En 1825 el francés Luis Braille, con apenas dieciséis años, inventó un nuevo método para que las personas ciegas pudieran leer. Su éxito lo haría inmortal.
Nacido en Coupvray, Francia, el 4 de enero de 1809, Luis Braille conoció la adversidad desde muy pequeño. Con tres años de edad sufrió un accidente en uno de sus ojos, que derivó finalmente en una ceguera total.
A pesar de esta discapacidad visual cursó estudios primarios, en los que demostró una constante aplicación y una inteligencia aventajada. A los diez años ingresó en el Instituto Nacional para Jóvenes Ciegos de París, con el objetivo de aprender un oficio.
La propuesta de un genio
En 1821 conoció un sistema de lectura y escritura táctil llamado “Sonography”, presentado en la escuela por su autor, el militar Charles Barbier. Motivado por este aprendizaje, se dio a la tarea que elaborar un método más fácil para la lectura y la escritura por parte de las personas con discapacidad visual. Hacia 1825 ya poseía una propuesta novedosa.
El método de Luis Braille era más sencillo que el de Barbier. Estaba compuesto por combinaciones de seis puntos en relieve dispuestos en dos columnas de tres, donde se pueden hacer hasta 64 combinaciones. Al ser impresos en relieve permitían la lectura mediante el tacto, sobre todo con los dedos índices de una o ambas manos. Por su sencillez, el nuevo método permitió a las personas ciegas acceder al mundo de la lectura y la escritura de manera más rápida y eficaz.
Debido a la discapacidad que sufría su autor, el método que propuso estaba adecuado perfectamente a las características de la percepción táctil a nivel psicológico, anatómico y fisiológico. Los seis puntos, al ser impresos en relieve, se adaptan perfectamente a la yema del dedo. Por tanto, pueden aprenderse y ser trasmitido al cerebro como una imagen.
Como muchas veces sucede cuando lo tradicional es enfrentado, el método Braille fue prohibido. Sin embargo, algunos alumnos y profesores invidentes del Instituto Nacional para Jóvenes Ciegos, lo comenzaron a emplear de forma clandestina. En 1829 Braille publicó un libro basado en la propuesta que defendía.
Para el espíritu innovador de Luis Braille esto no fue suficiente. Comprendió claramente que era necesario, además, producir textos según el nuevo método. Para superar esa dificultad inventó, junto a su amigo Pierre Foucault, una máquina de escribir con ese objetivo: el ratígrafo.
Motivado por estos logros, el joven Braille desarrolló un método original, también basado en puntos a relieve, para que los músicos ciegos pudieran leer y escribir partituras. Tuvo a su favor los estudios que había realizado de órgano, piano y violonchelo. Para lograrlo, asignó símbolos a cada nota musical. También consideró las indicaciones necesarias de tempo, dinámica y otros aspectos esenciales de la interpretación musical.
El legado de Braille
En 1853, un año después de su muerte, el método Braille fue aceptado oficialmente en Francia y generalizado a numerosas instituciones encargadas de atender a las personas ciegas. Debido al éxito logrado, fue introducido en Estados Unidos en 1860. A inicios del siglo XX ya estaba implantado en casi todos los países del mundo.
El invento creado por Luis Braille mejoró para siempre la educación de las personas ciegas. No solo proporcionó acceso a la lectura y la escritura, sino que también les otorgó una sensación de independencia y libertad intelectual que ha perdurado a través de dos siglos.
La vida de este discapacitado es un perenne ejemplo por el espíritu intrépido y la sed insaciable de aprendizaje, que lo llevaron a superar las barreras impuestas por la ceguera. Demuestra, además, la importancia del apoyo familiar, en lo cual los padres y hermanos de Braille, a pesar de poseer un escaso nivel de instrucción, fueron un modelo.
Luis Braille desafió las percepciones sociales prevalecientes en su época sobre la ceguera. Demostró con creces que las limitaciones físicas no tienen por qué ser obstáculos insuperables y fatales. Las personas ciegas de todo el mundo tienen mucho que agradecerle.
Tras su muerte el 6 de enero de 1852, a los 43 años y debido a la tuberculosis, Luis Braille fue enterrado en su pueblo natal junto a su padre y una hermana. En 1952 estos restos fueron trasladados al Panteón de París. En el modesto cementerio de Coupvray quedaron sus manos, como un homenaje al lugar donde comenzó la historia del hombre que enseñó a leer con los dedos. (ALH)