La «stand-up comedy» ( literalmente: comedia de pie, o unipersonales donde los humoristas dicen sus textos ante un público en teatro o café) es una modalidad muy arraigada en Estados Unidos y varios países europeos, que entre nosotros siempre ha encontrado notable recepción de público.

Cultores como Osvaldo Doimeadiós y otros colegas lo han reverdecido y la respuesta no sólo es entusiasta sino masiva, prueba de lo cual son espectáculos como El juicio final o el reciente La risa por delante, que literalmente repletan un coliseo tan inmenso y no tan cercano como el Karl Marx.

La nueva temporada de este último título reunió junto a Doime a Yamira Díaz, Carlos Gonzalvo » Mente Pollo», el joven Rony «Capitán Diez» y Miguel Moreno «La Llave».

En medio de un guion donde cada exponente se autopropone para director del show, los cómicos discursan desde sus peculiares estilos en torno a problemas sociales de aquí y ahora, además de temas universales, aunque el pretexto sea el recuerdo de los años 90, viajes a España o Varadero, una esposa abandonada, los insufribles apagones y los (al parecer) eternos problemas burocráticos.

Se agradece esta vez (o de nuevo) la capacidad histriónica de Doime, pues siempre un humorista que sea actor garantiza la incidencia y el impacto en el público, aun tan heterogéneo y variopinto -aunque siempre cómplice- lo cual comparte con Yamira Díaz, sólida intérprete que además nos regala un ingenioso relato donde feminismo, diversidad sexual y sátira a ciertas «maestras» ( más bien en buscar prebendas) retozan con fluidez.

Capitán Diez representa ese humor un tanto desparpajado, corrosivo e irreverente de las nuevas generaciones, que logra indudable comunicación pero acaso deba aprender de sus colegas un poco de mayor desenvolvimiento escénico e histriónico.

Gonzalvo protagonizó uno de los mejores momentos del espectáculo dadas la gracia, el doble sentido (manejo genial de la alusión, esa difícil figura retórica) y un arco que viaja de la ironía al más abierto sarcasmo en su texto con verdadero dominio de los tonos, las pausas, los matices.

Quizá sea pertinente dejarlo por tanto como cierre, teniendo en cuenta que esta vez el de «La Llave», con excelentes trechos como siempre, resulta un tanto irregular: no se muestra precisamente redondo en cuanto a alcance y cohesión a nivel humorístico.

De cualquier manera, La risa por delante es otra prueba al canto de la salud con que el humor – esa identidad nacional- y sus mejores exponentes siguen posibilitándonos el oxígeno en medio de tantas dificultades, antídoto siempre poderoso contra el estrés.

Por todo eso, el Karl Marx es siempre un espacio propicio para regresar…y aplaudir.

Frank Padrón/Cubaescena

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