cada vez que decide apostar por un proyecto audiovisual. Su método de trabajo, si son personajes cubanos, de la vida cotidiana, parte de intentar buscar ese rostro en la calle, o al menos, alguien que se le parece. Poco a poco conocerlo y crear en su mente algo así como un Frankenstein.
“Mi personaje debe caminar, gesticular o hablar así mientras voy conformando el personaje. A veces se me parece mucho a alguien que veo en la calle y le caigo atrás a esa persona aunque parezca un loco. Además, donde más gano es en el trabajo de mesa con los directores y escritores. Vamos conversando, nos proponemos cosas”, confiesa el artista a Cubadebate.
Lo otro que jamás hace es memorizar las escenas. “Me crea un cliché. A la vez que tú sabes lo que yo voy a decir, o yo sé lo que tú vas a responderme, la escena pierde inmediatez. En la vida cotidiana esas conversaciones son espontáneas. Quisiera siempre lograr en una escena esa organicidad que se crea en una conversación real”.
El actor se aprende las ideas y deja que el resto de las palabras fluyan.
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Jorgito Martínez llega a El derecho de soñar a partir de una propuesta de Alberto Luberta. Le dio a escoger entre dos personajes y Reynaldo fue el rol que más llamó su atención.
“Estaba un poco reacio a hacer telenovelas por distintas razones: es un trabajo muy fuerte y me aburrí un poco de las temáticas que son casi siempre lugares comunes, más allá de la calidad del producto final y del trabajo actoral y de dirección. De hecho, lo último que hice fue con Luberta en Entrega, aquel policía con problemas familiares que me atrajo mucho”.
De Reynaldo, un personaje completamente distinto a lo que había hecho, le gustó el misterio que rodea a su vida y que se va descubriendo en el transcurso de la trama. Además, como plus, iba a trabajar con Luberta, Ernesto Fiallo, Verónica Lynn y Luis Rielo, y podía hacer en una misma telenovela dos roles totalmente distintos. “Eso fue un desafío: construir dos personajes sin que se pareciesen uno al otro”.
Jorgito reconoce que como hacía mucho tiempo no se hacían audiovisuales de época, El derecho de soñar convidó al público a investigar e interesarse por la historia de la radio en Cuba.
El actor recuerda que muchos de sus primeros trabajos fueron en Radio Arte, en el mismo lugar en el que se grabaron muchas escenas de la telenovela. “Me atrajo muchísimo poder estar ahí, los recuerdos de mis directores de la radio. Era una forma de homenajear a esos que hoy hacen la radio en Cuba”.
¿En qué se basó a la hora de trabajar al personaje de José Goula?
-Es un personaje real, un actor muy reconocido en aquella época, a pesar de que hay poca información sobre él, sobre todo física. Hizo varias películas. Nació en Barcelona y recorrió el mundo. Hizo muchas películas en México y por eso fue perdiendo su acento español, además de que se lo exigían tanto en México como en Cuba.
“Para interpretarlo hice un collage a entre lo poquito que se sabía de él: que era una persona muy seria, con una excelente dicción, un poquito autosuficiente, exigía lo que él pensaba que le correspondía en ese momento. También me basé un poco en lo que en lo que yo oí del Derecho de nacer y en lo que vi de la película”.
¿Cuál fue el período más difícil para trabajar, el de época o el actual?
–Los dos fueron difíciles. El de época es muy difícil por los recursos para lograr la ambientación, el vestuario, los peinados, los tintes. Estamos trabajando con poco pero había un equipazo de trabajo detrás que lo logró.
“Con Reynaldo la mayor dificultad fue la cantidad de tiempo que tuvimos que trabajar diariamente”.
¿Qué le aporta Jorgito Martínez a Reynaldo? ¿Qué puntos en común tienen personaje-actor?
-Más allá de del trabajo y estudio que uno hace del personaje, le aporté la experiencia que tengo como actor.
“Puntos en común: haber pasado por la radio, saber cómo trabajan los directores de programa. Tanto Reynaldo como yo trabajamos con sinceridad para que las cosas lleguen al público de la mejor manera posible”.
¿Qué hubiera hecho diferente ahora que ve el trabajo terminado?
El problema es que todavía no he visto el trabajo terminado. Aún faltan capítulos de la novela. No soy de los actores que revisa constantemente la grabación cuando termina. No, confío en los directores cuando me dicen que la escena quedó. Pregunto siempre si hay que repetir y respeto sus criterios.
