En el último capítulo transmitido de la telenovela cubana Renacer, Roxana pregunta a su prima Belkis -¿estás con los indios o con los cowboys?- y de pronto me vi envuelto en una especie de indagación hermenéutica, considerando las dispares verdades que pueden ocultarse tras la dichosa pregunta… la de Roxana, quiero decir.

Para nada deseo enredarlos en un conflicto que va más allá de la intención de una novela. En cambio, sugiere lecturas que tratan del modo en que podemos ser interpelados con mayor o menor frecuencia. Sobre esa otra realidad deseo conversar.

Primero debo explicarme. Durante la primera mitad del pasado siglo, la mayoría de las personas seguramente estarían del lado de los cowboys. Las películas e historietas de la época lograban el objetivo de victimizar al hombre blanco a manos de los indios y justificar la matanza de aquellos, al fin y al cabo, tenidos como los malos de la historia.

Cuando se develaron las intenciones expansionistas de los  colonizadores norteamericanos a expensas de las tierras ocupadas por los aborígenes del oeste, entonces ya no estuvimos más con los cowboys.

¿Indios o cowboys?

Con el tiempo, la respuesta a la recurrente pregunta fue más allá  de una toma de partido por buenos o malos. Entonces la opción podía corresponderse con la causa de los de a pie, asignada a los indios o los que ostentan el poder entendidos como los cowboys.

De todos modos, en el caso que nos ocupa habría que preguntarse además en qué bando milita Roxana, habida cuenta de la actitud negativa representada por el personaje novelesco.

Ahora bien, el asunto no iría a más sin esa vocación de buscarle las cuatro patas al gato. En los días que transcurren muchas palabras corren la suerte de dejar de significar lo que siempre representaron.

La manipulación de las palabras no es nueva, pero su actual manifestación nos acerca a la propuesta orwelliana descrita en la novela 1984, del célebre autor inglés.

Es el caso que por estos días los discursos del reelecto presidente Donald Trump, o los del mandatario argentino  Javier Milei, al igual que el de muchos otros políticos, teóricos, periodistas y toda la fauna que apuesta por el dominio absoluto de la extrema derecha, reasignan nuevos contenidos para las palabras al uso  en sus campañas políticas.

Sin recato el presidente sudamericano hace suyas las palabras libertad, justicia y democracia, para entronizar un gobierno cada vez más alejado de la verdadera significación de esos términos.

Sobre cómo actúan aquellos para imponer sus discursos y qué valor podemos atribuirle al cínico desempeño, lo veremos en un próximo comentario. En tanto Roxana apuesta por indios o cowboys y sostiene el  turbio papel asignado a su personaje, echemos una ojeada a ese otro mundo que a diario configura la suerte de nuestros pueblos.

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