Pocos minutos faltan para la media noche cuando de repente suena la alarma del comando. De inmediato se visten con sus trajes y su mente se encuentra en el lugar del incidente.
Para los bomberos la tensión siempre se adueña del momento. El tiempo es poco y pensar en lo que pueda suceder no es la prioridad.
Los que salvan vidas están dispuestos a sacrificar su bienestar por las demás personas. En esta profesión cada paso es arriesgado. Cada minuto cuenta.
En días de fuegos y sirenas, de imágenes desgarradoras, del valor por ganarle a la muerte recuerdo el siniestro en la Base de Supertanqueros de Matanzas, recuerdo a esos jóvenes que dieron el paso al frente para acabar con las funestas llamas. Manguera en mano y el vapor que quema hicieron posible la unidad que caracteriza el trabajo en equipo.
Muchas resultan las historias contadas a estos héroes y otras tantas que se encuentran en el anonimato. La adrenalina crece cuando un obstáculo se interpone en su camino para salvar una vida.
En ocasiones prefieren mantener ocultos sus nombres. Ser bombero es una profesión de responsabilidad y ética, de perseverancia. Ellos son más que una familia, se cuidan y protegen, no solo cuando suena la alarma, sino cuando los minutos apremian ante el peligro.
Los días festivos no existen, a pesar de las misiones confiadas sonríen ante el triunfo. Para los héroes de traje verde olivo muchas felicidades en este nuevo aniversario.