“Estoy satisfecho con lo que se hizo, aunque generalmente el actor nunca está conforme totalmente y siempre quiere mejorar. Quizás cree que la hizo muy bien y después cuando la ve en pantalla no le gusta. O al contrario, piensa que fue una escena regular y luego cuando la ve con todo lo que lleva, postproducción, música, lo que hizo el otro actor o actriz, entonces, se siente satisfecho”.
¿Qué significa la radio para Jorgito Martínez?
-Me puse contento desde que me dijeron que esta telenovela era un homenaje a la radio por su centenario, que tenía que ver con El derecho nacer, y que se iba a hablar de todas esas grandes figuras que hicieron posible la radio: María Valero, mi propio personaje, Mestre, Amado Trinidad.
“En esa época no había televisión, llegó después, y la radio era el entretenimiento por excelencia que tenía el pueblo cubano. Hasta las personas más humildes tenían un radiecito en una montaña y podían soñar como hemos querido hacerlo nosotros con esta telenovela.
“Inicié en la radio junto con la televisión. Recuerdo que entraba a las ocho de la mañana hacía las radionovelas, los radioteatros y a las 12 del día empezábamos a grabar la televisión, novelas, aventuras.
“La radio me ayudó a quitarme algunos defectos que tenía en cuanto a la dicción y la voz. Me enseñó un mundo nuevo, fascinante, relacionado con el sonido. Todos los actores jóvenes deberían pasar por la radio para que entiendan que para hacer un trabajo más orgánico y natural no se pueden comer las palabras, las letras, las eses. La radio es una una escuela por la que todos deberíamos pasar.
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Jorgito Martínez asegura que, a estas alturas de su vida, el éxito es algo ambiguo. “Para los actores que hacemos televisión, cine, hay cierto grado de inmediatez porque una telenovela puede tener hoy mucho éxito y mañana, cuando venga la otra, ese éxito se va olvidando”.
El artista cree que la clave es lograr que la gente crea en ti, en cada uno de tus trabajos. Cada vez que comienza un proyecto, Jorgito lo proyecta como si fuera la primera vez.
“Mi éxito ha sido el cariño y reconocimiento del público, porque ellos saben que hago las cosas con autenticidad y no ando por ahí pavoneándome ni aprovechándome de mi trabajo”, insiste el artista.
El hecho de que alguien en la calle le diga ‘qué bonito tu trabajo’, o que comenten en las redes ‘me gusta mucho el trabajo que hace Jorgito’, es para el actor el verdadero el éxito.
Precisamente, agrega, el reconocimiento del pueblo de Cuba viene de ese cariño que él también le profesa a su público. El respeto cada vez que va a hacer un trabajo. “Soy auténtico en el sentido de que no engaño al televidente. Trato de ser lo más natural posible la hora de hacer la escena o de encarar un personaje”.
Jorgito asegura que siempre piensa en el espectador: “esa señora, ese señor jubilado que están en su casa y que esperan la hora de la novela, del programa, del musical; que se sientan a ver la televisión después de una jornada agotadora. Creo que ellos se dan cuenta que a actuó con cariño y sinceridad. Por eso es que somos recíprocos el uno con el otro. Nos damos el mismo cariño y no hay nada más bonito que recibir eso”.
¿Qué significa la actuación?
-Imagínate tú. Son más de cuarenta años. Un día decidí dejar la música y entrar en la Escuela Nacional de Arte sin tener la certeza de que podría vivir de eso. Y así ha sido por más de cuatro décadas. Me es muy difícil hacer otra cosa en la vida que no sea actuar.
“He tenido muchos momentos lindos gracias a esta profesión, actores con los que he podido compartir, directores con los que he podido trabajar. He trabajado con grandes actores de este país. Cada una de esas oportunidades han sido una experiencia única.
«Siempre he trabajado para para el público, esperando que sea interesante, que aportara a la sociedad. Si no se hacer una tuerca, por lo menos quiero hacer reír, contribuir a que las personas pasen un buen rato cuando se sienten frente al televisor. Eso ha sido lo más importante de mi carrera.
«He pasado también por momentos muy duros por mi salud, pero siempre he pensado, ‘este no va a ser mi último trabajo; no quiero que este sea mi último trabajo’. Deseo quiero seguir haciendo cosas y vivir esta experiencia única que es ser actor”.