Con cierta tranquilidad, pero también de nostalgia, me contó que había pedido la baja del lugar donde laboró por más de 25 años.

Allí, incluso, llegó a ocupar responsabilidades. “Es que estoy acostumbrada a que las cosas se hagan bien, no soporto las chapucerías”, dijo.

Mientras proseguía, habló de los tiempos en que todos, incluso los más bisoños, se preocupaban por aprender y cumplir con sus tareas. Se refirió a su amor por ese centro laboral, un sentimiento que, si por fortuna no se ha esfumado del todo, considera  requiere atención y no solo en ese sitio, sino de manera general.

Cree que si bien en ello median factores como la desmotivación hacia el trabajo dada la baja remuneración salarial, la falta de preparación de algunos directivos y la influencia del hogar, el sentido de pertenencia debe ser algo innato en cada ser humano.

Y considero tiene razón.  Ya hablé del tema en una ocasión: amar lo que se hace, mostrar vocación e identificación con el grupo y la comunidad a que se pertenece es un sentimiento que debiera primar en todos.

Sin embargo, a menudo encontramos individuos a quienes les resbala lo que pasa en su radio de acción. No les interesa superarse. No ayudan a sus colegas ni se dejan ayudar. Les da igual si las metas se cumplen o no.

Así mismo llegan tarde a su puesto laboral y se marchan antes de tiempo. Si hay suciedad en su local no les molesta y al llamado de atención alegan: “Esto no es mío, ya tiene nombre”.

Esos, a lo que suele llamárseles “papas podridas”, entorpecen la labor del equipo y son, inclusive, los mismos que nos hacen padecer cuando, por ejemplo, acudimos a un centro de prestación de servicios y nos mal atienden.

Querer lo que se hace, la entidad que nos representa y el lugar donde vivimos hará que nos sintamos más cerca de los nuestros.

Es una dicha estar rodeados de personas que sumen, que se preocupen por su colectivo y los resultados del trabajo. Solo así abundarán los afortunados que no piensan en marcharse, ni se verán instados a hacerlo como sucedió con mi conocida. (LLOLL)

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